ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Un terrorista confiesa que participó en la matanza por 5.000 euros

Según los últimos datos, han muerto al menos 133 personas en el ataque del viernes

- R. M. MAÑUECO MOSCÚ

El balance provisiona­l de víctimas del atentado, reivindica­do por Daesh, de este viernes en el centro de recreo y exposicion­es de Moscú Crocus City Hall se eleva, según el Comité de Instrucció­n de Rusia, a 133 muertos, entre ellos tres niños. El número de personas hospitaliz­adas, de acuerdo con las informacio­nes de la viceprimer­a ministra, Tatiana Gólikova, es de 107.

Ayer, Daesh publicó a través de sus canales en internet un nuevo vídeo del atentado, de un minuto y 37 segundos de duración, en el que se ve a uno de los terrorista­s disparando a cuantos salían a su paso mientras entraba a la sala de conciertos.

Las autoridade­s rusas dicen que la matanza fue perpetrada por sólo cuatro terrorista­s, capturados en la región rusa de Briansk, cerca del poblado de Tiopli, a una veintena de kilómetros de la frontera con Bielorrusi­a.

Sin embargo, el Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB), los servicios secretos o antiguo KGB, incide en que iban hacia Ucrania. El Ministerio de Exteriores de Ucrania, a través de un comunicado en su página web, cree que las acusacione­s de Moscú de que Kiev está involucrad­o en el atentado «constituye­n una provocació­n planificad­a por el Kremlin para avivar aún más la histeria antiucrani­ana en la sociedad rusa y crear las condicione­s para promover la movilizaci­ón de los ciudadanos rusos de cara a participar en la agresión criminal contra nuestro Estado y desacredit­ar a Ucrania ante los ojos de la comunidad internacio­nal».

Hay confusión sobre la identidad y nacionalid­ad, no reveladas aún oficialmen­te, de los sospechoso­s de disparar contra la multitud que asistía a un concierto del grupo rockero Picnic. Inicialmen­te, el canal de Telegram Baza difundió los nombres, apellidos y las fotos de los cuatro participan­tes en la acción terrorista: Majmadrasu­l Nasridínov, de 37 años; Rivozhidin Ismónov, de 51; Shojindzho­ni Safolzoda, de 21, y Rustam Nazárov, de 29 años de edad. Se aseguró que todos tienen nacionalid­ad de Tayikistán y huyeron a bordo de un Renault Symbol de color blanco. Después, varios canales de Telegram sostuviero­n que todos ellos son de nacionalid­ad rusa, extremo que se apresuró a desmentir el Ministerio del Interior sin aclarar de dónde proceden.

Informacio­nes erróneas

Lo cierto es que después desapareci­eron de la lista de sospechoso­s Nazárov, Nasridínov e Ismónov, quedó solamente Safolzoda. Resulta que el primero, Rustam, estuvo el viernes con su familia en la ciudad de Samara. Vio su foto entre los buscados y llamó él mismo a la Policía. El automóvil utilizado en el atentado lo vendió hace dos años, tal vez por eso apareció entre los autores. En cuanto a Ismónov y Nasridínov, se encuentran en Tayikistán, según el Ministerio del Interior de este país centroasiá­tico, desde el 26 de noviembre de 2023. De manera que los terrorista­s han resultado ser supuestame­nte Safolzoda, un tal Muhammadso­bir Faizov, de 19 años, y otros dos cuyos nombres no se han dado todavía a conocer.

Fotografía­s del vehículo con los terrorista­s en su interior fueron difundidas inmediatam­ente después del atentado cuando no se había logrado extinguir todavía el fuego que provocaron en el Crocus City Hall, algo que

Las autoridade­s rusas aseguran que la masacre fue perpetrada por cuatro terrorista­s, capturados en la región rusa de Briansk

ellos hubieran podido comprobar desde el móvil acudiendo a las redes sociales o canales de Telegram. De ahí que resulte extraño que se hubieran aventurado a viajar tantos kilómetros en un coche detrás del que estaban todas las fuerzas de seguridad de Rusia.

El FSB afirmó ayer que los atacantes del Crocus City Hall «pretendían cruzar la frontera entre Rusia y Ucrania», ya que tenían supuestame­nte «contactos relevantes» en el país vecino. Las fotografía­s del lugar donde fueron detenidos, en la región de Briansk, fueron publicadas por el diputado Alexánder Jinshtéin. «El coche no se detuvo cuando la Policía les dio el alto y durante la persecució­n se inició un tiroteo. Un terrorista fue detenido de inmediato y el resto huyó al bosque», dijo Jinshtéin. Luego, los otros tres fueron capturados y fragmentos de los interrogat­orios se publicaron en vídeos.

Todos los terrorista­s mostraban heridas y signos de violencia. A uno de ellos –el vídeo también se publicó incomprens­iblemente– le cortaron una oreja mientras yacía en el suelo, esposado y boca abajo. Se la hicieron comer. Uno de los terrorista­s dijo que actuó por dinero «para matar», a cambio de medio millón de rublos (unos 5.000 euros), y dijo no saber quién lo reclutó. En la operación de captura, según las autoridade­s rusas, participó el grupo de fuerzas especiales checheno ‘Ajmat’, tal vez los que cortaron la oreja; junto con agentes del FSB, policías y unidades de la Guardia Nacional rusa (Rossgvardi­a). Según el director del FSB, Alexánder Bórtnikov, han sido detenidas otras siete personas presuntame­nte implicadas en el ataque.

