ABC - XL Semanal

Amigos para siempre. Romina y Albano, otra vez juntos

- PIRICH / FOTOGRAFÍA: ANDY KANIA

Romina Power y Albano Carrisi fueron la pareja perfecta. Vendieron millones de discos cantando a la felicidad... Hasta que su hija desapareci­ó y llegaron los malos tiempos. Juntos de nuevo, como amigos, revisan el pasado en esta emotiva entrevista.

El primero en llegar

a la cita es Albano: sombrero blanco, firme apretón de manos. Luego hace su entrada Romina: modelo de color claro y larga melena que ya no es oscura, como antes, sino rubia. Daisy, una perrita, se enrosca entre sus pies.

Albano Carrisi y Romina Power, el hijo de un campesino del sur de Italia y la hija de Tyrone Power, el galán más clásico de Hollywood, formaban una pareja casi irreal. No solo cantaban sobre la felicidad (su éxito Felicità vendió 25 millones de copias), sino que la vivían tanto fuera como sobre los escenarios. Ella bailaba alrededor de él, le sonreía enamorada. En 25 años tuvieron cuatro hijos y conquistar­on a los espectador­es de medio mundo.

Hasta 1994, cuando su hija mayor desapareci­ó en Nueva Orleans y ellos se separaron. Él tuvo dos hijos con otra mujer, de la que se separó, y hoy escribe autobiogra­fías; Romina, novelas. En los últimos 4 años han vuelto a juntarse, ante auditorios repletos, aunque Carrisi ya ha anunciado que pondrá fin a su carrera musical este año.

XLSemanal. ¿Leen los libros del otro? Albano. Yo no leo esas cosas. Romina. ¿Cómo? Albano. Novelas. Historias del desierto. Romina. ¡Historias del desierto!

Albano. Mientras lees una novela, estás solo. En un tren, en un avión, en la playa, en casa: estás atrapado en tu desierto. Romina. ¿Qué tiene que ver eso con que nunca hayas leído un libro mío? Albano. No he tenido tiempo. Romina. Bueno, yo tampoco leo los suyos. Sus libros no los escribe él. Le cuenta

"Cuando supo que nos íbamos a casar, la madre de Albano dijo que todas las americanas son putas. Y que se divorcian" Romina "Para su madre, yo era un campesino... hasta que me vio cantar ante el sah y Farah Diba y pasó a verme con otros ojos" Albano

algo a alguien y esa otra persona le hace el libro.

Albano. Trabajo un montón, ¿cuándo puedo escribir un libro? Además, surgió casi por sí solo. Un día charlaba con mi ahijado, le conté un par de historias y luego pensé que sería una buena idea escribirla­s. ¿Qué hay de malo en eso? Romina. Nada. Solo digo que otro escribe por ti. Lo que yo escribo sale de mí y no es fácil. Todos, y paso horas trabajando... y luego se venden diez mil ejemplares, como mucho… XL. No está tan mal. Romina. No podría vivir de ello. Tengo una línea de cosméticos naturales. Albano. Solo vendes en Italia. A lo mejor tendrías más éxito en Estados Unidos... Romina. No sé. Cuando nació mi primer hijo, empecé a escribir sobre mi padre... XL. Sí, el actor Tyrone Power. Murió de un infarto, con 44 años, en el rodaje de Salomón y la reina de Saba...

Romina. Yo tenía 7 años. Apenas tengo recuerdos de él. ¡Me habría gustado tanto conocerlo! Por eso hablé con sus colegas, sus hermanos; personas a las que él quería... Albano. Quizá sea un recuerdo que hayas reprimido, pero el libro sobre tu padre sí lo leí. Incluso te ayudé mucho con él.

Romina. Es cierto, fuiste mi lector de prueba. Lo titulé Searching for my father

('Buscando a mi padre'), pero en Estados Unidos nadie quiso publicarlo. XL. Se conocieron en los sesenta, en Roma. ¿Qué pensaron al verse por primera vez?

Albano. Fue rodando Nel sole (1967).

Romina. Yo tenía 16 años; él, 24.

Albano. Me llamó la atención porque solía sentarse sola a hacer punto.

Romina. Algo tienes que hacer en el set. Te sales del personaje y te quedas esperando caracteriz­ada con el vestuario que sea a veces durante horas. Así que le pedí a las encargadas de vestuario que me enseñaran a tejer. Albano. Así que teníamos a esta belleza haciendo punto en un rincón, como si fuera una jovencita del sur de Italia.

XL. Se dice que interpretó mal una escena para besarla una y otra vez. ¿Es cierto?

Albano. Sí. Pero ya nos habíamos besado antes, fuera del rodaje.

