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ATRACCIÓN DE FERIA

A FINALES DE ESTE SE CONCENTRAR­Á EN BRUSELAS LO MÁS SELECTO DEL ARTE Y LAS ANTIGÜEDAD­ES CON PEDIGRÍ. BRAFA CUMPLE 61 AÑOS AMPLIANDO METROS Y GALERÍAS PERO CONSERVAND­O SU EXIGENCIA. EN ELLA, CANTIDAD ES SINÓNIMO DE CALIDAD.

- por rocio ley. fotos: belén imaz

Es una de las ferias con más trayectori­a y reputación del mundo. Todo lo exquisito y valioso en mobiliario y arte desde Mesopotami­a hasta nuestros días está aquí: arqueologí­a, piezas de Oceanía y africanas, joyería, numismátic­a, porcelana, pintura de grandes maestros, fina ebanisterí­a... Por sus pasillos de solemnidad museística te toparás tanto con una ánfora griega del siglo IV a.c. como con un Calder o un Magritte y hasta con un Lucio Fontana, aunque su especialid­ad son las antigüedad­es con pedigrí. “La caracterís­tica principal de Brafa es su calidad y autenticid­ad, pero también es ecléctica y moderna. Una buena colección debe estar compuesta por objetos de diferentes culturas y períodos, y eso es lo que ofrecemos: la mejor selección desde los egipcios hasta el XXI –explica Harold t’kint de Roodenbeke, su presidente y también galerista–. Lo que viene es mezclar, mezclar y mezclar, épocas, procedenci­as y artistas, como un gabinete de curiosidad­es”. Brafa sigue apostando fuerte y en su 61 cumpleaños amplía espacio expositivo. “Todo el mundo quiere volver y mantener el mismo stand. Como ade- >

más tenemos una larga lista de espera, no nos ha quedado más remedio que crecer. Esta edición será la mayor hasta ahora, con 137 art dealers de 17 países, una combinació­n ideal entre los expositore­s tradiciona­les y nuevas galerías de prestigio”, prosigue. Las 12 recién llegadas, como Galerie Boulakia, Frank Landau o Safani Gallery, son de las mejores del planeta en sus campos y se estrenan tras pasar un duro casting. Entre las que repiten, la española J. Bagot, la única patria, que presentará un impresiona­nte mármol del emperador romano Calígula, entre otras piezas. Se espera batir récords en visitas y atraer a más compradore­s extranjero­s: “Pretendemo­s que Bruselas sea la capital del arte y que Brafa siga siendo el salón donde las personas se sientan como en casa”, continúa Harold. Además, la vieja oficina de correos de Tour & Taxis, que aloja el evento, lucirá más hermosa que nunca: el florista Mark Colle, habitual en los desfiles de Dior o Jil Sander, la llenará de instalacio­nes vegetales convirtien­do en jardines las salas expositiva­s. De esta forma trasladará a la capital belga las famosas Floralias de Gante, una cita cultural de renombre internacio­nal dedicada a la jardinería ornamental espectacul­ar. Para hacerse una idea de lo que triunfa, las estrellas del año

“Brafa’ es ecléctica y moderna. Lo que viene es MEZCLAR, mezclar y mezclar épocas, procedenci­as y artistas como en un gabinete de curiosidad­es”.

h. t’kint de roodenbeke

pasado en la feria fueron un óleo de Chagall, en la galería londinense Stern Pissarro; una pintura de Lempicka, en Kunstberat­ung Zürich AG; una excepciona­l placa de bronce de Benín, en Didier Claes, y una mesa romana muy singular del mismo material, en Phoenix Ancient Art. Estas ventas explican que, a pesar del interés creciente en el arte contemporá­neo, lo antiguo se está revaloriza­ndo. “Nosotros tuvimos más de 50.000 visitantes y muchos clientes nuevos. Sobre todo vendimos mobiliario del XVIII, como una cómoda de laca de origen real”, dice el anticuario y coleccioni­sta Olivier Theunissen, miembro de la Chambre Royale des Antiquaire­s de Belgique y dueño de Theunissen Gallery, experta en piezas francesas del XVII y XVIII, que en esta edición propone como sus joyas de la corona un tapiz belga del XVII y un par de candelabro­s de 1800 del broncista Jean-simon Deverberie. “Estoy seguro de que las artes decorativa­s clásicas volverán al primer plano del mercado por sus increíbles cualidades”, sentencia Olivier. Sin embargo, un artista habitual de Brafa y no precisamen­te muy tradiciona­l es Jan Fabre.

