ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
La sombra de Donald Trump: un país que mira menos al Atlántico
Los aliados europeos celebrarán el aniversario de la Alianza con la certeza de que no pueden seguir dependiendo de EE.UU.
Desde su fundación, la defensa era un área tabú en la UE que además se consideraba redundante con la OTAN
Cuando en 2009 Javier Solana dejó el puesto de Alto Representante de la política exterior común de la UE, después de diez años en el cargo, había logrado vencer las resistencias de varios países para crear un modesto estado mayor europeo. Quince años después, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha propuesto abiertamente la creación de un puesto de comisario de Defensa para la Unión.
La defensa había sido un área en la que la UE renunciaba a entrar desde su fundación, un tabú que se mantenía sólidamente gracias a que casi todos los miembros lo son también de la OTAN. Sin embargo, las vicisitudes de la política de Estados Unidos, el gran socio de la Alianza, y la brutal invasión rusa de Ucrania han hecho cambiar completamente la visión de todos
Hace hoy 75 años, Harry Truman, presidente de EE.UU., observó cómo su secretario de Estado, Dean Acheson, estampaba su firma en el Tratado del Atlántico Norte, que creaba la OTAN. Lo hizo junto a los otros once países fundadores –Reino Unido, Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Canadá, Italia, Portugal, Noruega, Dinamarca e Islandia– en el Departamental Auditorium de Washington. «Con este pacto, esperamos crear un escudo contra las agresiones y contra el miedo a la agrelos europeos y ahora pocos dudan ya de que la UE necesita tener cuanto antes una defensa propia que le garantice al menos su protección, dado que la OTAN ha dejado de ser percibida como una garantía absoluta.
Evitar duplicidades
Después de haber sido también secretario general de la OTAN, desde su puesto en la UE, Solana tenía la convicción de que los europeos necesitaban cierta proyección militar colectiva para ser creíbles en la escena internacional, aunque no todos los países estaban de acuerdo, sobre todo aquellos con una vinculación más estrecha con la OTAN como el Reino Unido. De hecho, el principal asunto del debate sobre la defensa europea siempre ha sión, un baluarte que nos permitirá dedicarnos a las tareas verdaderas del gobierno y de la sociedad, la tarea de conseguir una vida más completa y feliz para nuestros ciudadanos», dijo entonces Truman.
Ese escudo ha tenido desde entonces muchas caras –miles de tropas en Europa, amenaza nuclear, distensión diplomática, agresividad dialéctica– pero ha estado centrado en hacer frente a la amenaza del Este –en la piel de la Unión Soviética y de Rusia tras su descomposición– y en mantener la influencia de EE.UU. en la otra orilla del Atlántico. Truman también dijo aquel día que el tratado era un documento «simple»: en esencia, mantener los principios de sido la definición las relaciones de esa defensa europea con la Alianza Atlántica, con la idea de evitar duplicidades y reiteraciones en un campo en el que los países ya llevaban décadas reduciendo sus presupuestos. También la OTAN había intentado establecer una atmósfera de cooperación con la Rusia que se estaba recuperando del derrumbe de su imperio soviético a través de lo que se llamó la Asociación para la Paz, donde podían cooperar la Alianza y todos los países de la antigua órbita de Moscú.
Pero poco a poco, la Europa oriental se fue deslizando hacia la OTAN y uno tras otro todos los países fueron ingresando en la Alianza como paso previo a la Unión Europea, mientras Putin endurecía sus ambiciones imperiales. La cumbre de la Alianza en Bucarest en 2008, a la que se invitó al propio dictador ruso, significó el comienzo del fin de ese proyecto, cuando los aliados dejaron claro que, en contra de la opinión de Putin, Ucrania sí tenía un sitio en la organización, aunque no se atrevían a ponerle fecha.