Romina. El rodaje acelera cosas que en la vida real llevan más tiempo.

XL. ¿Qué pensaba de Albano entonces? Romina. Que no se parecía a los demás. En los sesenta, Roma era una fiesta y Albano era del campo, puro, espontáneo, natural. XL. ¿Vivía usted con su madre en Roma? Romina. Y con mi hermana, a las afueras. Yo iba a un internado en Inglaterra y en verano volvía a Italia. Con 13 años, un día vino un cazatalent­os y me propuso actuar en una película.

XL. Menage a la italiana, con el mítico Ugo Tognazzi. ¿El cazatalent­os del que habla conocía a su padre? Romina. No tenía ni idea de quién era yo. Al final, tras las pruebas, ¡me ofrecieron un contrato de 7 años! Mi madre dijo que no, pero sí a la película. Empezamos a rodar en octubre y, al acabar el filme, en el colegio ya no me dejaron volver. El plan de estudios, dijeron, no estaba supeditado a la agenda de Romina Power. Así que seguí haciendo películas y estudiando por mi cuenta. Tenía profesores de danza y francés, devoraba a Aldous Huxley y Hermann Hesse; empecé a pintar...

XL. Señor Carrisi, ¿sintió enseguida que Romina era la mujer de su vida? Albano. No, al principio solo sabía que me gustaba. De hecho, estaba seguro de que no podía durar. Ella era americana... otra mentalidad. Duraríamos un año, dos como mucho.

Romina. ¡Qué pesimista!

Albano. Pero en ningún momento quise dejarla pasar. Todo era maravillos­o: ir a pasear, su olor, ese pelo tan largo. Ninguna mujer se la podía comparar. Romina. ¡Tu olor! Me encantaba tu olor.

Albano. Eras impredecib­le. Tras el rodaje tuve que ir a Bolonia y quería volver a Roma lo más rápido posible. Te llamé. Cogiste el teléfono, dijiste: «Pronto?», e imitaste el acento napolitano de la asistenta: «Romina non c'è».

Romina. Es verdad. Dije: «Soy Antonietta, Romina no está».

Albano. Pero supe que eras tú.

XL. ¿Por qué no quería verlo? Romina. Era joven. No estaba preparada. Además, tenía novio, el hijo de un pintor famoso. Cuando rodé con Albano, él estaba en la India, pero volvió.

Albano. Era de esperar, yo pensaba que... bueno, que era americana.

Romina. ¿Qué significa eso?

Albano. Que sois algo… volubles. Romina. ¿Sabes cuántos americanos tienen raíces italianas?

XL. ¿Dónde volvieron a verse? Albano. Un día, mi compañero de piso me dijo que había llamado. Le dije que no jugara con mi pobre corazón, pero me aseguró que era verdad.

XL. Señora Power, ¿a qué se debió aquel cambio de actitud?

Romina. Mi madrina mexicana es quiromante y estaba en mi casa viendo la tele conmigo. Salió Albano cantando Il ragazzo che sorride y me dijo: «¡Llámalo, es el hombre de tu vida!».

Albano. ¿Por eso llamaste?

Romina. Sí.

Albano. El corazón me dio un vuelco al verla. No me separé de ella en 30 años. XL. ¿Qué dijo su madre sobre su elección?

Albano. Puso cara de chupar un limón. Repetía: «¿Qué has hecho, hijo mío?».

Romina. Lo que decía es que todas las americanas son putas. Y que se divorcian. Albano. En el sur de Italia, el divorcio era pecado mortal. XL. ¿Y cómo reaccionó su madre? Romina. Dijo que tuviera los ligues que quisiera, pero, cuando quisimos casarnos, no se alegró. Normal, yo tenía 18 años.

Albano. Yo tampoco contaba con que nos casáramos. Para tu madre era un campesino... hasta que, tras una gira por Irán, empezó a verme con otros ojos. Romina. Tenía que cantar ante el sah y su esposa, Farah Diba. Y yo me fui con él. Albano. Y tu madre también. Aquellos

días se proyectaba allí Nel sole. Romina. Bajamos del avión en Teherán y nos rodeó una nube de fotógrafos y personal de seguridad. La gente gritaba nuestros nombres. Mi madre se separó de nosotros y quedó sola entre la multitud. Albano. Cuando nos vimos en el hotel, me gritó: «¡Campesino, estúpido!». Romina. Pero se tranquiliz­ó al ver al sah. Albano. Al sah le gustó mi voz y, de pronto, también le parecí genial a ella. Romina. No hablemos mal de mi madre. XL. ¿Se casaron también porque todos se oponían, por llevar la contraria? Albano. No, ya llevábamos 2 años juntos y estábamos enamorados.

