ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

COPA DEL REY / FINAL El Athletic se abona a la épica en Sevilla

Noche memorable para los de Valverde, que 40 años después salen campeones tras vencer en los penaltis Berenguer, héroe de la noche tras los errores de Morlanes y Radonjic, que dejan al Mallorca sin el gran premio

- IGNACIO LIAÑO SEVILLA Athletic Club

Fueron y se las prometiero­n felices e infelices, porque una final es justo eso: saber pasar a las doradas páginas de la gloria. No rechazar la deportiva mano de uno de los días más tristes de toda tu trayectori­a. Y la inédita cita definitiva entre Athletic y Mallorca trascendió a cualquier definición simplifica­da de lo que viene a ser un partido: fue una extraordin­aria demostraci­ón de grandeza de dos clubes cansados de mirar lo más alto de los podios desde la barrera y decir que están aquí. Dani Rodríguez, primero, y Sancet después, igualaron una final de Copa trepidante como pocas se recuerdan en el pasado reciente en el que Valverde y Aguirre lograron hallar sus puntos débiles hasta la prórroga, tiempo del pánico que activaron no sin temor ambas escuadras de sucumbir en el último aliento. Y luego los penaltis, donde todo se decidió, con un Berenguer que fue el héroe de la noche tras los errores de Morlanes y Radonjic. La historia se cuenta sola: el Athletic de Bilbao vuelve a ser campeón de la Copa del Rey 40 años después.

La final fue mucho más que una final desde mucho antes de su comienzo. Lo inédito de la ocasión se convirtió como era de esperar en un verdadero fragor de fútbol y la mayoría vasca vista por la ciudad pronto fue relativiza­da por el empuje inicial de los insulares. Ese es justo el mensaje que envía la más justa de las Copas hasta su último día: que hay una fina línea entre soñar y dormirse y esa la marca la competitiv­idad.

Nico fue el MVP de la noche y llevó en volandas a los suyos ante el calor de los miles de aficionado­s vascos que vibraron en la Cartuja

Vesga (46) U. Gómez (80) Berenguer (91) Muniain (91) R. García (91) Lekue (106)

GOLES m.21: D. Rodríguez. PENALTIS 1-0; 1-2; Radonjic, 1-2; 2-4.

EL ÁRBITRO

(Comité Andaluz). Amonestó a Paredes del Athletic Club y a Muriqi y Randojic del Mallorca. 19

7 603 111 2

8

15 69%

m.50: Sancet.

1-1; Morlanes, 1-1; 1-3;

Remates Remates a portería Pases buenos Pases fallados Fueras de juego Saques de esquina Faltas cometidas Posesión 2-3;

La atención medida y la gestión de las pulsacione­s. Ahí no hay colores por más que predominas­e el rojo de distinta tonalidad. Arrancaba la cita tras el himno nacional, silbado por parte de la grada bilbaína, y era Nico quien levantaba con su zancada el uy del respetable vasco y sendos pitidos de los baleares. De todo ello tomaba nota desde la banda Valverde en su libreta al tanto que Aguirre incidía en la marca en esos primeros compases escritos más con el corazón que con la fría inteligenc­ia. Sancet la pedía siempre por dentro para ganar superiorid­ad y Dani García hacía lo propio para el Mallorca, que quería darle amplitud a un titularísi­mo Darder y anular la iniciativa del Athletic. Raudo despejaba Greif un lanzamient­o lateral al primer cuarto de hora y sacaba a media altura un notable disparo de Galarreta, un futbolista superlativ­o. Y el peligro se trasladaba al otro área cuando Nico perdía un balón, y el pirata Muriqi saqueaba el carril del ocho para buscar el tiro que casi sorprendía a Agirrezaba­la.

Era justo aquella la antesala del primer gol de la final, cuando a la salida de un saque de esquina, un doble remate del Mallorca pone en apuros a la confundida defensa de Valverde y es Dani Rodríguez, a la tercera, quien canta el ‘amunt’ más fuerte de Sevilla con un disparo a media altura para el batido meta vasco. «¡Sí se puede! ¡Sí se puede!», entonaban pese a la ventaja los miles de mallorquin­istas que veían cómo se colocaba en el luminoso el 0-1 que supuso un verdadero fiasco para el Athletic. Nadie esperaba en Bilbao este primer mazazo y Palma vibraba con la manera de rebelarse a cualquier ley de los nú

meros. ¿Un balear por cada athleticza­le? Por momentos eran mil gargantas insulares por cada murmullo local. Se desesperab­a mientras tanto Sancet en otro intento que impulsaba la impotencia. Mucho mejor iba dirigido el siguiente, que volvía a detener Greif, evidencian­do la mejora por momentos del Athletic.

Pendía del hilo de lo psicológic­o la final, reiniciada en un segundo tiempo marcado por la clarísima ocasión de Larin cuando apenas volvía la gente a su asiento. Y ahí que ganaría la batalla Nico contra el propio Nico, cuando desde el perfil contrario robaba un balón en zona alta, cedía creyente a Sancet, y Sancet sacaba la Gabarra de la ilusión reponiendo la igualada y desatando la locura de quienes conocen cada centímetro de esa Copa que para el Athletic es más. Muchísimo más para un bufandeo que era una declaració­n de intencione­s: «¡A por ellos, oé!».

Y luego dejaba la estampa de la final Nico con un túnel memorable y un eslalon en el que no se veía ninguna luz de remate. Más lucidez pretendían agregar Valverde y Aguirre con las sustitucio­nes, y al llegar al tramo final, con el aliento de la prórroga sobre la nuca cartujana, volvían los aplausos y los últimos resoplidos mientras el Athletic seguía sin ver el hueco y el Mallorca, el oxígeno necesario para alcanzar la portería contraria. Y un doble suspiro asediaba la grada vasca antes del pitido final del tiempo reglamenta­rio: uno por el potente tiro de Vivian, y otro por un cabezazo de Nico que parecía ganador. Se iría la final a la prórroga. Y la volea de Muniain en su primer tiempo, directa a la grada de los bermellone­s. Igual que su justísima falta pegada al poste postrero. Vibrante como el gran testarazo de Morlanes antes de jugarse la parte final. Y piña para los de Valverde. Y cánticos que llegaban con la fuerza de las islas. Y a jugar con el alma, porque el alma era ya la que mordía en Sevilla. Y brazos a la cabeza cuando Nico tuvo la enésima. Igual que Muriqi. Pero se iba a penaltis. La mejor cara o la peor cruz. Y cara levantaba Muriqi marcando el suyo. Como Raúl García. Y retumbó la Cartuja para que Agirrezaba­la tapara el de Morlanes. Metía Muniain. De nuevo los ecos. Y Radonjic fallaba para locura vasca. Vesga caía en el suyo pero anotaba. Sánchez evitaba el caos. Pero Berenguer sentenciab­a. Y era el fin de la historia de las historias: 40 años después, el Athletic, campeón.

Athletic

Real Madrid

Atlético de Madrid

Valencia

Zaragoza

Sevilla

Espanyol y Real Unión Irún R. Sociedad, Betis y Deportivo Arenas, Mallorca y Levante

PALMARÉS DE LA COPA

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// AFP Sancet dispara a puerta para lograr el 1-1
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// AFP Guruzeta vuela por encima del balear Toni Lato

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