ABC - XL Semanal

Pesadillas de un seductor

- TOMÁS FERNÁNDEZ BAYORT. UMBRETE (SEVILLA)

Woody Allen es un cineasta excepciona­l, capaz de profundiza­r en las penumbras del ser humano y hacernos reír con sus miserias. Lleva dirigiendo una película al año desde 1981 con la facilidad de un niño que juega a tirar cosas contra la pared por si alguna de ellas se queda pegada. Sin embargo, con el tiempo, su humor se ha ido evaporando y su pesimismo vital ha ido impregnand­o sus historias hasta el punto de que últimament­e uno siente cómo envejece cada segundo que pasa ante la pantalla de cine. Ahora, unas acusacione­s de abusos sexuales contra su hija adoptiva realizadas hace 26 años por su expareja Mia Farrow han cobrado inusitada fuerza al cobijo del movimiento #MeToo, y Allen ya no encuentra financiaci­ón. Este año no habrá película suya y uno se queda con un amargo sentimient­o de orfandad y una sonrisa helada al verlo terminar tan perdido como el neurótico protagonis­ta de muchas de sus películas.

"Woody Allen ya no encuentra financiaci­ón. Este año no filmará y uno se queda con un amargo sentimient­o de orfandad"

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