Romina. Y me quedé embarazada, aquello lo aceleró todo. Estábamos en Grecia, en el barco de unos amigos, cuando me hice la prueba. Uno dijo: «Casaos». Nos miramos: «¿Por qué no?». Nos casamos el único día que Albano tenía libre. Era domingo. Tuvimos que convencer al cura, ya que no puedes casarte en domingo.

XL. ¿Quién le cambiaba los pañales a Ylenia?

Romina. Yo. Pero es que quería hacerlo. Nos fuimos a Apulia, en el campo. Albano. Me convenció.

Romina. Los paparazis no nos habrían dejado en paz en Roma. En aquella época se podía hacer fotos del interior de las casas con teleobjeti­vo. Por suerte, ahora ya está prohibido en Italia.

bosque, construimo­s Albano. Ella así Teníamos que quería una compramos casa una una allí. tranquilid­ad casa un en el bosque y Romina. XL. maravillos­a, de Salento ¿No era todavía demasiado había lagos estaban solitario? cerca, vacías. las playas Albano. de Romina. Romina, Teníamos Pero amigos teníamos visitas. extranjero­s... mucho La hermana que hacer en caballo la granja. y una Por vaca la que boda daba nos mucha regalaron leche. un Albano. Romina. Y Y un un poni, perro, Robinson por supuesto. Crusoe.

con XL. ¿Cómo su profesión? conciliaba­n familia y granja

Albano. durante Yo bastante seguí cantando tiempo. en solitario Romina. Y yo en casa. Empecé a caerle bien a su madre y nos ayudaba con el bebé. XL. Y no tardó en llegar el segundo. ¿Les cantaban sus canciones? Romina. Yo les cantaba nanas.

Albano. Yo también.

Romina. No, él les contaba historias increíbles que se inventaba y que continuaba­n a la noche siguiente. XL. ¿Cómo empezaron a actuar juntos? Albano. A mediados de los setenta escribimos un diálogo para una canción. Romina. Y nos presentamo­s a Eurovisión.

XL. ¿Tuvieron claro que cada uno conservarí­a su apellido? Romina. Yo soy Power-Carrisi. Y le agradezco la nacionalid­ad italiana, que hoy en día da vergüenza ser americano. XL. Pero vive usted allí.

Romina. Sí, en el desierto.

XL. Sus dos primeros hijos ya eran adolescent­es cuando tuvieron otros dos. ¿Qué los llevó a empezar otra vez?

Romina. Él no quería más, pero yo sí. Y, bueno, nosotras decidimos estas cosas. Me parecía estupendo volver a pasar por todo. Normalment­e, solo tienes esa suerte una vez en la vida. Tener hijos más allá de los

30 es diferente. Valoras más el tiempo con ellos porque sabes lo rápido que crecen. XL. Conservaro­n su amor durante mucho tiempo y ahora recuperan la amistad. ¿Qué se puede aprender de ustedes? Romina. Simplement­e hemos tenido suerte el uno con el otro. Albano. Pero, al final, me dejó. Estaba harta de mí. Romina. No es verdad. Lo que pasó es que no aguantaba la vida que llevábamos.

Albano. Qué más da. Soy un italiano del sur, pero no soy como los italianos del sur. Si una mujer dice que no quiere seguir estando conmigo, no tengo que matarla para curar mi orgullo herido.

Romina. Grabábamos un disco, lo promocioná­bamos, salíamos de gira. Luego otro disco, promoción, otra gira... Albano. A mí me habría gustado seguir. Romina. Necesitaba hacer cosas diferentes. Me fui a la India, rodé una película con mi hijo, escribí novelas... Luego me mudé a California, al desierto, donde mi madre enferma. Murió 4 años después.

Albano. ¿Te acuerdas de nuestro último concierto? El 4 de julio de 1994. En Milán, en San Siro. El estadio lleno hasta la bandera. Cuarenta mil personas. Romina. Me acuerdo de ese concierto, pero no de que hubiese sido el último. XL. ¿Quién decidió que sería el último? Albano. Ella.

Romina. Sí.

Albano. Hizo las maletas. Y se fue.

En 1994 desapareci­ó Ylenia, la mayor de sus hijas. Tenía 23 años y se dirigía a casa de su tía, pero cambió de planes y viajó a Nueva Orleans. Allí se perdió su rastro. Al principio, los padres hablaron mucho en público, confiaban en que aflorara así alguna pista. En 2013, Carrisi presentó un programa en la televisión italiana, Così lontani, così vicini ('Tan lejanos, tan cercanos'), en el que hijos adoptados encontraba­n a sus padres o se rastreaba el paradero de niños desapareci­dos. En 2014 hizo que se diera oficialmen­te por fallecida a su hija, pero Romina cree que sigue viva. XL. La muerte o desaparici­ón de su hija ¿afectó a su matrimonio?

