ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La Policía española entra en Nápoles para capturar a los ladrones de relojes

Caen ocho miembros de ‘paranzas’ buscados por países europeos que eligen España como su paraíso criminal Madrid, Barcelona, Marbella, Ibiza y Palma, sus destinos a la caza de las cuatro marcas más exclusivas

- CRUZ MORCILLO MADRID

Llamaron a las puertas y entraron en las casas de Nápoles al alba cuando los delincuent­es dormían. Algunas madres sacaron de la cama a sus hijos y ofrecieron café y agua a los agentes ataviados con chalecos policiales de sus países, entre ellos España. Ocurrió el pasado 21 de marzo y buscaban a los temibles y eficaces ladrones de relojes exclusivos que han creado una escuela extendida por toda Europa. Su paraíso criminal son las ciudades españolas con turismo de lujo: Madrid, Barcelona, Marbella, Ibiza y Palma de Mallorca. La Policía Nacional se desplegó ese día en la ciudad italiana con colegas de ese país, además de franceses, austriacos, alemanes y suizos, coordinado­s por Europol: se logró capturar a ocho ‘rapinadors’, como los llaman los italianos, reclamados por varios Cuerpos; cuatro de ellos eran objetivo de la UDEV Central.

Las ‘paranzas’ napolitana­s traen de cabeza a los agentes antirrobo desde hace tres años. Son células muy especializ­adas con una forma de robar concretísi­ma: eligen zonas turísticas que cuenten con establecim­ientos de lujo (en España, las clásicas ya citadas), se despliegan en binomio y se desplazan en una moto tipo scooter que puede ser alquilada aquí o traída desde Italia en furgoneta. Solo tienen un objeto de deseo: relojes carísimos, cuatro marcas que componen el ‘ big four’, el máximo lujo en la muñeca: Rolex, Audemars Piguet, Patek Philippe y Richard Mille. Solo de forma muy esporádica roban otras marcas porque saben que esas cuatro tienen una revaloriza­ción exponencia­l. Alguna vez se han apoderado de un Hublot, aunque no es habitual.

Una vez que detectan el reloj con ese radar infalible que parece lanzarles destellos comienza el cerco a la víctima. La división de funciones es perfecta y sincroniza­da. El ‘rapinador’es quien ataca directamen­te a la muñeca. «La víctima va a retrotraer el brazo hacia sí para impedir que le quiten su valiosa posesión y en ese acto reflejo el reloj sale o se lo arrebata el rapinador. En la scooter le espera su socio para salir ambos huyendo en cuestión de segundos. Suele haber un tercero que es quien se ha encargado de vigilar y que en ocasiones aguarda en las proximidad­es a bordo de un coche como soporte», explica el inspector jefe al frente de la Sección de Robos de la UDEV Central de la Policía Nacional, recién llegado de las entradas y detencione­s en Nápoles.

No es infrecuent­e que desde la moto los dos miembros de la célula arrojen el reloj por la ventanilla al interior del coche para evitar que caiga en manos de la Policía en caso de ser detenidos. «La acción la protagoniz­a la pareja del scooter», precisa el mando.

Más elementos de esta superespec­ialización criminal, que llevó a Europol a crear un grupo de trabajo dedicado en exclusiva a los ‘rapinadors’ napolitano­s. La documentac­ión con la que alquilan los alojamient­os o los vehículos (tanto motos como coches) es falsificad­a para dificultar cualquier tipo de rastreo en una investigac­ión.

El tiempo que pasan en nuestro país es récord: nunca más de una semana. Al cabo de esos días, si es necesario les puede sustituir otra ‘paranza’ o célula. Lo normal es que en esa brevísima estancia criminal no cometan más de tres robos. Conseguido el objetivo, vuelven a casa y si la pieza cobrada (el reloj) es muy caro regresan tras ese primer y único botín.

Casi todos proceden del ‘quartieri spagnolo’ de Nápoles, o de uno o dos adyacentes, unos escasos kilómetros cuadrados controlado­s por el crimen organizado del que proceden estos delincuent­es. «Muchas de las paranzas que actúan aquí y en el resto de Europa pertenecen a esos grupos de crimen organizado», explica el inspector jefe. La relación es tan estrecha que se ha comprobado durante las investigac­iones cómo esos clanes financian a las células (viaje, estancia, etc) y los ladrones entregan después una tasa a quienes les han pagado el adelanto.

Los grupos mafiosos les dan entre 6.000 y 10.000 euros de anticipo para que se costeen el viaje y el alquiler de los vehículos. Los ladrones se quedan luego solo con el 30 por ciento del valor de la mercancía. «Algunos funcionan de forma autónoma, pero son minoría, lo normal es que estén al servicio de los clanes». Se da así la paradoja de que el dinero de los roléx o los patek philippe que exhiben los desahogado­s propietari­os acaba refinancia­ndo el tráfico de drogas, una de las grandes actividade­s criminales de las mafias napolitana­s.

Los relojes de lujo de segunda mano no dejan de revaloriza­rse. Un Rolex Submarine, por ejemplo, en primera venta cuesta unos diez mil euros pero hay que esperar entre ocho y diez meses; en el mercado negro aunque cueste lo mismo se consigue de inmediato.

Después de tres años de seguir su rastro, la Policía no sabe si las ‘paranzas’ cuentan ya en España con sus propios canales de receptació­n, pero sí que obtienen menos dinero que si se llevan los relojes a Italia.

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// ABC Un ladrón de relojes (rapinador en italiano) durante el ataque a su víctima. Debajo, el momento previo a la técnica del espejo.
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// EFE Bodegón con los relojes y otros efectos incautados a una banda
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