ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

5020 Studio Madrid: así se hace el pop del siglo XXI

- JAVIER VILLUENDAS MADRID

«E5020 Biscayne Blvd se forma el quilombo, man. Vamos, agarra el carro». Esta conversaci­ón inventada y absurda quizá la podría haber protagoniz­ado Shakira, Jennifer Lopez o Rauw Alejandro de camino a los famosos estudios de Miami llamados como su propia ubicación, y que ahora en la capital española descorchan réplica: 5020 Studio Madrid, el estudio más grande de España, anuncian. Y el ‘hub’ creativo con Sony pretende dominar el mercado latino y en español.

Pero, ¿para qué sirve un estudio cuando se puede grabar tan bien en casa? «En una canción latina de éxito puede haber 20 personas detrás… Es difícil meter a toda esta gente en casa. Y, claro, la inversión que hace una compañía en tecnología es alta. Estas consolas valen decenas de miles de euros, los altavoces igual… Pero, al final, la grabación, la distribuci­ón y la promoción la puede hacer un artista. Entonces, ¿cuál es el valor añadido? Sitios así. Un lugar para defender la creación y que pasen cosas», dice José María Barbat, presidente de

Sony Music España y Portugal. Con más de 1.800 metros cuadrados en el distrito de San Blas-Canillejas, 5020 Studio es un antiguo gimnasio de tres pisos con salas para composició­n, grabación y producción, zonas ‘lounge’, espacios que pueden volverse cines y una sala de 85 metros cuadrados para grabar en directo y que puede tornar en salón-comedor. Hasta una terraza de 500 metros con barra, barbacoa y pérgola. A mano del centro y a siete minutos de Barajas sin tráfico, para quien aterrice y quiera ir directo. No hay alojamient­o, sin embargo.

El estallido

En la última década se ha producido un estallido de la música en español en todo el mundo, con hitos tales como que en 2020, 21 y 22 el artista más escuchado en Spotify en todo el globo fuera el puertorriq­ueño Bad Bunny. Esta eclosión ha permitido que Sony España haya convencido a la matriz para erigir este «puente entre Latinoamér­ica y Europa. A lo mejor, diez años atrás, cuando la música latina no era tanto, nos hubieran dicho: ‘A dónde vas’», confiesa Barbat.

En sus pocos meses de funcionami­ento, por allí ya han desfilado el noctámbulo Ozuna, el obsesivo Abraham Mateo (acaba de sacar ‘Insomnio’) o Nathy Peluso. Es para artistas de la casa, no para alquilar. «Hombre, si viene McCartney no le vamos a decir que no, sería un insulto a la inteligenc­ia humana. Pero la rentabilid­ad se tiene que medir de lo que se haga aquí, que entren canciones en los ‘charts’ de España y la región latina, y con obras que pasen a la historia como ‘El Mal Querer’ o ‘El Madrileño’».

«Creo que en España «Los vídeos de tres minutos se consumen menos, ahora son habituales las canciones de dos minutos. Más que ‘singles’, parecen ‘jingles’»

no hay un estudio más grande y en Europa pocos», sigue el directivo, que explica algunas novedades de los tiempos: «Antes ibas a uno con un coste tan alto que tenías que tener los deberes superhecho­s, con horas de grabación concretas. Este se ha diseñado para que el proceso sea como se trabaja hoy, de una forma muy colaborati­va. Tangana dijo que muchas veces venía en el taxi acabando una letra o pensando la idea que tenía de canción. Aquí hay varias salas trabajando a la vez para que sea como la creación de un plato: varios cocineros en diferentes mesas para que cuando llegue el artista, el chef, encuentre todos los ingredient­es preparados: letra, música, etc.».

Así, para cocinar un solomillo comercial, un ‘hit’, la alineación tipo puede ser: un ‘top-liner’ para crear la melodía; uno o dos productore­s para los ‘beats’; y uno o dos letristas. Todos revueltos, y el artista puede colaborar o no. Después, algún arreglista más, el ingeniero de sonido y el mezclador (o mandar a Estados Unidos). «Y todo eso en un lugar en el que hay varios artistas a la vez que no se conocen. Se pueden tomar una caña juntos y, de repente, surgir una colaboraci­ón», dice Jordi Tello A&R, de Sony.

El responsabl­e de Artista y Repertorio de Sony cuenta que las ‘stories’ de Instagram o TikTok han influido en la manera de componer. «Los jóvenes no están más de un minuto viendo un vídeo, están 30 segundos. Los vídeos de tres minutos cada vez tienen menos consumo. Es muy habitual que las canciones sean de dos minutos ahora, más que ‘singles’ parecen ‘jingles’. Todo lo que tengas que decir, dilo rápido. Si quieres poner en un vídeo una explosión, ponla al principio. Si no, no la ve nadie».

¿Y para captar talento? «Ha cambiado mucho. Antes de la aparición de internet, el A&R, la radio y los mánagers eran el filtro para pasar de tocar en tu barrio a que te conociera todo el mundo. Ahora, en este mundo de las 100.000 canciones al día, nosotros, aparte del olfato, tenemos herramient­as que miden las canciones que suben más de una manera exponencia­l en su consumo orgánico. Datos y números no implican que al final haya una carrera de éxito o una canción que vaya a ir más allá. Cada vez llegan menos maquetas, nos llegan enlaces o lo miramos nosotros. Hacemos un análisis semanal del top 30.000 y podemos incluso hacerlo del top 100.000 diario y semanal de canciones».

¿E ir a conciertos? «Seguimos yendo. Hay artistas urbanos que están haciendo mucho dinero y consumo que no han tocado en la vida ni les gusta. Hay otros, sobre todo grupos de rock y pop, que lo mejor es verles en directo y ver cómo transmiten su música. Eso no va a desaparece­r nunca. No hay mejor marketing que un buen directo».

Sony erige según anuncian, para que haga de puente entre Iberoaméri­ca y Europa. El proceso para hacer un ‘hit’ ha cambiado

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// ERNESTO AGUDO Dos técnicos trabajan con una de las valiosas consolas del estudio
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// ERNESTO AGUDO J. M. Barbat, de Sony España

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