ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Posadera, bordadora y muy presumida

- JUAN ANTONIO PÉREZ

Dolores y Santiago llegaron a Puertollan­o el 8 de agosto de 1957, jueves, y ella le dijo a su marido: «Tú podrás ir donde te dé la gana, pero mis hijos y yo no nos movemos de aquí». Y no se movieron. Pilar, la primogénit­a del matrimonio, recuerda bien la fecha porque ese día cumplía 15 años. Su padre trabajaba como encargado de obra haciendo carreteras y tenía siempre a la familia con la maleta a cuestas. Antes de asentarse en Puertollan­o, vivieron sucesivame­nte en Algeciras (Cádiz), Rute (Córdoba), Dos Hermanas (Sevilla), Azuaga (Badajoz), Caniles (Granada), Montijo (Badajoz) y El Puerto de Santa María (Cádiz).

«Por un lado, sí que he echado de menos los viajes, gracias a eso conocimos mundo, pero, por otro, no; hasta que me echaba amigas... y cuando ya conocía a la gente nos teníamos que ir», cuenta Pilar a ABC por teléfono desde Puertollan­o. Va camino de los 82 años y cuida de su madre, quien el próximo 30 de junio cumplirá los 110. Dolores, apellidada Buitrago Ruiz, es la persona más anciana de Castilla-La Mancha y está en la posición 21 de España. El ranking se actualiza día a día en el blog ‘segundacen­tena’, situándose a la cabeza la catalana María Branyas con 117 (también es la más vieja del mundo).

En España hay 221 personas (186 mujeres y 35 hombres) con 105 ó más años. Aparte de Dolores, otra docena son castellano-manchegos: Crescencia Galán Medina, de Ciudad Real (cumplirá los 110 el 10 de octubre); Prudencia Yuste Aranda, de Camuñas, y Esperanza Picazo Quílez, de Tarazona de la Mancha (ambas llegarán a los 109 el 28 de abril); Laura Fernández Rubio, de Olmeda del Rey (107); Eulalia Eva Ducasse, de Talavera (107); Brígida López Paños, de El Peral (107); Valentina Martín Rodríguez, de Sonseca (106); Soledad Arellano Andrade, de Corral de Almaguer (106); Manuel Bermejo Domínguez, de Navalmoral­ejo (105); Modesta Pérez Fernández, de Portillo de Toledo (105); Adela Almazán Marchamalo, de Robledillo de Mohernando (105); y Paula Ramos Rodríguez, de Recas (105).

«De salud está muy bien porque no le duele nada, toma una pastilla para la circulació­n, pero ya apenas ve y no oye casi nada», asegura Pilar sobre su madre. Lo curioso es que no hay ningún precedente de una longevidad siquiera parecida en la familia: «Dicen que es algo hereditari­o; pues en este caso no». Dolores «come de todo» y dos mujeres, una de mañana y otra de tarde, se encargan de atenderla en lo que necesite.

Nació en Villanueva de San Carlos, un pequeño pueblo a 25 kilómetros de

Dolores Buitrago, camino de los 110 años, es la más anciana de la región. «De salud está muy bien porque no le duele nada, toma una pastilla, pero ya apenas ve y no oye casi nada», dice su hija Pilar

Puertollan­o, unas semanas antes de que estallara la I Guerra Mundial y se quedó huérfana a los doce años. Su madre murió al dar a luz a otro hermano, que falleció igual. Su padre se casó de nuevo con otra viuda y ambos se juntaron con seis hijos y un séptimo que añadieron en estas segundas nupcias. Pese a su corta edad, Dolores se encargaba de llevar una posada en ‘El Pardillo’, que así es como se conoce popularmen­te a Villanueva de San Carlos.

A Santiago, que era de Picón, lo conoció cuando fue al pueblo para trabajar en la obra de la carretera hasta Puertollan­o. El noviazgo se alargó doce años. Entre medias vino la guerra civil y estuvieron los tres que duró sin verse «y sin saber nada el uno del otro». Se casaron cuando acabó y tuvieron cinco niños, de los que dos mellizas murieron al mes de nacer por un problema de corazón. «Mi padre se iba los lunes y volvía los sábados a casa», rememora Pilar. Y su madre «tenía más libertad y bordaba a máquina». «Cuando la gente veía cómo bordaba, corría el boca a boca y le llovía el trabajo. A mi enseñó a los 16. Hacíamos juegos de cama, mantelería­s y esas cosas», expone.

Aparte de los hijos (ya sólo vive Pilar), Dolores tiene ocho nietos y doce bisnietos. Y segurament­e a todos les sorprenda escuchar que, de más joven, su abuela y bisabuela era «una mujer a la que le gustaba mucho presumir, que no salía a la calle de cualquier manera. Iba siempre pintada y, como entonces no había tantas cremas, para lustrarse la cara se echaba la nata de la leche».

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// ABC Dolores, con sus sobrinas María de Gracia y Marisol, celebrando en su casa de Puertollan­o su último cumpleaños el pasado 30 de junio

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