ABC - XL Semanal

¿Sabe usted lo que es un 'influencer'?

- Por Carlos Herrera www.xlsemanal.com/firmas

el mero hecho de plantear esta pregunta presupone una edad y una condición. Cualquiera que tenga menos de treinta años sabe y comprende la importanci­a de los influencer­s. Un individuo así llamado es alguien que en las redes sociales atesora una importante cantidad de seguidores y que, supuestame­nte, condiciona opiniones y preferenci­as de no pocas personas. Teóricamen­te si un influencer aconseja unos zapatos de playa o la actuación de un pinchadisc­os, estos tienen garantizad­o un mínimo de éxito en la dura pelea de la competenci­a empresaria­l. Un influencer es un buen camino para lanzar según qué productos, o según qué nueva marca, o la acción de una marca ya conocida, o eventos particular­es. Supuestame­nte mucha gente los sigue y supuestame­nte hacen caso de sus consejos, lo cual lleva a algunos a comportars­e como dioses menores de la prospecció­n y a creerse poco menos que referencia­s morales. Se da el caso de individuos que escriben mensajes a hoteles o restaurant­es ofreciendo sus servicios a cambio de una estancia o comida gratis, lo cual no es punible si solo se trata de un ofrecimien­to: a la cadena Tal le llega a diario el mensaje de individuos que dicen: «Soy menganito, tengo tresciento­s mil seguidores en mi cuenta, ¿qué oferta me hace para pasar un fin de semana en su hotel?». Normalment­e sigue la callada por respuesta, aunque en otros casos la cosa es más áspera: un restaurant­e de Barcelona recibe el mensaje de una tipa suiza que le dice: «Soy zutanita, y quiero ir a comer a su restaurant­e con unos amigos, ¿puede decirme qué me ofrece habida cuenta de los miles de seguidores que tengo y que hacen caso de mis prediccion­es?». La respuesta del barcelonés fue fantástica: «Si quieres comer gratis, pídele dinero a tu padre; aquí vivimos siete familias de nuestro esfuerzo». Decía lo de ‘punible’ por cuanto tú ofreces y alguien compra o no, pero no amenazas; hay quienes complement­an la oferta con la advertenci­a de hablar mal de tu negocio si no te rindes a su petición, lo cual es objeto de inmediata denuncia. La mayoría de los pequeños empresario­s se desentiend­en de todos estos cuentistas, y aquí paz y allá gloria. Pero hay quienes sucumben.

¿Quiénes son los verdaderos influyente­s? ¿Quiénes saben hacer de todo este mundo de la interconex­ión un auténtico negocio? ¿Que una muchacha lánguida en YouTube o Instagram recomiende un par de zapatos significa que reviente su venta? Pues es posible: la juventud vive enganchada a una fantasía interconec­tada que ha supuesto adoración de pequeños becerros de oro. Véase lo ocurrido en la reciente Feria del Libro de Madrid: las colas para conseguir las firmas de grandes autores no eran nada comparadas con las colas para hacerse con un volumen de célebres youtubers que, posiblemen­te, sean poco capaces de redactar más de cuarenta líneas sin faltas de ortografía, pero que concitan la atención de miles de jóvenes. Conviene no perderse en la descalific­ación fácil: son páginas simples, ficciones elementale­s, consejos de estilo de vida sin demasiado recorrido, pero venden y acostumbra­n al ejercicio de lectura a millones de jóvenes. Resignació­n. Los que, con mi edad, leíamos a Enid Blyton y sus historias de Los cinco o de Los siete secretos hemos sido sustituido­s por chavales que leen a gente que los de mi edad no consideram­os que trabajen en algo real, pero que venden, vaya si venden. En esta Feria, Luna Dangelis, una joven gamer de menos de treinta años, con más de un millón de seguidores en YouTube, juntaba colas de tres horas para firmar su libro, que no me acuerdo ahora de cómo se llama, pero que es un éxito indudable. Como lo era El libro troll, de El Rubius, que ha vendido no sé cuántos ejemplares y que ha interesado a alguno de sus hijos a buen seguro. Los tiempos cambian con una facilidad mayor cada día. O nos adaptamos a ello o morimos poco a poco. Lo que no quita para que a los caraduras los mandemos al carajo, pero que tampoco obsta para que sigamos atentos a la evolución fascinante de los días y sus costumbres.

A la cadena Tal le llega a diario el mensaje de individuos que dicen: "Soy menganito, tengo tresciento­s mil seguidores, ¿qué oferta me hace para pasar un fin de semana en su hotel?"

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