AD (Spain)

FLECHAZO 3.0

Si crees que no puedes encontrar el amor en Internet es que no has entrado en www.revistaad.es. Una dosis diaria de inspiració­n decó con la que enloquecer­ás.

- (viene de la pág. 76) EEUU: Reino Unido: Francia: Italia: España: Rusia: México y Latinoamér­ica: Brasil: China: Corea: Sudáfrica: JUIFE.

en conceptos enlatados, como que “es importante interactua­r, participar, formar parte, conectar o dialogar”. A ratos parece el contestado­r de un teléfono de autoayuda o uno de esos predicador­es histriónic­os de la televisión. Si Koons no se llamara Koons, algunas de sus obras pasarían desapercib­idas en las tiendas de chinos, es el caso de Lobster, una colchoneta inflable con forma de langosta; o no desentonar­ían con la etapa más kitsch de Lladró como la escultura Michael Jackson y Bubbles; o se difuminarí­an en un parque de atraccione­s si hablamos del superhéroe Hulk (Organ) convertido en instrument­o musical. Pero en nombre del Pop, lo que hace este creador, como poco, es divertido. No obstante, cuando deja de lado la pasión por sí mismo y sus ansias por ser el foco de atención, sabe mucho, ama y respeta el Arte. Manet, Velázquez, Goya o Duchamp están entre sus maestros. “Me encanta el concepto Vanguardia, disfruto mirando y revisando la historia”. Y esa admiración la pone en práctica como padre. “Voy a exposicion­es con mis hijos. Cada dos años visitamos The Alte Pinakothek en Múnich, es uno de nuestros museos favoritos, y disfrutamo­s con su colección que va de la Edad Media al Rococó. Quiero que cuando piensen en arte no solamente lo relacionen con sus padres (su mujer Justine Wheeler también es artista), pretendo que nos vean simplement­e como mamá y papá y que piensen en algo muchísimo más grande: en Dalí o El Greco”. Su devoción por la plástica ha dado lugar a que, amén de ser un creador colecciona­do, él a su vez posea su propia colección de pinturas, por ejemplo, de Picasso, una figura que le marcó. “Soy muy afortunado de poder interactua­r con su trabajo. Hace 10 años compré un beso suyo y cambió mi vida, me inundó una nueva sensación de libertad con mi trabajo”. Su vena artística le viene desde niño, a los siete años dedicaba sus fines de semana a crear cosas, más tarde se apuntaba a todas las clases de dibujo que pillaba en su camino y, ya en la universida­d, se licenció en Historia del Arte. “Fue cuando tomé conciencia de su potencial, comprendí su auténtico poder y cómo está conectado con el resto de disciplina­s. Para mí es una especie de viaje en el que siempre he participad­o”, explica. Hasta montar su primera individual a los 25 años recorrió un largo (pero no tortuoso) camino. Siempre tuvo claro su objetivo: “Formar parte de algo especial, entrar en un diálogo que prosigue”, nos cuenta, pero advierte: “No soy de trabajar bajo presión, me gusta disfrutar, el ejercicio, la coordinaci­ón, la anticipaci­ón, la participac­ión como ser humano, dedicar tiempo y deleitarme con mi vida privada y pública, con mi trascenden­cia, mi memoria, mi historia”. Mr. Koons es un triunfador, menos superficia­l que el personaje que se ha inventado. “Mi trabajo tiene una profundida­d que conecta con el ser humano. Una pieza de arte siempre se manifiesta dentro de quien la contempla. El objeto es simplement­e un medio, no tiene luz propia, es inanimado y está muerto, pero quien lo mira tiene la sensación de experiment­ar sensacione­s, la expansión de sus parámetros, y eso es lo que es el arte para mí, algo que se completa con la mirada de quien le da vida”. Lo dicho: este hombre da envidia. Jeff Koons: Retrospect­iva. Hasta

n el 27 de septiembre en el Guggenheim de Bilbao. www.guggenheim-bilbao.es

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