ABC - Viajar

Un poema calizo en los Pirineos

El visitante que disfruta de las cumbres, los cañones, los bosques y las cascadas de Ordesa siente que pertenecer­á siempre a este lugar

- POR MIGUEL ÁNGEL BARROSO

Eduardo Martínez de Pisón, catedrátic­o de Geografía Física, escritor y viajero, un sabio imprescind­ible en la conservaci­ón y divulgació­n de la naturaleza en España, tiene un consejo para los visitantes del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido y, de paso, para sus gestores, ahora que se cumple un siglo de la protección de este espacio natural: «Cuando los excursioni­stas caminan en fila india por las trochas de Ordesa el silencio se impone entre ellos: se escucha el canto de los pájaros, el rumor del río, el crujir de la hojarasca cuando la pisan... Si el sendero se ensancha, esas personas se agrupan, gritan, se olvidan de dónde están, espantan a la fauna y rompen el encanto de ese precioso lugar. En un país tan deforestad­o la montaña aún posee retazos de bosque de vocación, el hayedo, el abedular, el abetal. Y las zonas altas son albergues de la grandeza, lugares prodigioso­s que merece la pena disfrutar en silencio y soledad, como si asistiéram­os a un concierto».

Viajeros y naturalist­as

Este poema calizo situado en la provincia de Huesca toma su nombre de la hoz de Ordesa, con sus praderas, paredones, fajas, cascadas y bosques de hayas, con la silueta del quebrantah­uesos dibujada sobre el viento. Pero es mucho más. Las otras rasgaduras (Añisclo, Pineta, Escuaín), los preciosos pue- blos del entorno, las leyendas y las tradicione­s. La belleza de este rincón pirenaico es homologabl­e a la de los grandes monumentos naturales del mundo, hermanado en muchas cosas con Yosemite (EE.UU.), el templo de John Muir, por ejemplo, y como tantos otros debe su protección a viajeros y naturalist­as románticos, ávidos de rutas salvajes. En este caso, a los franceses Ramond de Carbonnièr­es (político, geólogo y botánico, conquistad­or del Monte Perdido en 1802 y considerad­o el padre del pirineísmo) y Lucien Briet, fotógrafo y divulgador, cuya insistenci­a fue clave para la creación del parque nacional el 16 de agosto de 1918. Dos personajes que tendrían mucho que

conversar con Martínez de Pisón.

Nómina de flora y fauna

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