Paisaje EN BRUTO
El arquitecto Antonio Zaninovic proyectó
con hormigón y cristal una villa a las afueras de Ciudad del Cabo. Es una construcción moderna, limpia y sintética, camuflada por
la naturaleza y abierta al océano.
‘BOOMERANG’
DISEÑÉ PARA
“LA CASA COMO UN ADAPTARME
AL TERRENO, BARRERAS SIN
EXTERIOR”
INTERIOR ENTRE Y .
ANTONIO ZANINOVIC
Un prestigioso hombre de leyes sudafricano y una exmodelo con dos hijos tenían un objetivo claro desde que se casaron: construirse una villa en la bahía de Bantry Bay, en la costa oeste de Ciudad del Cabo. “Siempre nos gustó mucho, es tranquila pero está muy cerca del centro, protegida del viento del sudeste, lo cual permite hacer vida en el exterior, y con unas increíbles vistas al Atlántico y a esta maravillosa ciudad”, explican. Cuando encontraron la parcela comenzaron a buscar arquitecto. “Nos habían hablado muy bien de Antonio Zaninovic. No le conocía, pero sí su trabajo. Nos vimos y, desde el primer momento, surgió un entendimiento y una corriente positiva. Al terminar, mi marido y yo ni siquiera lo hablamos, dimos por hecho que sería él”, dice la propietaria. “El terreno era bastante irregular, con una pendiente muy pronunciada. Además, existían grandes árboles que había que mantener porque estaban protegidos –relata Zaninovic–. La única posibilidad era construir la casa lo más pegada posible al borde trasero del perímetro, para que la parte delantera quedase liberada y pudiéramos hacer un jardín, condición sine qua non de los dueños, y para que hubiese zonas de sombra. La forma del área nos permitió diseñar la vivienda como un boomerang , con los ventanales mirando al océano. Decidimos hacer la piscina y la terraza en voladizo en el primer piso, porque tenía mejores vistas. La idea era proyectar una construcción orgánica, abierta y que se integrase perfectamente con la naturaleza. Utilizamos hormigón visto en los techos y columnas de la sala principal por su textura, y madera de nogal en los suelos por su calidez”. El matrimonio quería vivir relajadamente, con pocas divisiones y en espacios amplios para que sus invitados pudieran moverse de uno a otro en las numerosas cenas y fiestas que organizan. Un requisito fundamental fue la conexión entre interior y exterior, por lo que optaron por unas cristaleras fijas y sin marcos para el salón y el comedor, y otras que se abren completamente en el hall
2 y la cocina. Los 1.000 m están conectados entre sí. La planta principal es un gran espacio sin muros que comunica el comedor, el salón, el bar, la cocina y la piscina por la parte derecha. El recibidor queda a la izquierda y se abalcona a su vez a una segunda sala de doble altura, la favorita del dueño. Bajando, hay un despacho y un dormitorio de invitados, ambos al nivel del jardín. En el piso de arriba están los tres dormitorios con sus baños y otra sala de estar, todos ellos con vistas a otra terraza. La decoración, obra de la dueña, obedece a una máxima: “Nada que no sirva y que no tenga una finalidad”. La estridencia o lo accesorio quedan vetados. Reinan los muebles atemporales y los objetos de belleza discreta junto a obras de artistas en su mayoría locales. Aquí todo es relax, paz y tranquilidad.
n
LOS MUEBLES, ATEMPORALES Y DISCRETOS, SIGUEN
MÁXIMA NADA
NO
LA DE LA DUEÑA: QUE FINALIDAD SIRVA TENGA .
Y QUE NO UNA