ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
Javier Ceballos Aranda «La caza aporta mucho más que el alimento, constituye una escuela de valores»
El proyecto ‘Redescubriendo la Caza’ es un campamento único en España y posiblemente en Europa para niños donde se forman los futuros cazadores
Mucho se habla del relevo generacional. Se repiten frases como «la juventud está todo el día pendiente del móvil y no se interesa por nada más», «a los niños ya no les interesa el campo», «la caza tiene los días contados», etcétera. Sin embargo, hay luces que dan motivos para la esperanza. En Cinegética hemos conocido el proyecto ‘Redescubriendo la Caza’, un campamento único en España y posiblemente en Europa, que ha hecho posible la dilatada experiencia de su creador y director, el doctor Javier Ceballos Aranda, quien supera la cincuentena de campamentos coordinados de quince días o más de duración en los últimos treinta veranos.
Con su labor al frente de esta iniciativa, él ha puesto ‘una pica en Flandes’. Esta empresa es pionera en su campo, y hace algo positivo tanto para la fauna silvestre como para los cazadores y conservacionistas. Formar sólidamente a las nuevas generaciones facilita que la caza tenga el reconocimiento que se merece. Es de agradecer su significativa aportación a esta actividad en España. Esto es lo que nos ha contado el Dr.
—Llevas décadas organizando campamentos de cetrería para niños. Vemos que has ampliado la temática para abarcar la caza en su concepción más amplia. ¿Qué te ha llevado a ello?
—Viendo la trayectoria familiar, por mi sangre fluye la vocación docente. A pesar de los años, mantengo la ilusión del primer día. Creo y disfruto con lo que hago. Ya no solo me motiva formar a los más pequeños, sino también a los monitores. A menudo se pretende reducir la caza al momento en que se aprieta el gatillo. Es como pretender considerar que un concierto de música clásica se reduce a los últimos compases. ¡Cuántos días de la temporada un cazador se pasa la jornada entera cazando sin haber abatido un animal!
—¿Qué procedencia tienen los niños? ¿Cómo se apuntan a este campamento?
—Habitualmente son hijos y/o nietos de cazadores. Algunos han estado en monterías o se han iniciado en casa. Sin embargo, apenas conocen la cetrería. Otros saben de caza menor, pero nunca han visto de cerca una rehala o saben cómo leer huellas, aprovechar la carne de un corzo, pescar o realizar un rececho a un macho montés, por poner solo algunos ejemplos. Se apuntan porque se va corriendo la voz. Es difícil encontrar un campamento que genere tanta confianza y en el que se aprenda tanto de campo, conservación y caza.
—¿Dónde se desarrolla?
—En Gredos, en la cara norte de la Reserva Regional de Caza. Tenemos una temperatura buena en verano. Es el mejor lugar del mundo para cazar macho montés. Contamos, además, con el apoyo de la Administración y la colaboración de la guardería de caza para ofrecer talleres. El cielo por la noche está reconocido como uno de los mejores para ver estrellas… No se puede pedir más.
—¿Qué duración tiene?
—El campamento dura una, dos o tres semanas, desde el 24 de junio hasta el 14 de julio.
Aunque para el equipo lleve más trabajo logístico y de integración de los acampados, he preferido hacerlo más ‘a la carta’, con entradas y salidas de acampados cada semana. Así facilitamos que todos puedan vivir esta experiencia.
—¿Qué aprenden los niños?
—Lo primero, a convivir. Después a amar la naturaleza, un gran regalo que tenemos y que debemos conocer para conservar. Una de las cosas que quedan claras a los acampados es que cazar no es matar. De hecho, en el campamento no damos muerte a ningún animal. También a estar con compañeros procedentes de todos los rincones de España, que comparten una misma afición, les descubre que la caza forma parte de nuestra cultura y no debiera quedar silenciada en el colegio. Les enseñamos a diferenciar aves por sus siluetas, forma de vuelo y costumbres. A orientarse en el campo y preparar una mochila o un vivac. A encontrar reses, ya sea por sus indicios o sus querencias. A despertar sus sentidos, habitualmente atrofiados en la ciudad. A escuchar en vez de oír, ver en vez de mirar, degustar en vez de tragar. A caminar alerta por si olemos un rastro de zorro. A diferenciar el sabor de la carne de corzo, jabalí, ciervo… de la de ternera, cerdo o pollo. Igualmente, les enseñamos a moverse sin hacer ruido, camuflados, sin dar el aire, aproximándonos sin prisa alguna… El animal silvestre, que depende de tener alerta sus sentidos, no cae en la cuenta de que vamos entrando en su distancia crítica de huida. Se palpa la emoción en cada grupo que metro a metro va consiguiendo su objetivo.
Enseñanzas «Lo primero que aprenden los niños es a convivir. Después, a amar la naturaleza» Divulgación «Es difícil hacer ver a alguien en contra de la caza las bondades de nuestra pasión» Aprendizaje «La caza constituye una escuela de valores. Y es una motivación para salir al campo a activar nuestra humanidad dormida en las ciudades»
—¿Podrías recordar alguna anécdota que consideres interesante?
