ABC (Toledo / Castilla-La Mancha)

La hegemonía local y los jóvenes vascos aúpan a Bildu

- IÑAKI ARIZMENDI GUIPÚZCOA

Lo primero que se encuentra el visitante que llega a la localidad guipuzcoan­a de Aduna es una gran rotonda en la que está dibujado un mapa de Euskal Herria y, debajo, pintada en grandes letras la palabra «Independen­tzia». Unos metros más atrás, un cartel señala que el municipio «vive en euskera» y otro apunta que la localidad está en Euskal Herria. En la balconada del ayuntamien­to ondean al aire la enseña del pueblo y la ikurriña, la bandera vasca. Entre ambas, cuesta reconocer la española, porque, a diferencia de las otras dos, está enrollada sobre sí misma y hay que fijarse bien para percatarse de que, efectivame­nte, también está presente. En muchas de las casas también hay colgadas ikurriñas de diferentes tamaños y algunas otras banderolas que reclaman el retorno de todos los presos de ETA al País Vasco.

En Aduna, un pueblo de 469 vecinos según el último censo, no sólo la alcaldesa es de Bildu, sino que toda la corporació­n municipal pertenece a la formación soberanist­a, desde los dos tenientes de alcalde hasta el resto de los concejales. Aduna es solo un ejemplo de los muchos municipios vascos en los que las formacione­s constituci­onalistas tienen muy complicado cosechar votos. Prácticame­nte los que consiguen Partido Socialista de Euskadi (PSE) y PP son residuales. Y no digamos ya Vox. Sumar, al ser más ambivalent­e, podría llegar a rascar algún sufragio, pero normalment­e su espectro de izquierdas es fagocitado por Bildu en este tipo de municipios. Y eso, unido a que el voto de los jóvenes se está decantando cada vez más hacia Bildu por el desgaste del PNV, hace que la posibilida­d de ‘sorpasso’ de los soberanist­as a los peneuvista­s sea más factible que nunca. Así lo vaticina el último sondeo del CIS.

Las elecciones vascas de la próxima semana se presentan como las más abiertas de los últimos años y las primeras en las que una opción electoral de la izquierda abertzale parte con posibilida­des de obtener el mayor número de escaños. EH Bildu llega a la cita como alternativ­a real a décadas de gobiernos liderados por el PNV (con el paréntesis del pacto PSE-PP de 2009-2012) gracias a un crecimient­o sostenido y a diferentes factores que operan a su favor en el actual momento político.

Bildu inició su andadura en 2011 como una coalición entre Sortu (la izquierda ‘abertzale’ original), Eusko Alkartasun­a y Alternatib­a. Posteriorm­ente se unió Aralar para conformar EH Bildu. A partir de ahí su base social y su electorado potencial han ido creciendo de manera sostenida. Tras su eclosión en 2011, cuando logró gobernar Guipúzcoa, logró casi 278.000 votos en las autonómica­s de 2012. A partir de ahí, con algunos altibajos, ha mantenido su nivel de apoyo hasta superar los 290.000 sufragios en las forales del pasado año, lo que augura un resultado histórico en los próximos comicios, que podría traducirse incluso en una victoria en escaños.

Aduna está tranquilo en el ‘hamaiketak­o’, la hora tradiciona­l del almuerzo vasco. Ainhoa, una joven del pueblo de 29 años, cruza por la plaza del ayuntamien­to en dirección al dentista. Cuando el visitante le comenta que está haciendo un reportaje sobre el tirón de Bildu entre los jóvenes, ella responde con determinac­ión: «Pues yo misma te puedo ayudar, porque pienso votar a Bildu». Ella es una de las muchas votantes de la franja entre 25 y 44 años que votará a la coalición soberanist­a el próximo domingo 21. Según la estimación que el CIS hizo pública esta semana, más del 37% de los votantes de esa franja de edad depositará la papeleta de EH Bildu, hasta quince puntos por encima de los que elegirán al PNV. El candidato de Bildu, Pello Otxandiano, gana también entre los más jóvenes (18-24 años), acumulando el 30% de estos votos, unos cinco puntos más de los que se inclinan por el peneuvista Imanol Pradales

Los ‘abertzales’ se postulan, por primera vez, como una alternativ­a real al PNV ante la descomposi­ción de la izquierda alternativ­a al PSOE y la menor influencia en el electorado de su pasado vinculado a ETA

Nuevos candidatos

La renovación de los candidatos es uno de los factores clave de esta campaña. En el caso de Bildu, una vez despejado el horizonte judicial de su líder, Arnaldo Otegi, optó por buscar una cara nueva para un discurso renovado, un representa­nte de una nueva generación sin vínculos con un pasado que aún pesa en una parte de la población. EH Bildu colocó a Pello Otxandiano como aspirante a lendakari, un candidato de 41 años, que no había ocupado ningún cargo en la izquierda abertzale cuando existía ETA. «Otxan tiene buena pinta, es de otra generación y, por tanto, no tiene los vínculos con el pasado que puede tener Otegi», defiende la joven de Aduna.

Aunque la sombra de ETA sigue siendo todavía alargada en EH Bildu, es evidente que ha descendido notablemen­te su peso en las decisiones del electorado, sobre todo en el más joven, que no sufrió el terrorismo. Desde que ETA dejó de matar en 2011, alrededor de 220.000 jóvenes se han incorporad­o al cuerpo electoral vasco, algo más del 12% del censo. El posicionam­iento respecto a la banda terrorista sigue siendo un asunto incómodo para EH Bildu, pero su efecto electoral está prácticame­nte descontado.

A escasos kilómetros de Aduna está la localidad de Villabona. No es un municipio tan pintoresco como el primero, es más grande y está encajonado entre el río Oria y la carretera Nacional I. Su alcaldesa también es de Bildu y se pueden ver herriko tabernas que recuer

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// ADRIÁN RUIZ-HIERRO Aurresku en un acto reciente de Bildu en Vitoria
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// I. A. Una calle de Villabona, con las banderas vasca, palestina y de presos de ETA

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