Hazle mucho al
Por qué compramos arte? Se me ocurren tantas razones como pinceladas tiene un óleo de Vermeer: para rodearnos de belleza, por inversión o adicción, para que nos cuente cosas, nos golpee en el estómago, nos haga
reflexionar o nos deleite la vista. Aunque las motivaciones decorativas también son válidas (con el permiso y redención de galeristas y artistas), consumir arte no es buscar ese “óleo que combina con el sofá” ni “la escultura de bronce que va con el papel pintado”. Creo que las obras tienen vida propia, palpitan en la casa como entes independientes y hay que enamorarse de ellas porque te comunican, te atrapan, porque dicen algo de ti que no sabías, o sí sabías y no se te ocurría mejor manera de
contarlo. Si además es bella (subjetivamente, claro está), entonces eres el dueño de una pequeña joya. O de muchas. Ya las colgarás, las apoyarás o las proyectarás (doy por hecho que también puede seducirte el videoarte), siempre encontrarán su sitio. El arte contemporáneo no empieza en el estudio de un creador ni termina en la pared de un museo. Su último destino eres tú: muchas piezas te
piden a gritos que las domestiques. No son No.nos.basta.con.verlo.en artículos de primera necesidad, su función es un.museo.lo.queremos.en.casa. meramente emocional, y aunque existe la idea El.arte.habla.de.ti.y.se
queda.contigo.para.siempre. equivocada de que es un lujo caro, tampoco hay
que dejar la cuenta en números rojos para empezar una pequeña colección. Hay que investigar, observar y buscar emergentes a buenos precios (en este próximo ‘ Arcomadrid ’ no pierdas de vista los del
país invitado, Colombia). Entra, pregunta, conversa, sobre todo no tengas miedo (pese a la fama de “solo para eruditos” que tiene el sector). Visitar una galería es tan placentero como ir al cine. Una vez en casa, las obras son como poemas escogidos que se quedan contigo para siempre. Relájate y disfrútalas.
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