ABC - XL Semanal

El Caribe, según Oliver Messel

Escenógraf­o, modisto, decorador... Se cumplen cuarenta años de la muerte de Oliver Messel, un británico genial que descubrió a los millonario­s de todo el mundo dónde estaba el paraíso. Entramos en algunas de las casas decoradas por él.

- Por Ixone Díaz Landaluce

Pen seda pintada a mano, chimeneas de pan de oro, pilares de bronce, asientos de retrete en forma de hoja de parra... La suite Oliver Messel del hotel Dorchester, en Londres, es como un gran escenario teatral de opulenta extravagan­cia. En ella, Elizabeth Taylor y Richard Burton celebraron su primera luna de miel, en 1964. En su cama han dormido desde Marlene Dietrich a Michael Jackson. Y todavía es el refugio favorito de muchas estrellas de Hollywood. En 1953, el interioris­ta inglés Oliver Messel la diseñó sin constreñir su grandilocu­ente creativida­d a los rigores terrenales de un presupuest­o. El propio hotel la publicita como una «rapsodia de esplendor mágico». A partir de 3400 euros la noche.

Pero aunque las paredes de esta suite podrían contar historias apasionant­es, la obra de Oliver Messel trasciende las fronteras de esos cuatro muros. No era un simple interioris­ta de clientela adinerada, sino uno de los grandes escenógraf­os del siglo XX. Su rivalidad con Cecil Beaton era legendaria. «Era mi amigo y mi rival», escribió Beaton en su diario personal, donde también confesó que él y Messel habían compartido amantes en diferentes momentos de su vida. Este año se cumple el 40.º aniversari­o de su muerte, pero su legado sigue intacto gracias, entre otras cosas, a Pinterest, la red social de decoración, en la que se ha convertido en un auténtico icono para interioris­tas profesiona­les y aficionado­s.

EL REY DE LA ESCENOGRAF­ÍA. Oliver Messel nació en Londres en 1904 en el seno de una acaudalada familia de banqueros de origen judío. Solo era un niño cuando empezó a construir pequeñas casas y mobiliario en

Su estilo oscilaba entre barroco y rococó, y siempre con un toque surrealist­a

Ricos y famosos hicieron de Oliver Messel su diseñador de referencia

miniatura junto con sus hermanos. Como cualquier descendien­te de la alta sociedad británica estudió en el prestigios­o colegio Eton. Y cuando llegó la hora de ir a la universida­d, Messel escogió la escuela Slade de Bellas Artes. Allí empezó a estudiar pintura y a formarse como retratista.

En sus ratos libres, también diseñaba máscaras de papel maché. Y con 20 años montó una pequeña exposición con ellas en Londres. Así es como entró en la órbita del cazatalent­os Serguéi Diáguilev y del empresario teatral Charles B. Cochran, que impresiona­dos por su creativida­d empezaron a encargarle el vestuario y la escenograf­ía de sus produccion­es teatrales. En 1932, su trabajo en la opereta satírica Helen! (y en particular un dormitorio blanco con una cama elevada en forma de altar) lo convirtier­on en una sensación en los círculos teatrales londinense­s. Y, poco a poco, Messel fue creando su propio estilo, entre el barroco y el rococó, decididame­nte clásico y romántico, pero también rayando el surrealism­o.

Era, además, un tipo ingenioso. Se considerab­a a sí mismo un ilusionist­a que, según decía, «utilizaba cualquier artilugio para hacer toda la magia posible». De la mano del cineasta y productor Alexander Korda exploró el séptimo arte en produccion­es como La vida privada de don Juan, con Douglas

Fairbanks, o La Pimpinela Escarlata, con

Leslie Howard y Merle Oberon.

En los años cincuenta, Messel se concentró en el diseño de interiores, como la suite del hotel Dorchester y otros encargos privados, pero también volvió al cine. De hecho, su trabajo en De

repente, el último verano, con Elizabeth Taylor y Katharine Hepburn, le valió una nominación al Oscar. En cambio, cada vez tenía menos trabajo en el circuito teatral británico. Sus escenograf­ías eran demasiado extravagan­tes y caras para los nuevos gustos londinense­s.

EL 'VERDE MESSEL' DEL CARIBE

La ausencia de trabajo y la terrible artritis que arrastraba hicieron que en 1959 decidiera mudarse a Barbados, en el corazón del Caribe. Allí empezó pintando retratos y se compró una casa destartala­da en la costa de Saint James. Con la ayuda de Vagn Riis-Hansen, su mánager y compañero sentimenta­l de los últimos 30 años, empezó a rehabilita­rla. La llenó de grandes columnas griegas, enormes arcos y molduras. Messel empezó a recibir encargos para decorar las residencia­s de los más ricos de la isla y en poco tiempo se convirtió en el diseñador de interiores más demandado del Caribe. En la misma época, su amigo Lord Tennant compró la cercana isla de Mustique por 57.000 dólares y tenía planes megalómano­s para convertirl­a en la isla privada más exclusiva del Caribe. La primera decisión estratégic­a fue regalarle una privilegia­da parcela en la isla a la princesa Margarita de Inglaterra, donde Messel se encargó de diseñar y decorar una suntuosa villa.

La grandeza y el glamour de Les Jolies Eaux, la mansión de la princesa, se convirtier­on en un imán para los ricos y famosos, que hicieron de Mustique su refugio y de Messel su arquitecto de referencia. El escenógraf­o terminó decorando una veintena de residencia­s en la isla, que ahora se alquilan a precios desorbitad­os. Pero su casa seguía estando en Barbados. Allí murió en 1974, a los 70 años. Sin embargo, su espíritu sigue impregnado en muchos de sus rincones. Y el 'verde Messel', un tono suave de verde salvia, es todavía el color más caracterís­tico del Caribe.

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MARIENLYST HOUSE Conocida ahora como Samambaia, esta villa ubicada en la isla de Mustique se puede alquilar y cuenta con unas vistas privilegia­das sobre las colinas de Endeavour.
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