V ERANO AZUL

Así se llama la serie de televisión de mi niñez, tan amada como traumatizante para toda una generación, y es un buen título para describir lo que estás por ver en este número especial. No hay bicicletas ni está Chanquete, solo el color más placentero para estos meses: el celeste de las piscinas que pintó David Hockney, el aguamarina del Mediterráneo en Formentera o el índigo del atardecer desde una playa. Son tres de mis imágenes estivales favoritas, y cuando allá por el mes de mayo me ataca el síndrome prevacacional (llevo peor la espera que la vuelta) no me las quito de la cabeza. Ni siquiera obligándome a mirar el Pantone 481 C (ese verde oscuro elegido por mayoría como el color más feo del mundo). Ya en el destino, cuando cuerpo y mente se anestesian, y recargan pilas, el azul se vuelve aún más claro y deja atrás la tristeza que invadió el periodo más oscuro de Picasso. En estas páginas lo verás colarse por todos los rincones: en cielos, mares y albercas, en los edificios de la India que inspiraron al maestro Ettore Sottsass, en los seis ‘looks’ para dormir la siesta de la sección ‘Zoom’ (atentos a Normandía, dominada por el turquesa), en las pinturas callejeras de los nuevos muralistas que trabajan en nuestro país, y en Lanzarote, Menorca, Ciudad del Cabo o Miami, por avanzarte algunos lugares que recorre la revista. Llámalo cian, cobalto, lavanda, glaciar, Klein, Vermeer, Delft o ‘baby blue’, en todas sus variedades da paz, frescura y trae felicidad. Justo el efecto que causa sumergirse en estos reportajes.