ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Un libro ‘resucita’ la desaparecida Casa de Bargas que había en Toledo
El edificio competía en grandiosidad con la catedral y el Alcázar, pero quedó reducido a ruinas tras la Guerra de la Independencia
El arquitecto Antonio Miranda Sánchez presentará el próximo viernes, 5 de abril, en la Biblioteca de CastillaLa Mancha, en Toledo, su libro ‘La Casa de Bargas. Perdida y en parte recuperada’. En la segunda mitad del siglo XVI, había una casa principal hoy desaparecida cuya silueta sobresalía en las vistas de la ciudad de Toledo que pintó El Greco, entre otros. Se trataba de la Casa de Bargas, que seguía la forma de hacer renacentista y competía en grandiosidad con el Alcázar o la Catedral. Sin embargo, tras la Guerra de la Independencia quedó reducida a una ruina, según informa la Biblioteca regional en su página web.
A partir de los documentos en los que se recoge la existencia de la casa, los restos de la planta que se conservan y los edificios contemporáneos que siguen el mismo estilo, se ha conseguido reconstruir paso a paso los planos del edificio. En el presente trabajo, se ha recuperado sobre el papel lo que no sobrevivió al tiempo.
Antonio Miranda Sánchez es arquitecto. Ha desarrollado la mayor parte de su actividad profesional en el campo del patrimonio monumental en la Junta de Comunidades de Castilla-la Mancha. Desde mediados de los años noventa ha publicado diversas investigaciones relacionadas con la arquitectura toledana destacando ‘Muros de Toledo’, libro de referencia para el estudio de los paramentos antiguos del Casco Histórico.
Según cuenta el blog ‘ Toledo Olvidado’, esta casa fue morada de Diego de Vargas e Isla, una de las personas más acaudaladas de cuantas vivían en Toledo en el siglo XVI. Nombrado secretario por el Emperador Carlos V en 1551, cinco años más tarde Felipe II le ascendió al cargo de Secretario de los Reinos de Nápoles y Sicilia y del Ducado de Milán. La casa se situaba en un lugar con unas vistas privilegiadas de toda la Vega Baja con el río Tajo bañando amplias zonas de huertos que convivían con los restos aún visibles del esplendor del Toledo romano.
El edificio le fue encomendado al arquitecto y humanista Francisco de Villalpando, dando comienzo las obras en 1558 bajo una traza esquemática del arquitecto Luis de Vega que había fallecido en 1552. El edificio se concibió con una planta cuadrada coronada con cuatro torres, una en cada esquina. En el centro, el palacio contaba con un amplio patio renacentista con dos pisos con preciosas arquerías. Eran arcos de medio punto combinados con vanos adintelados sobre columnas dóricas de fuste liso, en el piso inferior, rematado con un entablamento dórico con un friso con triglifos y metopas. En el piso superior, de orden jónico, los vanos grandes tenían arcos rebajados y los vanos menores contaban con dintel y arco de medio punto. La fachada por la que se accedía, en el lado opuesto al que mira a la Vega Baja, contaba con una portada con mármoles labrados en estilo dórico y con columnas estriadas a ambos lados.