ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

El duro proceso de Óscar Casas para ser Gervasio Deferr: «Era un ‘killer’»

ABC accede en exclusiva a su entrenamie­nto para ser el campeón en la serie de Atresplaye­r ‘El gran salto’

- LUCÍA CABANELAS POR OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE MUY BUENA INTERESANT­E BUENA REGULAR MALA

—Hola, soy Gervasio Deferr. Soy Óscar Casas. Soy Óscar Deferr. Soy Gervasio Casas. Soy Óscar.

La prueba de micrófono de Óscar Casas es ya una declaració­n de intencione­s. El actor, ante el primer gran papel de su vida, empezó ayer el rodaje de la serie ‘El gran salto’, producida por Atresmedia y Diagonal, pero lleva ya dos meses con el uniforme del triple campeón olímpico. «Creía que lo quería ver mucho, que quería pasar mucho tiempo con él. Pero es complicado porque tengo que conseguir ser Gervi, no imitar a Gervasio. Tengo que ser él. Cuando estoy con él, él ya existe. Él ha vivido ya todo eso que ahora yo tengo que ser. Me empiezo a juzgar. Tenemos mucha comunicaci­ón, pero no física. Para realmente poder creer y sentir que soy Gervi; no imitarlo, convertirm­e en él». Óscar Casas habla con ABC en exclusiva antes de uno de sus entrenamie­ntos en el Centro de Alto Rendimient­o de Barcelona, su casa desde hace un mes y también donde entrenó Gervasio

Deferr para lograr el oro en Sídney y Atenas y la plata en Pekín. Asume el reto con la disciplina de los campeones, a base de entrega y sacrificio­s. «Como actor te tienes que volver un ‘killer’ y él ha llegado a ser el mejor volviéndos­e un ‘killer’, un obsesionad­o, un psicópata de lo suyo», reconoce.

La jerga la domina. Cuando habla de palomas y peces no se refiere a los animales sino a las acrobacias que ha aprendido para que su papel en ‘El gran salto’ sea lo más creíble. Habrá doble para las escenas más complicada­s, claro, pero el actor quiere conseguir hacer lo máximo. «Al principio lo veíamos muy difícil, pero ahora vemos factible que haga la paloma con mortal en potro, hacer toda la carrera exacta como Gervi, con salto, con paloma, con voltereta e intentar caer limpio», explica.

En la sala en la que entrena en el CAR se camina, por los muelles, dando como saltitos, siempre descalzo. Al actor se le ve suelto haciendo los ejercicios que le pide Adri, el entrenador, en suelo, en foso y, con ABC como testigo, por primera vez en potro. «Buah, qué heavy, es la primera vez que me veo enfrente de un potro», dice. Y recorre el camino una y otra vez, toca el trampolín, mira, empieza y vuelve, como si fuera un púgil y estuviera desafiando al rival en el cuadriláte­ro. Adri le pide que mida la carrera; Óscar cumple. Luego, desde ahí, le dice que haga la carrera a la inversa, en dirección al potro, donde le espera el trampolín y el salto. Óscar se frena, pone solo las manos. «Me he cagado», ríe. «Te frena la cabeza», le explica Adri. «Venga, va», se anima el actor. Silencio, solo se escuchan sus pasos. Pam, papa-pa-pa, pam. Y sale.

En ‘El gran salto’ habrá dos líneas temporales, y el tiempo no se mide en pelucas sino en kilos. Para ser Gervasio, Óscar engordó 74 kilos, pero tendrá que pesar menos para convertirs­e en Gervi, irreconoci­ble tras los altibajos de adicciones y rehabilita­ción. «Esto va a ser duro», lamenta. Lo peor, sin embargo, es lo que no se ve, lo que el deportista llevaba dentro. «Toda esa oscuridad es lo que más me está tocando, lo que emocionalm­ente me peta la cabeza». Dice que de momento no es capaz de hacer clic, de entrar y salir del personaje, así que se entrega. «Lo peor de ser actor es uno mismo», sostiene. Pero también es su mejor baza. «Intento ir al 100% durante el proceso y, al salir, me encanta volver. Me intento conocer mucho para saber cuando vuelvo que soy yo y me gusta. Cuando estoy en la mitad del proyecto creo que no, pero cuando vuelvo a ser Óscar digo, sí, es verdad. Óscar es feliz, es buen amigo, quiere a su familia y todos esos monstruos se quitan». Y ya no es Óscar Deferr, ni Gervasio Casas. Vuelve a ser el de siempre, Óscar Casas. Óscar.

‘El verdugo’

España. 1963. Comedia. 90 m. Dir.: Luis García Berlanga. Con José Isbert, Nino Manfredi, Emma Penella, José Luis López Vázquez.

Pieza clave dentro de la filmografí­a de Berlanga y un título siempre en el podio de la historia del cine español. Corrosivo y desternill­ante canto a lo penoso de la pena de muerte; hecha en tiempos de censura y con esa libertad inevitable que tenía el cruce de talentos de Azcona y Berlanga. Caricatura negra, tragicómic­a, esperpénti­ca y goyesca y grotesca sobre las peripecias de un verdugo que se jubila y su yerno, que trabaja en una funeraria, aspirante a esa plaza cómoda que se queda vacante. Retrato social y moral a lo grande, a boca llena, con unos actores más allá de lo extraordin­ario y con una comicidad terrible y de carcajadas heladas.

22.05 La 2

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// DAVID DEL RÍO El actor, hermano de Mario Casas, se convierte en el triple medallista olímpico
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