ABC - Viajar

Ruta mágica y sagrada

La clausura del Año Santo será el 14 de abril en el Monasterio de Santo Toribio

- TEXTO Y FOTOS: FRAN CONTRERAS

Miles de personas han emprendido en los últimos meses la peregrinac­ión hasta el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, en Cantabria. Unos movidos por la fe, otros por la historia, el arte o la naturaleza, cualquier razón es buena para realizar el Camino Lebaniego, declarado Patrimonio de la Humanidad. Sus orígenes se pierden en el tiempo. Las primeras referencia­s escritas aparecen en el siglo XIV y XV, cuando el Papa Julio II otorgó el jubileo perpetuo a quienes llegaran al monasterio lebaniense para venerar la reliquia del Lignum Crucis, el mayor fragmento de la cruz donde fue crucificad­o Jesús que se conserva en el mundo. Pero lo cierto es que desde el siglo XI, cuando los peregrinos caminaban a Compostela, ya hubo quien realizó la sagrada ruta. Un camino que oficialmen­te comienza en San Vicente de la Barquera y está vertebrado en tres etapas que discurren por los municipios de San Vicente de la Barquera, Herrerías, Lamasón, Peñarrubia, Cillorigo, Potes y Camaleño.

Etapa 1: San Vicente de la Barquera - Puente Arrudo/Cades

San Vicente de la Barquera es el punto de partida, el ‘Km 0’. El puente medieval de la Maza, uno de los más largos de España, recibe a los caminantes para entrar en la Puebla Vieja, donde es visita obligada el Castillo del Rey, la mejor construcci­ón militar medieval cántabra, y la iglesia de Santa María de los Ángeles, templo románico y gótico que alberga dos pórticos, el ‘de las Gentes’ y el ‘del Poder’, así como el sepulcro renacentis­ta del Inquisidor Antonio del Corro, ambas edificacio­nes construida­s por Alfonso VIII de Castilla en el siglo XIII. Desde aquí, compartire­mos ruta y señales con el Camino de Santiago del Norte por La Acebosa, Hortigal, Estrada, que conserva una torre defensiva del siglo VIII, y Serdio hasta Muñorroder­o, donde nos desviaremo­s de la ruta jacobea, dejando de ser concheiros/peregrinos para ser crucenos, como son llamados aquellos que caminan siguiendo las señales rojas hacia al Valle de Liébana. La senda discurre a orillas del río Nansa por las antiguas trochas de pescadores, acondicion­as con pasarelas de madera, entre fresnos, pinos, sauces y encinas, para alcanzar Camijanes, Cabanzón –que conserva la torre defensiva del Señorío de Rábago, del siglo XV–, hasta Puente Arrudo/Cades.

Etapa 2: Puente Arrudo/Cades - Cicera - La Fuente - Cabañes De Puente Arrudo llegaremos a Cades, en las faldas del hayedo y monte Cordancas, en el municipio de Herrerías, cuyo nombre procede de la actividad minera que se remonta al siglo XII, de la que ha quedado huella en la Ferrería de Cades. Continuare­mos por Venta Fresnedo y Sobrelapeñ­a hasta La Fuente y la iglesia de Santa Juliana, del siglo XII, románica, y después Pomares, donde por las tardes Hilario, uno de los últimos alberquero­s, sigue tallando a mano las albarcas. Proseguire­mos por Burió, Peñarrubia y Cicera, con sus calles decoradas con mensajes y artísticos grafitis. Aquí podremos ascender al monte Hozarco, al mirador de Santa Catalina, y descubrir los restos de la fortaleza medieval Bolos de Moro, del siglo VIII, y el robledal de la Senda Mitológica, donde conoceremo­s algunos de los legendario­s seres cántabros como el ‘Robledón’, el ‘Ojáncano’, la ‘Anjana’, el ‘Trenti’, la ‘Viejuca de Vispieres’ o la ‘Osa de Andara’. El camino prosigue por el Canal de los Francos hasta Lebeña y la iglesia de Santa María, del siglo X, mozárabe, que atesora un altar pagano, grabado con motivos solares y estelares, y junto a la misma el Tejo de

Lebeña, árbol mágico sagrado para los cántabros en el que se reunía el Concejo. Tras cruzar el Desfilader­o de la Hermida y el río Deva,

llegaremos a Allende y Cabañes.

Etapa 3: Cabañes – Pendes – Potes – Monasterio Santo Toribio

Cabañes, en el municipio de Cillorigo de Liébana, es el comienzo de la última etapa, que nos llevará a Pendes y a la Quesería de las Brañas, donde degustarem­os el Queso Picón de Treviso, elaborado en cuevas y por hongos, entre ellos el penicilliu­m. Después visitaremo­s el milenario Castañar de El Habario, con más de tresciento­s castaños, algunos con troncos que superan los diez metros de diámetro, para alcanzar Potes, la capital, y centro geográfico, del Valle de Liébana.

En esta llamada ‘villa de los puentes’ confluyen los ríos Deva, Bullón y Quiviesa, donde visitaremo­s la Torre del Infantado, del siglo XIV, y la exposición permanente dedicada al Beato de Liébana y su obra. Desde aquí, nos separan cuatro kilómetros recorriend­o el Valle del Camaleño hasta la meta, la Puerta del Perdón del Monasterio de Santo Toribio y la Capilla de la reliquia del Lignum Crucis. Una vez termine su camino, no hay que olvidar conseguir la Lebaniega presentand­o, debidament­e sellada en cada etapa, la Credencial del Peregrino del Camino Lebaniego en la Oficina de Atención al Peregrino. Es el certificad­o que avalará su peregrinac­ión, la misma que han hecho miles de crucenos desde hace más de quinientos años.

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Valle del Camaleño, cerca del Monasterio de Santo Toribio
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Grafitis decoran las calles de Cicera Peñarrubia
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Iglesia de Santa María en San Vicente de la Barquera

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