4. Los ojos: ensangrentados
El pintor quería convertir al líder comunista en un producto de consumo de las masas capitalistas y transformar a un gran opresor de la libertad de expresión en un símbolo de la libre expresión artística. El artista cometió así la osadía de pintar a Mao con estos ojos rojos, demoníacos, que parecen ensangrentados como si fuera una alusión a sus víctimas. Toda una provocación.