—Hace dos veranos, en uno de los talleres, se produjo la siguiente conversación entre un grupo de asistentes. Un niño dijo: «Mi papá ha cazado un macho montés a 500 metros». Otro le respondió: «Eso es imposible». El primero entonces replicó: «¿No me creéis? El macho cayó abatido por un tiro perfecto». Y le dijeron: «Claro que creemos que le acertó. Pero entendemos la caza como un lance en el que el cazador se pone a prueba ante el animal. Si el macho montés ni siquiera tiene la posibilidad de oler, oír, ver, sentir a quien le rececha, estamos ante un excelente francotirador que no podrá presumir de ser un buen cazador».
—¿Cómo está organizado el campamento en cuanto a equipo humano? ¿Quiénes imparten las actividades?
—El equipo, al margen de los encargados de cocina y mantenimiento, tiene dos vertientes. Por una parte, quienes están a cargo de los grupos de niños de una misma tienda. En este caso son monitores de tiempo libre, habitualmente antiguos acampados. De hecho, muchos son de la familia Ceballos. Desde el inicio cuento con la ayuda de mi amiga
Paloma Silva Lladó. Por otra, tenemos un elenco de instructores de primer nivel: Javier Sintes, Lucas de Gregorio, Rafa Lacalle y Javier Perojo en arquería de caza. En rececho y en montería contamos con la colaboración de Lolo De Juan, Ignacio Ducay y Laureano de las Cuevas. En cetrería, estamos Daniel Salas, Roy Beers (venido expresamente desde El Salvador) y un servidor. El propio Raúl Sánchez de Castro, de Cárnicas DIBE, nos trae animales enteros ( jabalí, gamo, corzo, venado) para descubrir el aprovechamiento de la carne de caza. Dos amigos de Arrecal vienen con sus perros. El verano pasado un acampado preguntó: « ¿Cuánto ganáis con las rehalas?». Y le dijimos: «Nada. Nos cuestan dinero. Piensa que solo monteamos durante cuatro meses al año y no todos los días. Esto supone que hay que ejercitar a los perros, darles de comer, acudir al veterinario durante otros ocho meses… Son razas de caza y para su bienestar necesitan estar en forma para que llegado el momento puedan cazar. Hacemos esto porque nos gusta, no para ganar dinero. De hecho, no sabríamos vivir sin perros». De esta manera, de forma directa, los niños conocen la labor de los perreros. Sin ellos, sus propios padres no podrían participar en las monterías. También acudimos al Aula del Río Aliseda del Tormes para aprender a pescar truchas de la mano de David y de Fran. La guardería de la Reserva Regional de Caza viene al campamento a explicarnos su gestión. Su celador mayor, Carlos de la Iglesia, atesora muchos años de experiencia y el don de saber hablar a los niños. Entre otras cosas, descubren que en Gredos la caza da de comer a muchas familias y abarata los costes de los servicios comunes de los municipios. Por último, Young Wild Hunters, reconocida agencia de comunicación en el ámbito cinegético, realiza un rodaje de las diferentes actividades que acaba configurando el vídeo que hemos estrenado en Cinegética y puede verse en nuestra web. Podéis así poner cara a los componentes del equipo.
—¿Dónde reside la importancia de vuestro trabajo?
—Somos un eslabón de una larga cadena que nos une a nuestros antepasados y a las generaciones que están por venir. Dejamos de ser quienes somos si olvidamos de dónde venimos. Quitamos identidad a quienes vengan después de nosotros si no hacemos nada por mantener tradiciones que han dado sentido a nuestras vidas, como es el caso de la caza. En mi opinión, los detractores de la caza encuentran sólidas razones para prohibirla fijándose en malas prácticas que, por desgracia para todos, siempre existen. El grueso de los cazadores somos individualistas. Echaremos la culpa a los políticos, al sistema o al empedrado. Mientras no entendamos que en los niños está el futuro y el presente, estaremos viendo crecer la hierba. Ante nuestra indiferencia, la sociedad va siendo manipulada para ser posicionada en contra. La caza aporta mucho más que el alimento de la pieza abatida. Constituye una escuela de valores. Una motivación para salir al campo a activar nuestra humanidad dormida en las ciudades. Un conocimiento del comportamiento de las especies adquirido de nuestra condición animal, complementado con nuestro razonamiento cerebral. Un acervo indispensable para la conservación de las especies tanto cinegéticas como no cinegéticas. También, una fuente de emociones durante la temporada y de reflexión cuando se abre la veda. Es difícil explicar a alguien sin hijos lo que se siente siendo padre. Igualmente lo es hacerle ver a alguien en contra de la caza las bondades de nuestra pasión. Al campamento vienen también hijos de no cazadores. Incluso hay un caso en el que el padre me llamó para indicarme que matriculaba a su hijo con la condición de que no se contagiara de la afición por la caza. Este año repite. Me satisface enormemente ver que, independientemente de que el niño cace o no el día de mañana, hemos conseguido que un padre ecologista/anticaza haya entendido que esto va mucho más allá de matar animales y considera que es preferible formar a su propio hijo para que el día de mañana escoja con conocimiento y por tanto con mayor libertad.