Desde entonces, las tensiones entre Rusia y la OTAN no dejaron de aumentar hasta la desaparición de todos los puentes que se habían tendido para garantizar una coexistencia pacífica. Los últimos lazos eran los económicos, significados por el suministro de gas ruso a buen precio, sobre todo a través de la recién creada Organización de Naciones Unidas, establecer consultas si existen amenazas para alguno de los miembros y acudir en ayuda, el conocido artículo 5, si uno de ellos es atacado. Pero que «si hubiera existido en 1914 y 1939, creo que hubiera evitado los actos de agresión que llevaron a las dos guerras mundiales». La alianza militar fue la respuesta geoestratégica de Washington a la situación de Europa tras la Segunda Guerra Mundial: los países occidentales destrozados por el conflicto, los orientales controlados por la Unión Soviética, y con la amenaza de ampliar su dominio al resto del continente.
La OTAN se amplió, la URSS respondió con el Pacto de Varsovia y el munlos polémicos gasoductos construidos por Alemania con la esperanza, que después se revelaría infundada, de que el dinero aplacaría al Kremlin.
Un año después, a finales de 2009, entró en vigor el Tratado de Lisboa en el que los europeos quisieron incluir una cláusula de defensa mutua en el artículo 42.7, como un espejo del artído vivió durante décadas la Guerra Fría, con la amenaza de un conflicto nuclear desastroso. Fue una manera de vivir en guerra sin estar en guerra, con subidas y bajadas de la tensión, con una ampliación progresiva de la Alianza Atlántica favorecida por la descomposición de la URSS a comienzos de la década de 1990.
Nueva era
La caída del ‘telón de acero’ supuso la incorporación de muchas exrepúblicas soviéticas a la OTAN e incluso un acercamiento hacia Rusia. También, un cuestionamiento de la necesidad de la alianza militar en ese contexto.
Hoy eso ya no se cuestiona: la agresividad de la Rusia de Vladímir Putin se percibe como una amenaza cada vez más cercana a los países europeos. Lo que se cuestiona es cómo hacer frente a la amenaza. En especial, desde EE.UU., el pilar militar de la Alianza. En la semana del aniversario de la firma del tra
culo 5 del Tratado de Washington, en la que se establece que «si un país de la UE es víctima de una agresión armada en su territorio, los demás países de la UE tienen la obligación de ayudarle y asistirle con todos los medios a su alcance». Aún entonces, la mención pareció completamente superflua y solo se consideró teniendo en cuenta que algunos de los miemtado de la OTAN, el sucesor de Acheson, Antony Blinken,lik se hha reunidoid en Bruselas con sus homólogos de la Alianza para celebrar los 75 años. Sobre la mesa, un asunto que deja en evidencia las griebros de la UE no lo eran de la OTAN. Los autores de ese artículo estaban lejos de imaginar que unos años más tarde, en la cumbre de la OTAN que se celebró en Bruselas en 2018, Donald Trump le llegaría a proponer abiertamente a su consejero de seguridad, John Bolton, que Estados Unidos se retirase de la organización dado que a su entender no obtenían beneficios de lo que invertían en defensa común. tastas que le han salisalido al escudo del que hablaba TrumTruman en 1949: las nnegociaciones para establecer un sisistema de entregatrega de armas a UcraUcrania, que incluiríacluiría un fondo de 100.0100.000 millones de dólares,dól ‘a pruebba ded Donaldld Trump’. Ell expresidente de EE.UU. es de nuevo candidato a las llaves de la Casa Blanca y va por delante en las encuestas de su mismo rival
En aquella ocasión, el norteamericano fue muy grosero en términos diplomáticos y aunque no llegó a tomar esta decisión, dejó a los aliados europeos un amargo sabor de boca. La idea de que Estados Unidos pudiera dejar a sus aliados en la estacada puso los pelos de punta a toda la UE y si la victoria de Joe Biden en las siguientes elecciones parecía favorecer que todos pasasen página, la invasión rusa de Ucrania ha terminado por dejar claro que la UE debe construir a marchas forzadas una defensa propia.