Romina. No sabemos si está muerta. Está desapareci­da. Nadie sabe cuántas chicas desaparece­n en Nueva Orleans. ¡Todos los años! Y nadie hace nada, al contrario, la Policía lo oculta. Hay muchos lugares así, Ciudad Juárez es otro. Son agujeros negros. Si pasara en Europa, se haría algo, pero no en Estados Unidos. Es un país peligroso, violento y corrupto.

XL. Podrían utilizar su fama para llamar la atención sobre el asunto.

Romina. ¿Qué se creen, que no lo he intentado todo? No hay nadie que tome cartas en el asunto, que se sienta responsabl­e. Es un misterio. Albano. Tú eres americana y piensas como tal. Yo soy italiano y realista.

Romina. Yo también. Trabajo con periodista­s de investigac­ión. Sigo buscando a Ylenia y no me rendiré. Me gustaría crear una organizaci­ón que busque a chicas desapareci­das y que este tema reciba tanta atención como el de Harvey Weinstein y el movimiento #MeToo. No deberían desaparece­r más chicas. De haber sabido que estas cosas pasaban, habría advertido a mi hija. Era curiosa y valiente, estaba escribiend­o un libro y entrevista­ba a gente. Nunca se te pasa por la cabeza que a una persona que se mueve con tanta soltura por el mundo le suceda algo así.

Albano. Para mí, nuestra hija ya no vive. Y no lo habría resistido sin la música. XL. En 2013 volvieron a actuar juntos por invitación de un oligarca ruso. ¿Les costó?

Romina. ¡Para nada! Yo estaba algo oxidada, pero enseguida empecé a divertirme. Y llegaron peticiones de todo el mundo. Nunca pensé que pasaría. Pero yo actúo de vez en cuando, no como Albano, que trabaja sin parar.

XL. Cuando se ven, ¿qué piensan? Albano. Yo veo en ella toda nuestra historia. Hemos vivido muchas cosas y me sigue siendo muy simpática. Romina. Yo lo conozco tan bien… No hay ni un lado desagradab­le, nada con lo que no cuente. Me da seguridad. Todo el entorno: la banda, él a mi lado, es como subirse a un viejo Porsche, te hace sentir increíblem­ente bien. Nuestro guitarra empezó con nosotros cuando tenía 18 años, y ahí sigue. Es como una familia. XL. ¿Qué dijeron sus hijos? Romina. Cuando cantamos en Rusia, en 2013, lloraron de alegría. Dos de las chicas cantan con nosotros de vez en cuando.

XL. ¿Qué ven diferente ahora con respecto a los años de sus grandes éxitos?

Romina. Yo tengo mucha más confianza que antes. Me siento mejor dentro de mi piel desde que me hice budista.

Albano. Yo siempre he sido cristiano. Pero respeto su religión, en cierta manera todas se parecen en que hay algo más grande que nosotros.

Romina. Hacerte budista te cambia el espíritu, la forma en la que contemplas el mundo. En la vida no tienes ninguna influencia en lo que te pasa, ya sea bueno o malo, pero sí en cómo reaccionas ante ello. Desde que sigo la tradición Mahayana todo lo que sucede tiene un sentido.

Albano. Conozco a Romina desde que era cristiana. Y cuando la veo ahora, pienso que es exactament­e la misma. Quizá haya algo que no entiendo, pero para mí sigues siendo la misma. Romina. Antes, mi paz y mi felicidad dependían de ti. Ahora dependen de mí. Albano. Yo vivía para hacer realidad tus sueños. Querías un bosque, tuviste un bosque. Querías una casa en el bosque, tuviste una casa en el bosque.

Romina. Pero te la quedaste tú.

Albano. No, tú te fuiste de ella.

Romina. Oh, vaya, vamos a acabar discutiend­o.

XL. Lo dicen ustedes riéndose… Romina. Ahora sabemos reírnos mejor el uno del otro. O también con el otro. Albano. Conozco el tipo de humor de Romina.

Romina. Ahora ya lo llevo bien.

XL. Si todo va bien, ¿por qué despedirse de los escenarios?

Albano. Tengo ciática, problemas de corazón y seis hijos. Quiero disfrutar de la familia. Además, tengo 50 personas trabajando en mis viñedos.

Romina. Yo espero que se lo replantee.

Albano. Así ya no dependerás de mí… Romina. Difícilmen­te puedo actuar sin ti.

"Sigo buscando a mi hija y no me rendiré. Lo he intentado todo, pero nadie quiere tomar cartas en el asunto" Romina

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POR GABRIELA HERPELL Y CAROLIN
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