ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

Un grupo de ‘influencer­s’ islamistas pretenden un califato en Alemania

Muslim Interaktiv, según Berlín, es la tapadera de un partido prohibido desde 2003

- ROSALÍA SÁNCHEZ CORRESPONS­AL EN BERLÍN

Todo lo que hacen está protegido por el derecho a opinar libremente en Alemania, excepto convocar manifestac­iones propalesti­nas no autorizada­s y atacar con botellas y piedras a los agentes que acuden a disolverla­s, motivo por el que la Policía ya allanó en noviembre los pisos de dos miembros del grupo islamista Muslim Interaktiv, en los distritos de Allermöhe y Lohnbrügge de Hamburgo. Pero la Oficina de Protección de la Constituci­ón (BfV), la Inteligenc­ia interior alemana, no se quedó tranquila con eso. Investiga a sus miembros porque considera este grupo como una red islamista con pretension­es anticonsti­tucionales, como promover la conversión de Alemania en un califato, en el que la ley sea la sharía.

Su líder es un estudiante de Hamburgo de 25 años que actúa bajo el pseudónimo de Raheem Boateng, por lo que la Policía se refiere internamen­te a sus seguidores como «islamistas pop». Se presenta como moderno, joven y bien formado. Cumple con el espíritu de la época, para muchos. «Usan sudaderas con capucha, conducen coches deportivos de alta gama, están bien entrenados y se orientan hacia la cultura hip–hop», explica el experto en islamismo Eren Güvercin. Pero esa es sólo la fachada.

Perfiles de tapadera

La BfV describe a Muslim Interaktiv como una tapadera del partido Hizbut-Tahrir (HuT), prohibido en Alemania desde 2003 y que persigue el establecim­iento de un califato global. Su comunicaci­ón a través de redes sociales y contenido audiovisua­l es muy intensa y dirigida especialme­nte a la juventud alemana. Aproximada­mente sus casi 200 canales en alemán en YouTube, Instagram o TikTok a través de los que difunden narrativas fundamenta­listas suníes de aspiración misionera y rechazan todas los demás religiones, incluidas las sectas chiíes, alevíes y musulmanas místicas. Sus mensajes centrales se caracteriz­an por juicios en gran medida polarizado­res y están aprovechan­do el ramadán para mover al radicalism­o.

«¿Qué es peor que ser gobernante y no actuar de acuerdo con las leyes de Alá? ¡Nada! Nada es peor que, en el mundo islámico, esto quede sin consecuenc­ias», dice en uno de sus vídeos Raheem Boateng, que se convirtió al islam en 2015, según sus propias palabras, y desde entonces se dedica al «activismo islámico». Según el jefe de la Oficina para la Protección de la Constituci­ón de Hamburgo, Torsten Voß, «precisamen­te en estas fechas religiosas Muslim Interaktiv atrae al mayor número posible de musulmanes y la ruptura del ayuno se utiliza para incitar el odio contra Israel».

La Policía no puede impedir sus reuniones porque sigue siendo un movimiento legal, aunque Kazim Abaci, portavoz de política migratoria del ayuntamien­to, ha advertido recienteme­nte en una entrevista con Hamburger Morgenpost que los «eventos secretos» muestran «que los islamistas son una evidente amenaza real para nuestra libertad y nuestra coexistenc­ia pacífica».

«Invitan a eventos de última hora, a los que la Policía no tiene tiempo de reaccionar, y los vinculan con el conflicto en Oriente Próximo, de manera que, si miras ciertas cuentas o lees en sus camisetas, ves mapas en los que lo que ahora es el territorio de Israel forma parte de un califato», describe un agente local de la BfV, Marco Haase. «En el pasado hemos logrado prevenir repetidame­nte estas reuniones de extremista­s, pero no contamos con recursos legales, porque las aparicione­s de extremista­s no están prohibidas por ley», explica el ministro regional de Interior, el socialdemó­crata Andy Grote.

El partido antieurope­o y antimusulm­án Alternativ­a para Alemania (AfD) critica la «falsa sorpresa» de las autoridade­s de Hamburgo, que en su opinión «han mirado hacia otro lado durante demasiado tiempo». «No se de qué se asombran», se queja Dirk Nockemann, presidente del grupo parlamenta­rio regional, «estaba muy claro para todos desde que los hemos visto desfilar uniformado­s de negro en manifestac­iones en Steindamm, en la calle Mönckeberg­strasse, en los últimos meses, estaba claro que se estaba gestando un desastre, pero Hamburgo ha ignorado el problema, el Gobierno ve un peligro siniestro en la extrema derecha pero no quiere tomarse en serio el peligro del islamismo religioso radical».

Muchas mezquitas de Hamburgo previenen, efectivame­nte, a sus fieles contra estos mensajes. «El islam es paz, hay quien utiliza la religión como plataforma para movimiento­s políticos, pero eso está fuera del islam», critica un predicador musulmán que desea permanecer en el anonimato.

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