LA BURBUJA
En los años 60 el arquitecto Jean Maneval diseñó unos módulos futuristas y utópicos como cabaña de vacaciones. Medio siglo después, uno de ellos reposa intacto en el jardin de la casa de un coleccionista de diseño del XX en Besançon.
Si te topas con esta extraña burbuja emergiendo de entre los árboles, pensarás que se trata de una nave espacial de Star Trek. Y es que esta insólita vivienda, diseñada por el visionario arquitecto francés Jean Maneval, se comenzó a comercializar en 1968, casi a la vez que se estrenó la serie. En pleno boom vacacional de la clase media, Maneval ideó un módulo prefabricado de fibra de vidrio que se estrenó en el pueblo de Gripp, en los Altos Pirineos franceses, como parte de un programa residencial experimental. La Bulle à 6 coques es una unidad habitacional de 36 m2 donde conviven sin separaciones dormitorio, cocina, baño y salón. Su uso está pensado para cuatro personas, una familia estándar, y su carcasa exterior, desmontable, pretende fundirse con el ambiente sin alterarlo. Para ello eligió colores naturales como marrón, verde o blanco que armonizan tanto con un paisaje de montaña como con uno de playa. La idea era construir con varias de ellas pequeños vecindarios estacionales. Cada célula consta de seis conchas prefabricadas ensamblables entre sí y suspendidas en un marco metálico que se apoya sobre una base de hormigón. Como la mayoría de los proyectos utópicos su vida fue breve. Solo llegaron a fabricarse treinta de ellas, y en 1970 dejaron de producirse. Patrice Chevreux, coleccionista de diseño y marchante, logró hacerse con una en la galería parisina Jousse Entreprise y la instaló en el terreno de su casa, a las afueras de Besançon, al este de Francia. Poco después y por casualidad, conoció en una feria en París a Clément Cividino, comisario independiente y galerista especializado en piezas de plástico de autor de los 60, 70 y 80. Se enzarzaron a charlar sobre obras revolucionarias como el Hexacube de Georges Candilis o la Maison Sphère de Jean Daladier, Henri Delekta y Joseph Nicolas. Patrice, viendo su afinidad estética, le pidió a Cividino que le ayudara a amueblar su Bulle. “Queríamos crear una atmósfera de serenidad que invitara a la lectura, a la quietud, al reposo. Una cabina de bienestar para reflexionar y nutrirse”, explica el primero. Por su singularidad, era muy importante que la estructura respirara. “Decidimos mezclar piezas contemporáneas y con carácter conservando el minimalismo pero sin olvidar que fue una casa pensada para las vacaciones”, añade Clément. Han conseguido convertirla en una burbuja serena pero a la vez futurista y popera, colorista y lúdica, con piezas de fibra de vidrio y algún mueble de arquitectos franceses como Jean Prouvé o Charlotte Perriand. Un trabajo fino.