ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Tres largas horas y siete orejas en Toledo en una tarde triunfalista
Eugenio de Mora, Gómez del Pilar y Ángel Téllez salieron por la puerta grande con la de Alcurrucén
Eran las ocho en punto de la tarde, ya noche cerrada, cuando arrastraban a Arriero, un tacazo de toro colorado, 620 kilos, el último de una corrida de Alcurrucén en Toledo que se alargó tres horas sin que saltara ningún sobrero a la arena ni ocurriera nada extraordinario. ¡Quiá! Urge poner un límite a esto de dar pases porque un día vamos a salir de la plaza directos al ‘after’. O recordar a los valientes que se visten de luces que Gregorio Sánchez mató seis toros y cortó siete orejas en Las Ventas en 1960 en 68 minutos. Ni uno más. O lo que decía Juan Belmonte, que tenía arte y retranca: «El que quiera más, que venga mañana». Pues eso.
Siete trofeos se repartieron Eugenio de Mora, Gómez del Pilar y Ángel Téllez, los tres toledanos, los tres por la puerta grande, en un festejo a beneficio de la Fundación del Hospital Nacional de Parapléjicos en el que hubo varias buenas noticias. La primera, la entrada. La plaza se llenó en tres cuartos, lo que demuestra que, si el cartel tiene interés y los precios son razonables, el público acude más allá del Corpus. Y la segunda, la presentación del ganado: toros de Alcurrucén, bien comidos, con cuajo, que luego tuvieron un comportamiento desigual, pero qué menos que darle seriedad a la ciudad imperial, algo que no siempre sucede.
Eugenio de Mora tomó la alternativa en este coso de Mendigorría en el verano de 1997 y ahora es el director de la Escuela Taurina de Toledo, cuyos chavales también se ejercitan en el mismo ruedo. Fue el único que hizo dos faenas medidas, sin pasarse, y el que toreó más suave. El primer toro era muy soso, resultando imposible la emoción. Y con el cuarto, que no derrochaba fijeza, tuvo la virtud de no permitirle que se distrajera. Así que cuando el animal se quiso dar cuenta ya le había pegado seis o siete tandas más que dignas. Cortó una oreja en ambos.
Noé Gómez del Pilar se postró a portagayola, como en Villaseca, para recibir al segundo de la tarde. Está ante una temporada decisiva en su carrera y por ganas no será. El varilarguero simuló su cita con Carabina, un manso de ley que en la muleta cabeceaba por la falta de fuerzas. Se empeñó en el tercio y logró una oreja por el alarde de valor entre los pitones. Una demostración que se multiplicó en el quinto, con el que se recreó manejando el capote y luego escuchó un aviso antes de tirarse a matar. Otra oreja pasearía. Hoy torea en Madrid la de Celestino Cuadri y sabrá perfectamente que el público capitalino no goza de tanta paciencia.
Por su parte, Ángel Téllez, que entró en sustitución del lesionado Álvaro Alarcón, se llevó dos sustos, uno por toro: primero se hizo el quite él mismo al caerse y quedar a merced del bravo tras ponerle en el caballo, mientras que después se tropezó al recetar una tafallera y se pegó un buen costalazo. Con el tercero, Flauta, el mejor de Alcurrucén, lo más destacado fueron los pases de pecho, aunque la faena transcurrió de más a menos y faltó rotundidad. Y con el sexto, que era exigente y empujó en varas, se regaló un arrimón como su compañero. Lo premiaron con tres orejas en total (dos y una) y porque usó el descabello...
La ficha
Plaza de toros de Toledo. Corrida a beneficio de la Fundación del Hospital Nacional de Parapléjicos. Tres cuartos de entrada. Toros de Alcurrucén, bien presentados y bien comidos. Pasaban de los 600 kilos cuarto y sexto y los rozaba el quinto. Soso el primero, manso el segundo y bueno el tercero.
- Eugenio de Mora, de nazareno y oro: pinchazo hondo (oreja con petición de la segunda). En el cuarto, estocada y dos descabellos (oreja).
- Gómez del Pilar, de salmón y azabache: estocada caída (oreja con petición de la segunda). En el quinto, aviso antes de entrar a matar y estocada caída (oreja).
- Ángel Téllez, de grana y oro: estocada trasera, aviso y descabello (dos orejas). En el sexto, estocada, descabello, aviso y otros dos descabellos (oreja).