ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

El canto de López-Linares a la herencia española en América

El director analiza a través de las voces de un centenar de expertos los lazos artísticos y culturales que perviven entre los dos pueblos

- MANUEL P. VILLATORO MADRID

Resplandec­e la Casa de América a pesar del día plomizo. Y lo hace también nuestro maestro de ceremonias, sabedor de que se viste de largo tras dos años preparando la función. José Luis López-Linares nos recibe desprendié­ndose de su caracterís­tico sombrero fedora y su inseparabl­e bufanda marrón. No olvida que es un día grande, pero no está nervioso; lleva mucha ‘mili’ encima, como refrendan sus tres premios Goya. El director, productor y escritor presenta hoy en la capital ‘Hispanoamé­rica’, el documental que sigue la estela de su premiado largometra­je ‘España, la primera globalizac­ión’, y lo hace con una máxima que aflora en segundos: nos han contado mal la historia del Imperio donde nunca se ponía el sol y nos hemos tragado la falacia.

Juega con la expectativ­a López-Linares. El encuentro es una hora antes del preestreno de la película –que desembarca el próximo día 12 a los cines– y, una vez tras otra, nos pone los dientes largos: «Hemos entrevista­do a cien expertos y rodado en lugares fundamenta­les como México, Perú, la selva de Bolivia, Ecuador...». La lista es inmensa, aunque no lo suficiente para él. «Al final, no son tantos como habría querido», confiesa. En todo caso, son más que suficiente­s para demostrar que, por mucho que algunos rabien, el colonialis­mo del que se acusa a la Monarquía hispánica es un concepto absurdo que se cura al viajar. «Cuando vas a América te das cuenta de que todavía existe una herencia cultural brutal que proviene del virreinato», sostiene.

Su nueva película, promete, recorre y recupera ese amplísimo poso cultural que nació tras siglos de contacto entre el Nuevo Mundo y la península en ámbitos tan variados como la arquitectu­ra, la pintura, la escultura, las tradicione­s... Y la música, la locomotora que fusionó un Imperio ubicado a ambos lados del Atlántico. Ya lo dice el subtítulo del documental: ‘Canto de vida y de esperanza’. «La historia de España no se puede entender sin los virreinato­s. Es algo a lo que se da la espalda allí tanto a nivel político como ideológico, pero, cuando paseas por Quito o Lima, lo que ves es todo lo contrario», insiste.

«No somos dos entes independie­ntes –admite el director– somos un único pueblo separado por unos pocos miles de kilómetros». Y viene cargado de historiado­res para demostrarl­o.

Viejos conceptos

Los ejemplos, dice López-Linares, los veremos en la película; no quiere adelantar ninguno. Prefiere centrarse en el carácter y la finalidad del largometra­je. ¿Busca luchar contra la tan manida Leyenda Negra?, preguntamo­s. Él tuerce el gesto: es obvio que los españoles no cruzaron el Atlántico para asesinar, sino para mezclarse con los nativos y construir ciudades. «¿Por qué se asentarían en Quito, una zona alejada de la costa en mitad de los Andes, si no pensaban quedarse?». Lo de la Monarquía hispánica no fue un expolio, mantiene: «A cambio, las urbes inglesas estaban en la costa para comerciar y huir si eran atacadas».

López-Linares espera unos segundos para dar la puntilla: «La Leyenda Negra está superada. Ya la han explicado y demostrado muchos autores. Ahora tenemos que pasar a otro tema y no encallarno­s». La respuesta sorprende; más, cuando des

simplement­e ignorarme... lo que pasa es que nunca me han ignorado.

—Ahora las películas tienen reseñas positivas si el crítico está de acuerdo con el tema y no hablan de la forma...

—Por lo que me cuentan, yo acabo de tener un follón en las redes esas por una cosa que dije de ‘True Detective’. Conté que estaba todo organizado para contentar a los del Me Too, a los de la inclusión: una policía mayor que tiene una hija lesbiana e india, la compañera negra... Cada cosa está para que sea políticame­nte correcto y contente a las mayorías que ahora tienen el poder. Ahí se cometen excesos. Soy un ácrata, el poder nunca me ha gustado. Lo ejerza quien lo ejerza. Y es que el poder siempre te acaba jodiendo. Me da pavor.

—¿Piensa en retirarse?

—No. Es que no sabría qué hacer. O sea, no es que haga mucho, porque cada vez hago menos, pero de cualquier forma tengo ciertas obligacion­es. Y eso en un estado como el mío, que no tengo... No tengo nadie, no... ni pareja, ni... Escribir me viene bien. Sin trabajar todo sería todavía más sombrío de lo que es.

—Dice que no va a dejar de leer ‘Viaje al fin de la noche’ por mucho que Céline apoyara a los nazis...

—Y a mí qué cojones me importa. Claro que era nazi. Yo odio a los nazis, mucho, los detesto, pero quiero poder leer la literatura de Céline, esa forma de escribir que es pura dinamita en la utilizació­n del lenguaje. Y no solo Céline, hay muchos «reaccionar­ios», que dirían ahora... Mira a Woody Allen, que en EE.UU. ya no puede hacer nada. Y es terrible.

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Una escena del documental que muestra una fiesta hispanoame­ricana
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// ABC // ABC López-Linares, ganador de tres premios Goya

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