Cocina Oído
Cálidos, funcionales, , naturales. relajados Así son los de Sandra Tarruella, espacios nuestra Interiorista del Año. En sus nos hace sentir como en casa. restaurantes
Hace ya diez años que Sandra Tarruella se hizo cargo de la estética del hotel Omm , en Barcelona. Fue su primer proyecto de hostelería y uno de los puntos de inflexión de su carrera. Con él cambió de escala, salió de la cocina, literalmente, hasta ese momento lo suyo eran los restaurantes, para lanzarse a decorar sin límite de metros. El experimento le salió bien y todavía hoy, con el espacio gastronómico Roca Moo recién remodelado por ella, el hotel sigue su credo: es funcional, es armónico, y ella se siente cómoda. Aquí la entrevistamos. El Omm pertenece al grupo Tragaluz , que su madre y su hermano Tomás montaron hace tres décadas. Sandra se estrenó con ellos profesionalmente con el mítico Mordisco , que en los 80 revolucionó el panorama gastronómico catalán gracias a su carta simple, pensada para gente que vivía y comía sola, la nueva raza de la transición. Nuestra premiada tenía veintipocos años y le tocó arrimar el hombro y decorar. Así empezó todo. Aunque la vocación la llevaba de serie. “Mi abuelo era un amante del diseño italiano. Mi madre es muy moderna y le encargó una casa al arquitecto Norman Cinnamond. Mudarnos a ella, y decorarla, me pareció genial. Yo tenía 15 años y pensé que quería hacer eso”, recuerda. Tres décadas después su estudio ha crecido, ha roto el cordón umbilical familiar, se ha independizado de su socia, Isabel López Vilalta, con la que sacudió el interiorismo barcelonés en los 90, y se ha internacionalizado. Suyos son restaurantes como La Guingueta , Pepito Grillo , Pez Vela, Buenas Migas , Ana La Santa , Panino Giusto , en Barcelona, Madrid, México DF o Milán. Para Sandra lo primero es el espacio. “La distribución determina el interiorismo, pero también el cliente, la ubicación... Lo esencial es la coherencia. No es igual un chiringuito en la playa que un local en L’eixample, ni un japonés que un italiano”, cuenta. Por ejemplo, llenaron el madrileño Bosco de Lobos , dentro del edificio del Colegio de Arquitectos, de muebles de Mies van der Rohe o Achille Castiglioni, ilustres colegas. “Hay que ser valiente, pero también consciente y responsable. No me gusta innovar o provocar porque sí, aunque hacer caso y ser obediente no basta”, aclara. Su estilo, como ella misma confiesa, es “contemporáneo, cálido, funcional, relajado y natural. No me interesa que sea de rabiosa actualidad, sino que pueda permanecer en el tiempo. Elijo materiales que envejezcan bien, que tengan alma. No quiero crear espacios efímeros, que sean un producto de consumo rápido”, asegura. (continúa en la página 318)