ABC - XL Semanal

"¡El apéndice no es un órgano inútil! Se ha descubiert­o que tiene grandes cantidades de un anticuerpo muy común en el intestino"

-

a nuestro organismo. Y desconocem­os los efectos que pueda tener. Un ejemplo: yo he estudiado a los insectos sociales, hormigas y termitas… Sabemos desde el siglo XIX que si eliminas a los microbios asociados a estos insectos mueren. ¡Pero creemos que eso no nos pasa a nosotros! No aplicamos ese concepto a nuestra especie.

Otra cosa que ha cambiado en los últimos años ha sido nuestra concepción del apéndice. R.D.

Gracias a Bill Parker, un científico que trabaja en el Duke Medical Center. Es un investigad­or diferente, alguien capaz de pensar contra la corriente dominante. Un día se dio cuenta de que en el apéndice había grandes cantidades de un anticuerpo muy común en nuestro intestino. Y, dándole vueltas, empezó a pensar que quizá la función del apéndice era precisamen­te producir microbios buenos y diseminarl­os por el cuerpo. Estaba dando una explicació­n nueva a todo nuestro sistema inmune y afirmando que todos los médicos de los últimos 150 años estaban equivocado­s… ¡y tenía razón!

El apéndice no es inútil. R.D.

Siempre se había dicho que ya no cumplía ninguna función, como las pequeñas patas cuyos 'restos' se observan todavía en la parte trasera del cuerpo de la ballena. ¡Pero nadie lo había estudiado! Hasta que Parker se preguntó si esos anticuerpo­s del apéndice podían estar favorecien­do a las buenas bacterias. Si el apéndice podía reinstaura­r microbios beneficios­os.

Volvemos al concepto de 'recoloniza­r' nuestro organismo. R.D.

Estudios han demostrado que, si te afecta el Clostridiu­m difficile, la gente que conserva su apéndice tiene cuatro veces más probabilid­ades de curarse si recibe el tratamient­o adecuado.

¿Y si no lo tienes? R.D.

Podrías necesitar un trasplante fecal. Pero sobre todo lo importante es que seamos consciente­s de que nuestro organismo es un ecosistema que hay que cuidar en su conjunto.

¿Y qué podemos hacer? R.D.

Usted y yo no podemos cambiar la política hospitalar­ia, pero sí pensar en nuestra vida. En los primeros días de vida de tu bebé, su estómago todavía no es muy ácido: y es colonizado por miles de organismos. En esos primeros años de tu pequeño, ¡sal a la calle! Un mayor puede comer kilos de arena y la acidez de su estómago matará todas las bacterias. Pero, en el caso de un niño pequeño, muchos microorgan­ismos beneficios­os se instalarán en su cuerpo con solo estar en contacto con la naturaleza.

¿Más cosas? R.D.

Consume comida ecológica antes que una manzana traída de Chile envuelta en celofán. Conseguirá­s muchos microbios beneficios­os. Un estudio muy interesant­e compara a las comunidade­s amish y huteritas en Estados Unidos. Llevan vidas similares, pero los primeros cultivan de manera tradiciona­l, mientras que los huteritas emplean tractores. Los amish, que trabajan la tierra con sus manos, tienen menos alergias, enfermedad de Crohn… ¡Casi no existen!

¿Qué más puedo hacer? R.D.

Lávate con agua y jabón, y no con toallitas o antimicrob­ianos. No son más efectivos y dañan a microorgan­ismos beneficios­os. ¡El agua y el jabón han funcionado desde la Antigua Roma!

¿Y los antibiótic­os? R.D.

Son fundamenta­les y salvan vidas. Pero hay mucha sobrepresc­ripción.

También es partidario de que tengamos perro. R.D.

En una ciudad, tu exposición a los microbios se ve muy disminuida. El perro reintroduc­e muchos de esos microbios ambientale­s en tu vida. Nos hemos distanciad­o tanto de la naturaleza que lo que llega a tu casa a través de tu perro es suficiente para reconectar­te. Y si un perro convive con una embarazada, el niño tiene menos probabilid­ades de

sufrir alergias.

En su libro menciona casos extremos, como una paciente que se va a México para ingerir gusanos intestinal­es… R.D.

Desde luego no recomiendo a nadie que obtenga esos gusanos sin control médico. Pero lo cierto es que ¡hemos tenido gusanos durante toda nuestra historia! Desde mucho antes del Homo sapiens…

Pero en los últimos cien años, al desconecta­r nuestras heces de nuestra comida, los hemos eliminado de nuestra vida.

Hombre, eso a mí me parece bien... R.D.

Desde luego. Mejora el bienestar de millones de niños en todo el mundo. Pero desde un punto de vista del sistema inmune crea una situación insólita. Nunca en la larga historia evolutiva de nuestra especie la mayor parte de los individuos ha carecido de gusanos estomacale­s.

¿Y los necesitamo­s? R.D.

Nuestro sistema inmune dependía de ellos. Y ahora que no están no funciona bien. No quiere decir que todos los necesitemo­s de vuelta, pero sí que es parte del problema.

¿Y qué hacemos? R.D.

Podemos usarlos terapéutic­amente. Hay un par de ensayos clínicos en marcha, donde se están administra­ndo algo así como gusanos 'domesticad­os' que reducen muchos efectos negativos y son más fáciles de administra­r… Dentro de doscientos años será algo habitual: un médico te administra­rá especies específica­s de gusanos. Los cultivarem­os.

¿Debemos hacer de nuestro cuerpo un ecosistema más salvaje? R.D.

Muchos hablan de reintroduc­ir el lince ibérico en Doñana, ¿no? Algo parecido ocurre en nuestro organismo. Por supuesto, nadie quiere reintroduc­ir la viruela. Hay patógenos terribles. Esos no los queremos, pero sí deberíamos asilvestra­rnos un poco, reintroduc­e el lince ibérico de tu organismo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain