ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La nueva Guerra Fría

- DE AREILZA

Sir Robin Nibblet, antiguo director de Chatham House, ha escrito uno de los mejores libros sobre la transforma­ción de las relaciones internacio­nales. La hipótesis central de ‘La nueva Guerra Fría’ es la rivalidad acelerada e inevitable entre Occidente y la alianza chino-rusa, como sistemas que se entienden incompatib­les entre sí. Se trata de una llamada de atención a los europeos, poco preparados para un mundo en el que la seguridad es el imperativo dominante. El socio principal de la coalición occidental, además, puede dejar de actuar como principal proveedor de estabilida­d global, si el año que viene gobierna Donald Trump.

El autor destaca que esta guerra fría es bien diferente a la que modeló la segunda parte del siglo XX. En primer lugar, la interdepen­dencia económica entre Estados Unidos y China es elevadísim­a, algo que no sucedía en la rivalidad entre estadounid­enses y soviéticos. Este dato permite albergar esperanzas de que se consiga gestionar la competenci­a estratégic­a sin llegar a un conflicto abierto, como sugiere Kevin Rudd, ex primer ministro australian­o.

Por otra parte, los países del llamado ‘sur global’ no reconocen jerarquía alguna a los del norte y practican la triangulac­ión entre los dos bloques. India, Emiratos, Arabia Saudí o Brasil despliegan una diplomacia muy activa para aprovechar las ventajas de apoyar caso por caso a uno u otro rival. Nibblet pronostica que la nueva Guerra Fría se ganará en este terreno, el de la influencia sobre los países no alineados. En muchos estados de África e Iberoaméri­ca, China y Rusia tienen ya una presencia muy destacada y los occidental­es no consiguen competir con estas autocracia­s, sometidos a menos reglas. El relato de la decadencia y el caos instalado en las democracia­s liberales que impulsan Pekín y Moscú no es contrarres­tado de modo suficiente. Al menos, los europeos han cambiado su percepción de China y paso a paso se acercan a la visión estadounid­ense de contención del gigante asiático. Al igual que antigua Guerra Fría fue explicada en su origen por George Kennan, la nueva rivalidad geopolític­a encuentra en este libro la explicació­n más lúcida de su génesis.

El pasado 13 de marzo el director del FBI, Christophe­r Wray, sumó un nuevo frente a la ya de por sí delicada situación fronteriza entre México y EE.UU.: ante un comité del Congreso, reconoció que se investiga la participac­ión del autodenomi­nado Estado Islámico (Daesh) en el tráfico de inmigrante­s. De este modo, al ya complicado desafío de los cárteles de la droga se agrega ahora la amenaza terrorista, que también quiere su parte en un negocio millonario. «Quiero tener un poco de cuidado hasta dónde puedo llegar en una sesión abierta, pero hay una red en particular cuyos facilitado­res tienen vínculos con el Estado Islámico, que nos preocupa mucho», dijo Wray ante una consulta concreta del senador republican­o Marco Rubio.

La Oficina Contra las Drogas y el Delito de Naciones Unidas (Unodc) estima que, en dos de las principale­s rutas de tráfico de inmigrante­s, de África hacia Europa y de América del Sur hacia América del Norte, se generan alrededor de 6.750 millones de dólares anuales. Además, según el Grupo de Acción Financiera (GAFI), un organismo interguber­namental contra el lavado de dinero, dos tercios de las personas que cruzan de forma irregular de México hacia EE.UU. son «guiadas o acompañada­s por traficante­s de personas».

Rehenes de las mafias

El modelo de recaudació­n consiste en cobrar a los inmigrante­s por su traslado hacia EE.UU., aunque, una vez en el trayecto, estos se convierten en rehenes cuando los grupos criminales comienzan a extorsiona­r a sus familias en los países de origen. En otros casos, si la persona logra entrar en EE.UU., está obligada a trabajar allí para el grupo criminal, pues, de no hacerlo, sus familiares permanecer­ían bajo amenaza.

«El alto nivel de informalid­ad que tiene la economía mexicana es muy propenso para que grupos terrorista­s como el Estado Islámico (Daesh) encuentren actividade­s que les permitan financiars­e. Respecto a este grupo sucedió lo mismo en África, donde pudo crecer y captar seguidores gracias a la informalid­ad y la marginalid­ad», explica a ABC Roxana Juárez, consultora en Seguridad Nacional y formada en la academia del FBI.

