EMBELESADA DE UNA SHOPPER CONFESIONES “Hay que besar muchos sapos hasta encontrar a tu príncipe Azul”, asegura
el refranero femenino popular. Mi sobrina Olivia Alba Patricia odia los batracios y adora la realeza. Recién llegada desde México para hacer un máster de diseño en España, es la persona más extremista que conozco. Lo suyo es capricho, amor o indiferencia (digna sobrina de su tía) y ha decidido que no va a perder el tiempo repartiendo besos insustanciales sino que irá directa a su objetivo: Enrique de Gales ,el hijo menor de Carlos de Inglaterra. Por y para Harry se ha comprado toda la gama de rojo pasión de los lápices de labios de Kat Von D, que tienen unos acabados espectaculares y duraderos. Su intención es dejar huella y que el principito, al conocerla, ya no pueda volver a ser él mismo hasta que mi Oli, como hizo Kate con Guillermo, le diga: “Sí quiero”. Lo tiene planificado al milímetro y en su maleta ha metido el enigmático e irresistible perfume Alaïa Paris, un brazalete con una impresionante flor de piedras preciosas de la colección Secrets & Lights de Piaget, tres bolsos Barcelona de Loewe de distintos colores y como detalle para la pariente –o sea yo– que la acogerá en casa el tiempo que haga falta, el tratamiento Lancôme Visionnaire Nuit Beauty Sleep Perfector, ¡creo que no me podría haber traído algo que deseara más! La cuestión es que ambas nos vamos
de ferias este mes: primero a Francia con Maison & Object y luego a Londres conduciendo el Opel Adam Rock que nos deja amablemente Jean Paul (Gaultier), fan incondicional de este coche. “Es el compañero de viaje ideal. Le hablas y hace todo lo que le dices sin rechistar”, nos cuenta. Con Tent y London Design Festival sonará el pistoletazo de salida para su cacería. Mi sobri se ha tomado las molestias de buscar en Internet las medidas exactas de su futuro marido y ha recurrido al Personal Tailoring de Massimo Dutti para que le hagan un traje de la colección Country & Weekend Lux que le quedará clavado. Su plan es colarse en una comida informal que Harry ha organizado en Buckingham Palace y entregarle el exquisito presente made in Spain. Lo malo es que cuando fue a encargar el tres piezas a la sastrería Dutti, también se quedó prendada del nuevo perfume Acqua di Parma Colonia Club que olió mientras paseaba por Bond Street, del reloj Organic Time 1 de Dietrich que vislumbró en una muñeca masculina con bombín inglés y del Tudor Fastrider Black Shield de un jugador de polo con el que pensó obsequiar a su futuro cuñado, William de Inglaterra. Lo envolvió todo para regalo (es una shopper embelesada como yo, los genes son los genes) y costó lo suyo convencerla de que solo iba a un lunch, que en el Reino Unido no existen los Reyes Magos, que un detalle spanish queda bien pero un lote de ofrendas es exagerado y que, más adelante, si hace falta ya hablará de la dote. Finalmente Tudor me lo quedé yo y el Hublot, ella. (continuará)
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