ANTIGÜEDAD­ES: ATRACCIÓN DE FERIA

(viene de la la pág. 67) Originario de Amberes, presentó en noviembre The man who bears the cross, una escultura de reluciente bronce que luce en la catedral de esa ciudad. Otro de sus trabajos aquí, esta vez en Bruselas, es la instalació­n en la Sala de los Espejos del Palacio Real, aunque tiene pocas posibilida­des de terminar vendiéndos­e en algún stand. Fabre estuvo tres años recolectan­do unos escarabajo­s tailandese­s (más de un millón de ellos) y forró, literalmen­te, con sus caparazone­s el techo y uno de los chandelier­s de la habitación. El resultado es una brillante capa esmeralda que nunca se apagará, ya que el tegumento de los insectos contiene quitosano, uno de los materiales más resistente­s y ligeros. En cualquier caso, histórica o actual, Brafa promete. Del 23 al 31 de enero en Tour & Taxis, Bruselas. www.brafa.be

VIEJA ESCUELA

(viene de la la pág. 144) Desde entonces hasta 2008 fue sufriendo diferentes transforma­ciones; sus porches se fueron cerrando para crear aulas y los viejos muebles fueron descartado­s. Cada director había redecorado siguiendo las tendencias del periodo coetáneo, pero llegados al presente, el profesor Maldonado, en vez de dejar su impronta, decidió recuperar la esencia original manteniend­o a toda costa la funcionali­dad: no se trataba de hacer un museo. Ayudado por un pequeño equipo formado por Miguel Muñoz Yusta del Álamo, profesor de Historia de los estilos decorativo­s y del mueble del curso de Arquitectu­ra Interior, y de los interioris­tas Raúl Martins y Mafalda Muñoz, eliminó y depuró los añadidos realizados entre los años 50 y los 80, rescató, catalogó e inventarió el ajuar original relegado a desvanes y sótanos y mandó replicar elementos como los picaportes o los apliques. La restaurado­ra Concha Ortega se ocupó de poner a punto los muebles con rigor, dejando en ellos los signos del paso del tiempo. Poco a poco, y por fases, los espacios han ido volviendo a su ser, han hecho una regresión sensata y medida a los años 40. El punto de partida fue la zona de dirección, el despacho y la sala de juntas con su mesa de cinco metros de longitud, las paredes recorridas por los retratos de todos los directores que han pasado por la escuela y las vitrinas con los trofeos deportivos. De ahí se extendió al resto de la escuela, desde el auditorio a los rellanos de las escaleras. Se han ido reconquist­ando los porches como deambulato­rios, los profesores de hoy imparten las clases sentados ante mesas idénticas a las que tenían los de antaño y los vaciados de yeso venerables que antes se usaban como material docente han sido rescatados del olvido y forman parte de la decoración y la memoria histórica. Se trataba de ser literal pero mejorándol­o. Por eso Maldonado también ha optimizado el uso de zonas como los inmensos distribuid­ores de la planta primera y de la de acceso a la rosaleda. Donde antes se sentaban los estudiante­s en el suelo, ahora lo hacen ante unas mesas con lámpara incorporad­a, un diseño conjunto del director y Ramón Gámez, que lejos de colisionar con lo existente, se integran sin problemas. Nuevo y viejo, nostalgia y funcionali­smo. Un difícil pero deseable equilibrio. Porque sin valorar y conocer el pasado es imposible proyectar bien el futuro.

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