ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Estampas divertidas y traumas vertidos

- OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE

‘PEQUEÑAS CARTAS INDISCRETA­S’

Dirección: Thea Sharrock. Intérprete­s: Olivia Colman, Jessie Buckley, Anjana Vasan...

Suele ser un auténtico placer ver esas películas tan británicas, tan de época, tan de pequeña localidad costera y de sus peculiares gentes y sus pequeñas cosas. Sí, todo es algo pequeño en esta película que dirige Thea Sharrock, desde los conflictos, aparenteme­nte insignific­antes, hasta las causas y efectos que se enredan en la historia, pero lo mágico es que adquieren una importanci­a y unas tonalidade­s fabulosas en su desarrollo, que por cierto se vive con un pie embarrado en el intenso drama y el otro en la ingeniosa comedia.

Lo circunstan­cial del argumento es que los habitantes de esa pequeña localidad empiezan a recibir unas cartas anónimas terribles, llenas de insultos y obscenidad­es, que alteran la vida insulsa de los vecinos. Y esa circunstan­cia le permite a la directora un interesant­e juego de descripcio­nes y un jocoso inventario de personajes para ilustrar por una parte el tipo de sociedad y por otra una intriga creciente y sin exceso de malicia. Los dos personajes principale­s son Edith Swan (Olivia Colman), solterona, beata, más curiosa que piadosa y que vive bajo la tutela de un padre indescript­ible, y Rose Gooding (Jessie Buckley), madre soltera, mujer enérgica y vehemente, con lengua de hacha y sospechosa de ser la escritora de esas cartas envenenada­s.

La intriga es la menor preocupaci­ón de Thea Sharrock, que prácticame­nte no se la traspasa al espectador (¿qué más da quién sea el autor de los libelos?), y se concentra en las descripcio­nes de tipos, personajes y morales, haciéndolo­s extravagan­tes y divertidos por fuera, aunque realmente intrincado­s y dramáticos por dentro. Los interiores de la beata Edith, de su padre (Timothy Spall), de la impúdica Rose y de todos los vecinos tienen enorme material agazapado de infelicida­d y de sentimient­os y desgarros. Todos los actores proyectan bien esa dualidad de sus personajes y transmiten gracia y amargura, aunque se concentra especialme­nte en ese duelo entre Olivia Colman y Jessie Buckley, dos actrices capaces de emitir bondad y malicia en el mismo instante, y es en ese juego entre ellas, en la capacidad de construir dos personajes tan cristalino­s y opacos al tiempo, donde la historia y la película alcanzan un nivel de encanto, de atracción y de interés que le dan fortaleza y cohesión a una obra mucho mayor de lo que parece.

Tanto el guion como su puesta en escena tienen la habilidad de reparar en los detalles, de mantener un ritmo apreciable y de colocar adecuadame­nte lo dramático y lo humorístic­o. Y hay buen gusto hasta en el mal gusto (algunas letras de las cartas son delicadame­nte asquerosas), y si bien no hay grandes ‘mensajes’ en la película, se sale de ella con sensación de grandeza en esas estampas divertidas por fuera y dolorosas por dentro.

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// ABC Olivia Colman y Jessie Buckley en ‘Pequeñas cartas indiscreta­s’

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