FLECHAZO 3.0
Si crees que no puedes encontrar el amor en Internet es que no has entrado en www.revistaad.es. Una dosis diaria de inspiración decó con la que enloquecerás.
en conceptos enlatados, como que “es importante interactuar, participar, formar parte, conectar o dialogar”. A ratos parece el contestador de un teléfono de autoayuda o uno de esos predicadores histriónicos de la televisión. Si Koons no se llamara Koons, algunas de sus obras pasarían desapercibidas en las tiendas de chinos, es el caso de Lobster, una colchoneta inflable con forma de langosta; o no desentonarían con la etapa más kitsch de Lladró como la escultura Michael Jackson y Bubbles; o se difuminarían en un parque de atracciones si hablamos del superhéroe Hulk (Organ) convertido en instrumento musical. Pero en nombre del Pop, lo que hace este creador, como poco, es divertido. No obstante, cuando deja de lado la pasión por sí mismo y sus ansias por ser el foco de atención, sabe mucho, ama y respeta el Arte. Manet, Velázquez, Goya o Duchamp están entre sus maestros. “Me encanta el concepto Vanguardia, disfruto mirando y revisando la historia”. Y esa admiración la pone en práctica como padre. “Voy a exposiciones con mis hijos. Cada dos años visitamos The Alte Pinakothek en Múnich, es uno de nuestros museos favoritos, y disfrutamos con su colección que va de la Edad Media al Rococó. Quiero que cuando piensen en arte no solamente lo relacionen con sus padres (su mujer Justine Wheeler también es artista), pretendo que nos vean simplemente como mamá y papá y que piensen en algo muchísimo más grande: en Dalí o El Greco”. Su devoción por la plástica ha dado lugar a que, amén de ser un creador coleccionado, él a su vez posea su propia colección de pinturas, por ejemplo, de Picasso, una figura que le marcó. “Soy muy afortunado de poder interactuar con su trabajo. Hace 10 años compré un beso suyo y cambió mi vida, me inundó una nueva sensación de libertad con mi trabajo”. Su vena artística le viene desde niño, a los siete años dedicaba sus fines de semana a crear cosas, más tarde se apuntaba a todas las clases de dibujo que pillaba en su camino y, ya en la universidad, se licenció en Historia del Arte. “Fue cuando tomé conciencia de su potencial, comprendí su auténtico poder y cómo está conectado con el resto de disciplinas. Para mí es una especie de viaje en el que siempre he participado”, explica. Hasta montar su primera individual a los 25 años recorrió un largo (pero no tortuoso) camino. Siempre tuvo claro su objetivo: “Formar parte de algo especial, entrar en un diálogo que prosigue”, nos cuenta, pero advierte: “No soy de trabajar bajo presión, me gusta disfrutar, el ejercicio, la coordinación, la anticipación, la participación como ser humano, dedicar tiempo y deleitarme con mi vida privada y pública, con mi trascendencia, mi memoria, mi historia”. Mr. Koons es un triunfador, menos superficial que el personaje que se ha inventado. “Mi trabajo tiene una profundidad que conecta con el ser humano. Una pieza de arte siempre se manifiesta dentro de quien la contempla. El objeto es simplemente un medio, no tiene luz propia, es inanimado y está muerto, pero quien lo mira tiene la sensación de experimentar sensaciones, la expansión de sus parámetros, y eso es lo que es el arte para mí, algo que se completa con la mirada de quien le da vida”. Lo dicho: este hombre da envidia. Jeff Koons: Retrospectiva. Hasta
n el 27 de septiembre en el Guggenheim de Bilbao. www.guggenheim-bilbao.es