Un poema calizo en los Pirineos
El visitante que disfruta de las cumbres, los cañones, los bosques y las cascadas de Ordesa siente que pertenecerá siempre a este lugar
Eduardo Martínez de Pisón, catedrático de Geografía Física, escritor y viajero, un sabio imprescindible en la conservación y divulgación de la naturaleza en España, tiene un consejo para los visitantes del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido y, de paso, para sus gestores, ahora que se cumple un siglo de la protección de este espacio natural: «Cuando los excursionistas caminan en fila india por las trochas de Ordesa el silencio se impone entre ellos: se escucha el canto de los pájaros, el rumor del río, el crujir de la hojarasca cuando la pisan... Si el sendero se ensancha, esas personas se agrupan, gritan, se olvidan de dónde están, espantan a la fauna y rompen el encanto de ese precioso lugar. En un país tan deforestado la montaña aún posee retazos de bosque de vocación, el hayedo, el abedular, el abetal. Y las zonas altas son albergues de la grandeza, lugares prodigiosos que merece la pena disfrutar en silencio y soledad, como si asistiéramos a un concierto».
Viajeros y naturalistas
Este poema calizo situado en la provincia de Huesca toma su nombre de la hoz de Ordesa, con sus praderas, paredones, fajas, cascadas y bosques de hayas, con la silueta del quebrantahuesos dibujada sobre el viento. Pero es mucho más. Las otras rasgaduras (Añisclo, Pineta, Escuaín), los preciosos pue- blos del entorno, las leyendas y las tradiciones. La belleza de este rincón pirenaico es homologable a la de los grandes monumentos naturales del mundo, hermanado en muchas cosas con Yosemite (EE.UU.), el templo de John Muir, por ejemplo, y como tantos otros debe su protección a viajeros y naturalistas románticos, ávidos de rutas salvajes. En este caso, a los franceses Ramond de Carbonnières (político, geólogo y botánico, conquistador del Monte Perdido en 1802 y considerado el padre del pirineísmo) y Lucien Briet, fotógrafo y divulgador, cuya insistencia fue clave para la creación del parque nacional el 16 de agosto de 1918. Dos personajes que tendrían mucho que
conversar con Martínez de Pisón.
Nómina de flora y fauna