Disuasión nuclear
Los países como Polonia y los bálticos que llevaban décadas advirtiendo a los demás sobre la verdadera naturaleza del régimen ruso son ahora escuchados con atención. Finlandia y Suecia que tenían a gala mantenerse fuera de la OTAN se han apresurado para ingresar en la Alianza, y Francia se prepara para ser la última etapa de la disuasión nuclear para toda la UE. El llamado Fondo para la Paz de la Comisión Europea, que se creó para tratar de prevenir conflictos, se ha ampliado y se dedica ahora a comprar municiones y armamentos para Ucrania y con más ahínco después de que en Estados Unidos los republicanos partidarios de Trump bloqueen el dinero para hacer lo mismo. en 2020, Joe Biden. Trump ha dado muestras de que con él se acabarán los cheques en blanco a Ucrania y ha mantenido un discurso intimidatorio con sus aliados de la OTAN. Como presidente, amenazó con la salida de EE.UU. de la OTAN –en esencia, la desaparición de la alianza militar– porque muchos miembros no cumplían con las exigencias del 2% de presupuesto para Defensa. Como candidato, ha endurecido el discurso. En febrero dijo que animaría a Rusia a «hacer lo que demonios quiera» con los miembros «morosos» de la OTAN. Además, no ha ocultado su inclinación por un acuerdo con Putin sobre Ucrania favorable para Rusia.
Los aliados de EE.UU. en la OTAN ven en Trump un agente de inestabilidad y en su posible victoria en noviembre una señal de alerta: las posiciones del expresidente sobre la Alianza son populares en sectores amplios del partido republicano, en los que cada vez se per
Sin embargo, la UE no deja de tropezar en sus propios defectos ni en estas circunstancias. Los líderes acordaron entregar un millón de obuses de artillería a Ucrania en un año y las discusiones políticas por un lado y la constatación de que la industria militar europea estaba literalmente dormida han sido como una ducha de agua fría para todos, sobre todo para los ucranianos que no han visto cumplida esta promesa ni de lejos. Ha sido la República Checa la que ha puesto sus propios medios para encontrar en cualquier parte del mundo esta munición lo que permitirá que se cumpla esta promesa, aunque sea con casi un año de retraso.
Por estas razones, el pasado 19 de marzo, en su carta de invitación para el Consejo Europeo que debía celebrarse dos días después, el presidente Charles Michel lo explicó de forma tajante. Ante la evidencia de la amenaza que supone la Rusia de Putin, hizo un llamamiento a los europeos a asumir sus responsabilidades en estos momentos cruciales. «Debemos prepararnos para la defensa y pasar a una economía de guerra. Ha llegado el momento de asumir la responsabilidad por nuestra propia seguridad» puesto que «ya no podemos contar con otros o estar a merced de los ciclos electorales en EE. UU. o en otros países».
Stoltenberg: «Un ataque a un aliado sería un ataque a todos» Los ministros de Exteriores campaña electoral presidencial. aliados celebran en la capital El ambiente, de todos modos, es belga un Consejo Atlántico tan extraño que al comienzo de ordinario dedicado, además de la reunión de ministros, el la conmemoración del 75 secretario general, Jens Stoltenaniversario del Tratado de berg –cuya sucesión sigue Washington, sobre todo a siendo un tema pendiente– reafirmar el apoyo de la OTAN a consideró necesario recordar Ucrania y a la preparación de la que la OTAN «fue fundada bajo cumbre de este verano que se la simple y solemne promesa de celebrará precisamente en que un ataque a un aliado es un Washington en vísperas de la ataque a todos».
cibe menos la seguridad de los aliados europeos como un asunto prioritario para EE.UU. Trump se ha acercado al discurso ‘antiglobalista’ y se ha peleado con los sectores convencionales del partido republicano, al que pertenecían los altos cargos de su Administración en materia de seguridad internacional,
Entre otros, se ha enfrentado al que fuera su secretario de Defensa; su secretario de Estado, o su asesor de seguridad nacional. Con Trump, es necesario separar las palabras de las acciones. Durante su presidencia, no retiró a EE.UU. de la OTAN, ni redujo su financiación e incluso la alianza se amplió con dos miembros. En esos cuatro años, no hubo guerras y él siempre dice que se debió a su gestión. Si regresa a la Casa Blanca en noviembre, recibirá un mundo en conflicto: la guerra de Ucrania, las ambiciones de Putin, la guerra en Gaza o la agresividad de China en la región Asia-Pacífico.