La sola sospecha de la presencia del Estado Islámico en México suma tensión en la relación bilateral con EE.UU. Según comenta a ABC el analista de riesgo político y profesor por la London School of Economics, Yussef Farid Núñez, «las recientes declaracio­nes del FBI no son nuevas; se espera que este tipo de afirmacion­es cobren mayor relevancia y resuenen más dentro de círculos conservado­res, intensific­ando la narrativa de una posible ‘invasión’ (de inmigrante­s) a México».

En 2015, el grupo terrorista difundió un vídeo en el que se amenazaba a México después de que el entonces presidente Enrique Peña Nieto aceptara sumarse a una coalición militar internacio­nal para detener al Estados Islámico. Peña Nieto, presionado por EE.UU., se sumó a esa fuerza sin el aval del Senado, lo que generó críticas desde la oposición. En 2019, ya en el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, fueron arrestados tres integrante­s del Estado Islámico en Centroamér­ica. Interpol in

EE.UU. alerta sobre la presencia de Daesh en redes de tráfico de inmigrante­s que cruzan la frontera

«Se espera que las afirmacion­es del FBI resuenen en los círculos conservado­res mexicanos ante las elecciones»

formó que su plan era ingresar a México, aunque desde el Gobierno se negó cualquier actividad del Daesh en el país.

En 2022, un ‘ hackeo’ contra la Secretaría de la Defensa (Sedena) puso al descubiert­o las tareas de reclutamie­nto de ciudadanos mexicanos por parte de los radicales islámicos y la coordinaci­ón de acciones terrorista­s en otros países.

Pese a las afirmacion­es del titular del FBI, López Obrador guarda silencio. Pero el asunto se ha instalado en la agenda de Seguridad del Gobierno y es un punto central de las políticas conjuntas con EE.UU. Días atrás, militares de ambos países finalizaro­n una serie de intercambi­os y capacitaci­ones en territorio mexicano centradas en atacar el negocio del tráfico de personas.

El Ejército mexicano ha comenzado a controlar con más intensidad los flujos de inmigrante­s hacia la frontera con EE.UU., aunque, según ha podido saber ABC, la situación es compleja porque los criminales que conducen a los inmigrante­s suelen tener armas de gran calado y muestran resistenci­a a los soldados. Las fuerzas mexicanas todavía no han detectado nexos entre esos grupos delictivos que operan en su territorio y el extremismo islámico, pero tampoco lo descartan.

«El tráfico de personas ha existido desde siempre, el problema es que los flujos actuales de inmigrante­s han generado un negocio muy lucrativo y, ante una mayor presión sobre el narcotráfi­co por parte de los gobiernos, los grupos criminales se vuelcan de lleno al tráfico de personas. Si uno lo piensa, todos los gobiernos van contra el tráfico de drogas pero ninguno está particular­mente dedicado al tráfico de personas», comenta a ABC Yasenia Valdés, coordinado­ra de Defensa Integral de la Fundación para la Justicia México.

Si bien todavía no se hacen públicas las pruebas de la operación del Estado

Islámico en México, aparecen indicios inquietant­es. «El concepto de terrorismo siempre se ha manejado de manera muy política en México, pero la realidad es que estos grupos son cada vez más territoria­les y ya hay señales que están a la vista, como la presencia de Hizbolá en Suramérica, los arrestos de integrante­s del Estado Islámico en Centroamér­ica o el hecho de que México ya ha asegurado armas procedente­s de Irán», expresa Roxana Juárez.

Listas negras

En abril del 2021, el FBI detuvo en el sur de California a dos ciudadanos yemeníes que entraron a EE.UU. desde Tijuana, según reportó la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés). Uno de ellos estaba en las listas miembros de organizaci­ones terrorista­s que confeccion­an las agencias de seguridad estadounid­enses. En los meses siguientes se sucedieron hechos similares con ciudadanos de Irán y Turquía. Pero el Gobierno mexicano siempre ha optado por guardar silencio.

En octubre de 2023, en una reunión bilateral de Seguridad entre EE.UU. y México en el Distrito Federal, y en la que participó el secretario de Estado Antony Blinken, se dijo, ante autoridade­s mexicanas, que el número de personas arrestadas en el sur de EE.UU., que llegaron desde México y que figuran en dichas listas negras, asciende a casi 300 individuos. Por eso, aunque todavía el FBI guarda cautela, el fantasma del extremismo islámico en México ronda y se vuelve cada vez más real.

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// REUTERS Inmigrante­s ante la Guardia Nacional en El Paso (Texas), procedente­s de Ciudad Juarez
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// AFP Vigilancia fronteriza en Eagle Pass (Texas)
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