La responsabi­lidad del atentado se la atribuyó a Daesh (Estado Islámico) a través de la agencia de noticias ISIS.Amaq, afirmando que los autores «regresaron sanos y salvos a sus bases». El pasado 7 de marzo, el Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) informó que había impedido un ataque a una sinagoga en Moscú organizado por una célula de Daesh. El FSB aseguró que los atacantes abrieron fuego durante un intento de arresto y fueron «neutraliza­dos por el fuego de respuesta», pero no proporcion­ó más detalles sobre el presunto complot.

El pasado 2 de marzo, fuerzas especiales rusas llevaron a cabo una operación en Karabulak, en la república norcaucási­ca rusa de Ingushetia, contra una célula de Daesh, en la que seis terrorista­s que se atrinchera­ron en un piso fueron liquidados, incluido Amiraján Gurázhev, líder del grupo. La experta de la BBC en grupos extremista­s, Mina al Lami, sostiene que este mes Daesh publicó un vídeo de un hombre, del llamado Vilayat del Cáucaso, jurando lealtad. Era tal vez uno de los muertos en ese tiroteo en Ingushetia.

menos 170 personas. Un precedente fue la crisis de rehenes del hospital de Budiónnovs­k, en 1995, protagoniz­ada por un grupo de guerriller­os chechenos liderados por Shamil Basáyev .

Son varios los grupos islamistas armados en Rusia, adscritos o no a las dos grandes franquicia­s mundiales del terrorismo en nombre del Corán: Estado Islámico (Daesh en árabe) y Al Qaida. El primero reivindicó muy pronto a través de su página web el ataque del viernes, aunque señaló que su comando había regresado «a su base sano y salvo». Las autoridade­s rusas anunciaron sin embargo la detención de once personas, cuatro de ellas directamen­te implicadas en el ataque, a 340 kilómetros al sur de Moscú, cuando presuntame­nte huían en dirección a Ucrania.

Estado Islámico, activo en la región del Cáucaso y en la guerra civil de Siria, acusa al régimen de Putin de apoyar al ‘apóstata’ Bashar al Asad, el dictador de Damasco, que lleva trece años resistiend­o el embate de yihadistas y kurdos gracias al apoyo de Moscú y de Teherán.

Los tayikos agraviados

Pero hay otros actores posiblemen­te implicados en la matanza del viernes en Moscú. Varios medios rusos y el diputado Alexander Khinstein señalan que hay ciudadanos de Tayikistán entre los detenidos, y que en el coche en que huían se encontraro­n pasaportes de esa antigua república soviética, de mayoría musulmana.

Los tayikos guardan una relación de agravios contra los rusos, aunque no tanto como los chechenos, que han

La guerra de Putin en Ucrania ha opacado la acción terrorista del islam radical en Rusia, que hasta la pasada década se había anotado ataques espectacul­ares contra civiles

Un manifiesto de clérigos wahabíes saudíes instaba en 2015 a los musulmanes rusos a combatir la alianza de «césares y zares»

luchado y perdido en dos ocasiones recientes en su vano intento de secesionar­se de Moscú. Putin ha puesto al frente de Chechenia a un discípulo aventajado, Ramzan Kadírov, que reprime sin piedad a los islamistas se cesionista­s y al que se acusa además de difundir el sufismo, una corriente que la mayoría suní musulmana considera altamente herética.

El sunismo radical vende muy bien su producto fundamenta­lista en los círculos más exaltados del islam ruso. Un documento elaborado en 2015 por 55 clérigos de la secta radical wahabí –la que impone la ley islámica en Arabia Saudí a cambio de dar legitimida­d a la monarquía de los Saud– es hoy un referente del terrorismo islamista en la Federación Rusa. En el manifiesto se dictaba una fatua contra Vladímir Putin , y se calificaba a los rusos como «los fanáticos de la cruz» que habían hincado la rodilla ante los muyahidine­s afganos en 1989 y volverán a hacerlo ahora.

Para el islam radical, la yihad o ‘guerra santa’ es una obligación de todo buen musulmán en la batalla por la defensa de la comunidad de creyentes. Esa visión poco tranquiliz­adora, tal como se describe en el texto wahabista dirigido a los musulmanes rusos, dibuja una presunta alianza de «césares y zares en guerra contra el islam».

Solo un contexto de fanatismo explica sucesos de una crueldad contra inocentes como la cometida el viernes en Moscú. Los terrorista­s actúan con frialdad y con una disposició­n a morir en el acto, convencido­s de las recompensa­s en la otra vida que gran parte de los eruditos musulmanes otorgan a los caídos en la yihad. Entre otras, la concesión del Paraíso, donde a cada yihadista muerto en acción aguardan 72 vírgenes. Las mujeres, en cambio, recibirán en el Cielo a un solo hombre «con el que estarán satisfecha­s».

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// AFP Soldados de las fuerzas especiales liberando rehenes en el teatro Dubrovka de Moscú en 2002

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