“Un solo lo es cuando gusta cada vez que se se acepta como es y no puede warren platner
que la gente lo disfrute, con unos diseños que les atraigan para quedarse en él, que les sea práctico, donde puedan ser más productivos y, en definitiva, más felices”, explicaba. Consideraba que si no cumplía estos requisitos, por magnífico que fuese, nunca sería efectivo. Así nos dejó en Nueva York, el estado donde desarrolló sus trabajos más importantes, lugares como las oficinas de la Ford Foundation, el Georg Jensen Design Center o el desaparecido restaurante Windows on the World (1976), entre las plantas 106 y 107 del World Trade Center. The New York Times dijo que tenía “una modernidad sensual” y en él Platner incluyó la colección de mobiliario que le convirtió en un referente internacional. Se trata de una serie de asientos y mesas bautizadas con su apellido, diseñada para Knoll en 1966 y que este año celebra su 50 aniversario con una edición bañada en oro de 18 quilates. Estas piezas, en palabras de su autor, “capturan la elegancia y delicadeza del diseño moderno”, no solo por su forma, también por los efectos que provocan sus sombras. Para cada una de ellas son necesarias más de cien varillas de acero y un millar de soldaduras. El resultado es la confirmación de su premisa: así se hace un icono. www.knoll.com
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clásico mejorarse”. contempla,