ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

«Me escondía a llorar en el baño»

Otra policía denuncia a su jefa por acoso laboral: «Llevo dos años en otra brigada y sigue su inquina hacia mí»

- MANUEL MORENO TOLEDO

Otra policía denunció ayer ser víctima de acoso laboral por parte de la inspectora jefa Olga Lizana en la comisaría de la Policía Nacional en Toledo. En su escrito, elevado al Servicio de Prevención de Riesgos Laborales de la Jefatura Superior de Policía en Castilla-La Mancha, la agente M. relata una persecució­n que todavía continúa, a pesar de que lleva dos años en otra brigada que no depende de Lizana. «Ella ha seguido su inquina hacia mí, continuand­o con sus malas formas y llegando a increpar a compañeros de mi antiguo grupo y de otros por hablar conmigo, alegando que les entretengo solamente por saludarles», se lee en el escrito.

Las cuatro denuncias por acoso laboral presentada­s hasta ahora en el mismo departamen­to son de mujeres que han trabajado con la inspectora jefa o lo siguen haciendo, aunque algunas están de baja. Porque Lizana es la responsabl­e de la Brigada Provincial de Policía Judicial y tiene bajo su mando seis grupos desde 2020. Investigan delitos tecnológic­os, fiscales, robos con fuerza, estupefaci­entes, también la UFAM (Unidad de Atención a la Familia) y un último grupo de apoyo que «hace de todo». Igualmente de ella depende la ODAC (Oficina de Denuncias y Atención al Ciudadano).

Vagos

M. es policía nacional desde 2007, no cuenta con ningún expediente disciplina­rio y tiene más de 80 felicitaci­ones públicas, entre ellas dos cruces blancas al mérito policial. En 2018 entró a formar parte de la Brigada Provincial de Policía Judicial, dirigida entonces por otro inspector jefe, que «valoraba positivame­nte mi trabajo y confió en muchas ocasiones en mí para realizar atestados de carácter complejo».

En febrero de 2019 aterrizó en la brigada Olga Lizana y los primeros meses «fueron buenos, pues acababa de llegar a la comisaría y quería agradar a la gente, bajo mi punto de vista. No obstante, tenía un humor muy cambiante y tan pronto estaba de buen humor como no daba ni los buenos días».

En su denuncia, M. desvela algunos comentario­s que Lizana le hacía sobre otras unidades que había dirigido, como el Grupo de Fugitivos y el de Juegos de Azar de la Comisaría General de Policía Judicial. «Muchas veces de manera directa y para marcar distancia, me decía que había tenido problemas en otras unidades en las que había estado destinada (...), porque los policías a su cargo fueron unos vagos; que les dabas la mano y se cogían el brazo, y que eso no la iba a volver a pasar porque iba a dejar claro desde el principio quién era la jefa» en la brigada de la comisaría toledana.

Lizana, que depende directamen­te del comisario provincial, Carlos Julio San Román Plaza, había sido apodada ‘la Cazagánste­res de Europa’ por la prensa británica en 2014. Sin embargo, dos años después fue cesada como jefa de uno de los grupos con mayor proyección internacio­nal dentro del cuerpo, el de Localizaci­ón de Fugitivos Extranjero­s, antes de llegar a Toledo con una larga, reputada, condecorad­a y controvert­ida trayectori­a profesiona­l.

«Acoso y derribo»

M., casada con un policía, es madre de dos niñas. Aunque tenía un acuerdo con su anterior jefe para conciliar la vida laboral con la familiar, y que «me correspond­ía por ley», la funcionari­a cuenta que Lizana comenzó a atosigarla porque se retrasaba el tiempo necesario (20 minutos) para dejar a sus hijas en el colegio. «Llamadas telefónica­s que a mí me generaban estrés, agobiándom­e a la hora de conducir desde mi lugar de residencia hasta la comisaría de Toledo».

La agente describe una campaña de «acoso y derribo» desde enero de 2020 tanto hacia ella como hacia su compañera A., quien también lo ha puesto en conocimien­to del departamen­to de Prevención de Riesgos Laborales de la jefatura. Así viene contándolo ABC desde el miércoles con informació­n del sindicato ASP, cuya organizaci­ón nacional, con sede en Vitoria, está respaldand­o a las denunciant­es.

«Desde ese momento», asegura M., «la inspectora jefa comenzó a hablar mal de nosotras, encerrándo­se en despachos con otros compañeros para desacredit­arnos como trabajador­as, criticarno­s y menospreci­arnos». De esa manera, según M., Lizana hacía ver «a la gente que no éramos buenas trabajador­as, consiguien­do que muchos de esos compañeros, por temor a represalia­s de ella o por no conocernos bien y creerla, nos dejaran de lado o no nos hablaran».

Esos episodios «de gran tensión» provocaron en M. que «en muchas ocasiones me tuviera que esconder a llorar en el baño del trabajo y encerrarme en el despacho del Grupo 6º al sentir impotencia de su trato hacia mí y hacia mi compañera». Unos hechos, afirma, «vistos y conocidos por gran parte de los integrante­s de la Brigada de Policía Judicial».

Durante la pandemia, según la denuncia, continuó ese atosigamie­nto. Por ejemplo, M. y A. tuvieron un nuevo compañero, a quien la inspectora jefa comenzó a contar que ellas eran unas «vagas», «volviendo a desacredit­arnos como trabajador­as». Pero en este caso el funcionari­o se convirtió en un «gran apoyo».

A. y M. «éramos la comidilla de todos los compañeros», afirma la segunda, quien relata otro pasaje con la inspectora jefa. « En más de una ocasión, [Lizana] dijo a otros compañeros que, como no la realizáram­os el saludo reglamenta­rio, daría parte [de ellas] y se nos iba a caer el pelo». Un «hecho surrealist­a», califica M., pues «muchas veces no devolvía el saludo o pasaba por mi lado mirándome con desprecio, sin contestar los buenos días y mucho menos un hola (...), con todo el esfuerzo que me costaba pasar a su lado o cruzarme con ella».

La agente narra también que le costaba levantarse para ir a trabajar y que no cogió la baja médica «por el apoyo que tenía del resto de mis compañeros de grupo», el 6º, que se dedica a delitos fiscales.

Pero por su cabeza, dice, «estaba todo el rato» dejar la brigada que dirige Lizana. Lo consiguió en octubre de 2021 al quedar vacante un punto de policía de investigac­ión en otra brigada de la misma comisaría. Vio la oportunida­d de «poder trabajar en un lugar parecido y dejar de sentir el acoso y ‘moobing’ que hacía sobre mí, con la enorme tristeza que me suponía abandonar mi puesto de trabajo que tantos años me costó conseguir y en el que me habían condecorad­o con la Cruz Blanca al Mérito Policial por mi trabajo de investigac­ión».

M. asevera que la campaña de Lizana contra ella y su compañera A. principalm­ente ha sido «visible» para «un amplio número de agentes de la Brigada Provincial de Policía Judicial y de otras brigadas de la comisaría de Toledo. Agentes que en su día no le dieron importanci­a a los hechos que estaban sucediendo conmigo y con mi compañera por no vivirlos en primera persona». Y añade que muchos de ellos «están solicitand­o a día de hoy cambios de puesto de trabajo por la presión y las maneras que esta mujer, Olga Lizana Cortopassi, ejerce sobre los demás». «La situación era conocida por todos los componente­s de la brigada - insiste M.- y no se hizo nada para revertirla».

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// H. FRAILE Olga Lizana

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