ABC - XL Semanal

Huso horario

- GENARO NOVO. SEVILLA

Si teníamos pocas cosas importante­s para debatir, ahora nos toca hacerlo sobre el huso horario. En principio el asunto es una simple convención para compaginar nuestro modo de vivir con los ritmos de la naturaleza, una pretensión de domesticar el tiempo para que se acomode a nuestra métrica. Pero en realidad el cambio de hora es un asunto social, económico y político y hasta un sello identitari­o. Hubo intentos en algunas autonomías, como Galicia, en la que quisieron unirse al huso de Portugal, más por singulariz­arse, creo, que por ver la última luz del día a las once de la noche. En China rige la hora oficial de Pekín: todo ese descomunal territorio palpita al ritmo de la capital, lo que introduce una extravagan­cia cultural en virtud de la cual las tres de la tarde es un concepto de luz variable en función del lugar del país en el que vivas. La tentación de controlar el huso horario demuestra que este empeño de la UE para suprimir las congas del reloj –delante, detrás, un, dos, tres– no va a ser tan fácil de ejecutar. Todo el sistema horario actual, desarrolla­do a partir del meridiano de Greenwich, es una expresión de la dominación política de Occidente sobre el mundo, una convención que se impuso a finales del siglo XIX cuando el ferrocarri­l empezó a extenderse y a exigir un acuerdo sobre las manecillas. Aquí, Sánchez creará una comisión de expertos baratita para estudiarlo.

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