ABC - Viajar

OCHO SIGLOS DE SABER

- POR JUAN IGNACIO CRÍTICO DE TEATRO DE ABC

Todo ese tiempo ha pasado desde que Alfonso IX de León instituyó en 1218 el «Studium Generale», germen de la Universida­d de Salamanca, una institució­n tan arraigada en el imaginario español que comúnmente se asocia con el saber y es símbolo de la más alta enseñanza. A la hora de afilar estas líneas, se me ocurrió, casi como un juego, darme un paseo por ese receptácul­o del sentido común popular que es el refranero, tomando como punto de partida el célebre aserto «Lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta» («Quod natura non dat, Salmantica non præstat»). Hay quien cree que tal frase es el lema de esta universida­d, la más antigua de España y la tercera de Europa. Por si a alguien le interesara, señalaré que el lema verdadero es «Omnium scientiaru­m princeps Salmantica docet» («Los principios de todas las ciencias se enseñan en la Universida­d de Salamanca»).

En ese deambular me he topado con un buen número de máximas al respecto. Un par al rebufo de la primera sentencia en latín, «Salamanca no hace milagros, el que va jumento no vuelve sabio» y «En Salamanca estuviste, de Salamanca volviste, y tan asno estás como fuiste». Y también su contraria, «El que quiera saber, que venga a Salamanca» y una variante, «Quien quiera saber, a Salamanca a aprender».

Bastantes hay sobre el carácter festivo asociado a la grey estudianti­l y sus actividade­s extraescol­ares (omitiré algunas subidas de tono), como «Estudiante salamanqui­no, tunante fino», y a lo fácilmente que mengua la bolsa en ciertos ambientes: «Salamanca, a unos sana y a otros manca, pero a todos los deja sin blanca», vinculada a otro dicho curioso por sus detalles geográfico­s: «Si tienes ciencia y no tienes blanca, vete a Salamanca; si tienes blanca y no sabes nada, vete a Granada; si tienes blanca y no tienes miedo, vete a Toledo». Por su altura universita­ria, Salamanca ha recibido las denominaci­ones de «Roma la Chica», «la Atenas de Occidente» y «Madre de las Ciencias». Cervantes escribe en «El licenciado Vidriera» que esta ciudad «enhechiza la voluntad de volver a ella a todos los que la apacibilid­ad de su vivienda han gustado»; no olvidemos que el gran manco dibujó al quijotesco Sansón Carrasco como bachiller por la Universida­d de Salamanca. En la villa del Tormes nació el famoso Lazarillo y en ella vivieron sus amores Calisto y Melibea, por mencionar algunos ejemplos literarios.

Inevitable es citar a Miguel de Unamuno, rector en tres ocasiones de la docta entidad, cargo del que, dos meses antes de morir, fue destituido por aquel rotundo «Venceréis pero no convenceré­is» que pronunció en el paraninfo el 12 de octubre de 1936 ante Millán Astray.

Del irreductib­le vasco es el poema que contiene esta conocida estrofa: «Salamanca, Salamanca, / renaciente maravilla, / académica palanca / de mi visión de Castilla».

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DAVID ARRANZ Biblioteca de la Universida­d de Salamanca
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