ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)
El Norte está lleno de frío
Recuerdo el País Vasco de los noventa porque abría los veranos y el de los ochenta porque abría los telediarios. Todos los días la misma historia, otro atentado, otra familia rota, otra viuda con gafas de sol y otro desfile de políticos sacando cigarrillos rubios de aquellos paquetes blandos. El aire estaba contaminado y la polución bajaba por las ventanillas de las ambulancias en goterones de lluvia espesa como el odio. En el suelo, el mismo charco de sangre bajo la misma manta, junto a la misma ría. Los mismos regueros sucios caían después por las conciencias. Ilegales cantaba que «el Norte está lleno de frío y siempre llueve en domingo. La Policía está en peligro y siempre hay detenidos. Una ola de carne en la playa, una mancha de sangre en la cara. Hay muchas pelotas de goma. Me voy a jugar a la calle».
En medio de ese ambiente, Ardanza, con su pinta de ‘tory’ y esas gafas como de saber traducir directamente del griego al euskera. Fue tan popular que salía en las canciones de La Polla: «Si en
Londres les pica un huevo, aquí todo el mundo se rasca. Si allí tienen a la Thatcher, aquí tenemos a Ardanza». Viendo lo que vino después, toca despedirle con el mayor de los respetos. No lo tuvo fácil y, a pesar de esa lacra que es el nacionalismo, tuvo la valentía de enfrentarse a parte de ‘los suyos’ para decirles que los que matan nunca pueden ser ‘los nuestros’. Conviene recordarlo. Porque ETA ya no mata y Ardanza ya no está. Pero los nuestros siguen muertos. Y los otros van a ganar.