GRAN LÁZARO
Lázaro Rosa-violán deja muy claro que es un maestro creando atmósferas en su casa de L’eixample barcelonés.
En su nueva casa, un piso señorial de L’eixample barcelonés con suelos de mosaico, Lázaro Rosa-violán deja claro que es un gran creador de atmósferas (y no sólo para
hoteles de moda). Fusiona, amalgama, corta y pega estilos y siempre con acierto.
El plato fuerte de este piso no se ve a primera vista: está debajo de nuestros pies. “Cuando abrí la puerta y descubrí estos suelos, me dije: ¡Aquí está!”. Habla Lázaro Rosa-violán, uno de nuestros interioristas más internacionales y mediáticos (su firma en un hotel o restaurante es sinónimo de éxito) y por ende, más ocupados. Le visitamos recién aterrizado de Australia y casi rumbo a Londres, donde tiene proyectos. “Buscaba un sitio cerca de mi estudio. Antes vivía y trabaja en el mismo espacio, pero crecimos tanto que era una locura”, recuerda sobre su anterior casa, publicada en AD 45. Disfrutar de estas miles de teselas geométricas que alfombran todas las habitaciones le empujó a mudarse a este enclave señorial de 1900 en la Barcelona de L’eixample . “Parecen de petit point y es casi imposible encontrarlas completas y en buen estado”, afirma. En cada habitación cambian de forma y diseño, como lo hacen los adornos modernistas: las molduras policromadas del salón-despacho (“parecen vienesas, o coloniales, casi valencianas”, explica Lázaro) o la boisserie neogótica de caoba y mármol del comedor, con monos y otros animales tallados en los artesonados. “Está todo protegido, tuve que restaurarlo con mucho cuidado”, asegura. Parece mentira que este elegante palau catalán de 270 m (más otros 300 de terraza) donde
2 vive con su pareja Devin Winter y sus perros, funcionara antes como oficina. “Se estaba cayendo a trozos, pedía chapa y pintura a gritos. Tenía fluorescentes, aparatos de aire acondicionado... Parecía un ave desplumada”, remata con su fina ironía. Una vez limpia, puso en práctica su ADN creativo: darle un alma al lugar. A Lázaro, sea un restaurante de comida callejera en un gran almacén (el Streetxo de David Muñoz en El Corte Inglés de Serrano) o un hotel hip en un edificio histórico (el sofisticado Soho House Barcelona que abre en 2016), le gusta que parezca que todo estaba allí, que ha sobrevivido al paso de los años. En sus proyectos a veces es difícil distinguir dónde acaba lo viejo y empieza lo nuevo, el corta y pega de materiales y elementos decorativos es uno de sus grandes talentos. Todo con una pátina espléndida, armónica y moderna. “De eso se trata”, apunta misterioso. Aquí descubrimos despieces de parquet en las mesas, ventanas de los años 20 en los armarios de la cocina, mostradores de botica como encimeras... y muchas otras arqueologías urbanas que no para de comprar para sus encargos en todo el mundo. “A veces las reservo para mí. Fue el caso de una pareja de cómodas del XIX, y ¡de repente descubro que mi equipo las ha colocado en un interior! Acabaron en París”. Su sensibilidad para los colores y la composición (se licenció en Bellas Artes y se dedicó a la pintura antes de debutar como
interiorista en un restaurante de Formentera) le ayuda a imprimir el barniz justo de historia y a amalgamar diseño propio, legados del XIX e iconos de iconos y antigüedades en mezclas inesperadas. “Más que colocar piezas concretas o marcar tendencias, mi trabajo consiste en crear ambientes. Da igual lo que pongas si consigues que la gente esté cómoda. La atmósfera es más importante que los muebles”. Cuando trabaja para sí mismo incluso va más allá: “¿Qué meto aquí?, me preguntaba. No hice un proyecto, entré con cuatro pijadas y he ido consiguiendo poco a poco las cosas que le van –dice quitándole importancia–. A veces pienso que soy el antidecorador. Las obras que hacemos están perfectas. Aquí hay empalmes, enchufes mal colocados, caos... Creo que lo hago a propósito, porque en el fondo la considero de paso”. Damos fe. Rosa-violán vive en un estado permanente de reforma y mudanza. Lo próximo será construir un salón-invernadero en la terraza. Y lo siguiente, buscar otra casa para montar desde cero con la misma facilidad que quien elige un lugar para cenar. Será por eso que los restaurantes y los hoteles siguen siendo sus fuertes. Su agenda sigue espectacular y abultada: rematar la nueva flagship de Pull & Bear en Madrid (parte de un plan mundial para renovar las grandes tiendas de Inditex ), inaugurar Cotton House para la cadena Marriott en Barcelona y diseñar en la misma ciudad el Soho House . Y otros temas entre manos en Panamá, Londres, Riviera Maya, Nueva York, Washington, París o Chicago, y una colección de lámparas para Artemide que verá la luz en breve. A este Lázaro no hace falta decirle: “Levántate y anda”.
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