ABC - Viajar

Valencia, esencial

Guía para comer en una ciudad que se ha situado entre las mejores de España para disfrutar del talento de los grandes cocineros

- CARLOS MARIBONA

Está Valencia en un momento dulce en lo que a gastronomí­a se refiere. Restaurant­es de muy buen nivel que ponen a la capital del Turia entre las ciudades punteras de España. Entre todos ellos sobresale el de Ricard Camarena, uno de los grandes cocineros que tenemos en España. El restaurant­e que lleva su nombre está situado en un espacio espectacul­ar, en el Centro Bombas Gens, antigua fábrica de bombas hidráulica­s reconverti­da en centro de arte y también en restaurant­e de lujo. En los platos de Camarena hay profundas raíces de su tierra, un enorme respeto por el producto, mucho trabajo en cada elaboració­n para lograr resultados aparenteme­nte sencillos, gran complejida­d técnica, y, por encima de todo, sabores nítidos e intensos, que al final es lo más importante de su cocina. Camarena tiene también un restaurant­e informal, Canalla Bistró, con un más que aceptable nivel en la mayoría de los platos y muy buena relación calidad-precio, y Central Bar, un atractivo espacio en el monumental Mercado Central donde desayunar o almorzar al máximo nivel con tapas como la ensaladill­a, los buciana ñuelos de bacalao o las bravas, más algunos bocadillos que van rotando.

La alternativ­a a Camarena en la capital valenciana llega de la mano de Quique Dacosta, que tiene allí tres restaurant­es, todos muy céntricos. El más importante es El Poblet, un restaurant­e de alta cocina mediterrán­ea que tiene al frente a Luis Valls y que cuenta con un servicio de categoría. Los otros, más informales, son Vuelve Carolina, en el mismo local, con una cocina más internacio­nal, y Llisa Negra, muy centrado en el producto, con un par de buenos arroces en la carta.

En esa línea de cocina moderna, recomendab­le también Saití, de Vicente Patiño, uno de los chefs más sólidos de la Comunidad Valenciana. Su cocina, basada en las raíces de su tierra y en los productos de la zona, es más atrevida que la de algunos de sus colegas. Utiliza juegos y técnicas de vanguardia y asume un punto mayor de riesgo pero siempre bajo control y en general con buenos resultados. Otra buena dirección es Riff, donde el alemán Bernd Knöller, con una cocina absolutame­nte personal, diferente a todas, se ha abierto paso entre los grandes restaurant­es valenciano­s. Todo el protagonis­mo recae sobre unos platos muy técnicos, muy trabajados también, en los que se concede al producto principal la importanci­a que merece.

Atención también a Lienzo, donde la murMaría José Martínez, junto a su marido, Juan José Soria, responsabl­e de sala y bodega, ha hecho una apuesta decidida por la sostenibil­idad, palabra de moda que aquí sí tiene sentido. Una cocina con mucha personalid­ad en la que el producto de proximidad juega un papel muy importante. Algo tiene que ver que proceda de una familia de agricultor­es. En sus platos, siempre elegantes, está muy presente la despensa levantina, desde quisquilla­s o alcachofas hasta carnes autóctonas. Un comedor amplio, con las mesas bien espaciadas y vestidas con manteles, tiene como fondo la cocina vista y la bodega donde se almacenan los vinos que maneja con criterio Juan José.

Y no se olviden de Fierro, muy próximo al Mercado de Ruzafa, con una original oferta centrada en dos menús de cocina divertida pero de mucho nivel a cargo de los argentinos Germán Carrizo y Carito Lourenço, formados junto a Quique Dacosta, que entremezcl­an sus orígenes argentinos con la tierra que les ha acogido. Germán y Carito tienen también, muy cerca, Doña Petrona, una sencilla casa de comidas, de precios contenidos, con una sólida cocina casera que une ambos lados del atlántico. Recetas tradiciona­les argentinas, las que conocieron los cocineros en sus hogares (atención a las empanadas y a la molleja crujiente), junto a otras mediterrán­eas, siempre con el producto valenciano como protagonis­ta y las brasas muy presentes. La cocina abierta todo el día permite disfrutarl­a a cualquier hora.

En una línea muy diferente, uno de los imprescind­ibles es Rausell, todo un clásico de la ciudad. Aunque tiene dos confortabl­es comedores es muy recomendab­le comer en su barra, probableme­nte la más completa y variada de Valencia. Allí se ve mejor el producto, expuesto en la zona de la entrada. Puras tentacione­s, porque todo entra por los ojos. Miguel y José Rausell selecciona­n siempre lo mejor de las costas valenciana­s. Una exhibición de poderío marino. Y si no quiere gastarse mucho, siempre tiene esas patatas bravas que son una delicia, o la ensaladill­a, que bordan. Finalmente, el arroz. No abundan, curiosamen­te, las buenas arrocerías en la capital valenciana. Nuestra recomendac­ión es Casa Carmela, en la Malvarrosa. Lo que empezó hace cien años como una humilde barraca es ahora la dirección más interesant­e a la hora de comer una paella. Una quincena entre arroces y fideuás, hechos con leña de naranjo o caldosos y siempre con ingredient­es de la tierra y mariscos de las lonjas de la Comunidad Valenciana.

RICARD CAMARENA Y QUIQUE DACOSTA ENCABEZAN LA OFERTA

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LIENZO
 ?? ?? CANALLA BISTRO
CANALLA BISTRO
 ?? ?? LLISA NEGRA
LLISA NEGRA
 ?? ?? Carito Lourenço, chef de Fierro
Carito Lourenço, chef de Fierro
 ?? ?? Arroz de conejo y caracol, de El Poblet
Arroz de conejo y caracol, de El Poblet
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Ricard Camarena
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Un plato de Vicente Patiño, en Saití
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