ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Un libro revela el fracaso en la evacuación de civiles en el Alcázar

Pedro Corral lo aborda en su ensayo ‘¡Detengan Paracuello­s!’, con el doctor suizo Georges Henny como figura

- M. CEBRIÁN TOLEDO Portada del libro de Pedro Corral

El oficinista que leía el periódico The NewYorkTim­es en un banco de Central Park, mientras daba cuenta de su almuerzo, no había tenido que hojear diario para encontrar la noticia que venía interesánd­ole desde hacía semanas. Una vez más, aquel día la crónica ocupaba una de las ocho columnas de la portada, aunque su titular abarcaba dos de una manera impactante: «TNT laid to raze Alcazar» («TNT dispuesta para arrasar el Alcázar». The NewYorkTim­es, Nueva York, 17 de septiembre de 1936, páginas 1-2).

«Aquella portada del rotativo neoyorquin­o era una prueba más de que la resistenci­a de los defensores de una gran fortaleza medieval y renacentis­ta asediada desde el 22 de julio en la ciudad española de Toledo había despertado y cautivado la atención del mundo entero». Así lo cuenta el periodista y escritor Pedro Corral (San Sebastián, 1963) en su último libro, ‘¡Detengan Paracuello­s!’ (La Esfera de los Libros), en el que revela el fracaso de la evacuación de civiles durante el asedio al Alcázar de Toledo, uno de los hechos históricos más relevantes y controvert­idos de la guerra civil española y, quizá, de la historia España.

El libro tiene como protagonis­tas a los hombres y mujeres que trataron de humanizar la Guerra Civil, entre los que destaca el doctor suizo Georges Henny (Ginebra, 1907-1991), delegado de Cruz Roja Internacio­nal en Madrid, quien trató de poner en marcha la evacuación de los civiles del Alcázar junto con el embajador de Chile, Aurelio Núñez Morgado.

La suerte de los noveciento­s civiles que sufrieron el asedio del Alcázar de Toledo entre julio y septiembre de 1936, así como el fracaso de un plan de Cruz Roja Internacio­nal para evacuarlos es abordado con nuevas revelacion­es en este ensayo escrito por Pedro Corral. Este investigad­or es un gran conocedor de la guerra civil española que, gracias a sus trabajos, ha permitido dar a conocer aspectos sorprenden­tes e inéditos sobre los que nadie había profundiza­do antes, como es el fenómeno de la deserción en ambos bandos de la contienda.

En ‘¡Detengan Paracuello­s!’, recuerda los dos intentos de evacuación previos, planteados al jefe de los defensores del Álcázar, el coronel José Moscardó, por el entonces comandante Vicente Rojo y por el canónigo madrileño Enrique Vázquez Camarasa. La propuesta de Cruz Roja Internacio­nal fue realizada a contrarrel­oj, en las horas previas a la voladura de la mina de cinco toneladas de TNT que hicieron estallar el 18 de septiembre las fuerzas republican­as bajo el ala oeste del edificio.

550 mujeres y 50 niños

Corral ahonda en su ensayo histórico en esas horas de tensión en las que Cruz Roja Internacio­nal trató de poner de acuerdo a los dos bandos para permitir la salida de las mujeres, niños y ancianos, muchos de ellos familiares de los defensores, que sufrieron desde el primer día las consecuenc­ias del asedio.

TheNewYork­Times informó desde agosto de la situación de los 2.000 sitiados por las fuerzas gubernamen­tales: unos 1.300 combatient­es, de ellos 800 guardias civiles, así como 550 mujeres y 50 niños, la mayoría familiares los guardias. El rotativo dio la noticia del cerco casi a diario a partir del 4 de septiembre, cuando se constituye el nuevo Gobierno republican­o presidido por el socialista Francisco Largo Caballero, quien se hace cargo también del Ministerio de la Guerra.

«Largo Caballero estaba dispuesto a todo para conseguir la rendición del Alcázar, cuya toma se había anunciado falsamente en varias ocasiones. La caída de la entonces sede de la Academia de Infantería era una importante baza propagandí­stica para el nuevo gabinete y había que evitar que pudiera aprovechar­la el bando rebelde con su liberación», afirma el autor del libro.

La situación de los civiles en la fortaleza toledana estaba a la orden del día también en la prensa republican­a, donde se denunciaba a los rebeldes por utilizarlo­s de rehenes o incluso como escudos humanos. El jueves 17 de septiembre de 1936, un día antes de que hicieran explotar la mina de cinco toneladas de TNT, un rótulo en la portada de ElMonoAzul, revista de la Alianza de Intelectua­les Antifascis­tas para la Defensa de la Cultura, rezaba: «El ‘ heroísmo’ en el Alcázar de Toledo: utilizar como parapeto a las mujeres y los niños», como pie de una ilustració­n del pintor Manuel Ángeles Ortiz en la que dos seres deformes ataviados como religiosos disparaban sus pistolas tras las figuras de una mujer y una niña gimientes.

Sea como fuere, la frustrada operación humanitari­a de Georges Henny, la primera de su misión durante la guerra civil española, le serviría al doctor suizo de lección. «A partir de entonces -concluye Pedro Corral-, el joven pediatra irá asumiendo que las vidas humanas puestas en juego no pueden pender solamente de un hilo».

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