CHRISTINA ROSENVINGE

La casa de la cantautora madrileña es un reflejo de ella misma: guiños ‘ indies’ y muebles nórdicos, un homenaje a su ascendencia danesa.

1. mi casa. Es el clásico piso del XIX cerca del Madrid de los Austrias, junto a Lavapiés y La Latina. Tuve la suerte de comprar en pesetas por lo que es bastante grande. Aunque mantuvimos elementos originales, contamos con la ayuda de Serafina Estudio para hacerlo más diáfano. 2. la cocina. La movimos al centro de la vivienda y la amueblamos con un sistema de la firma española Artificio. Tenemos una mesa enorme en torno a la que se reúne todo el mundo. En ella comemos, trabajamos, recibimos a nuestros amigos e incluso hacemos alfarería. 3. improvisar. Me he hecho una experta en guisar con lo que hay en la nevera. Aunque la base de mi cocina es un horno programable (soy muy despistada), uno de mis platos estrella es la fideuà con guindilla. 4. la música. Está continuamente presente. En medio del salón tenemos una batería, un piano y varios amplificadores, y entre mis piezas favoritas está un viejo tocadiscos que era de mi abuelo. 5. la pátina. Vivo rodeada por un mix de muebles daneses heredados y hallazgos vintage. Siempre que viajo me gusta buscar en los flea

y los anticuarios locales. En Madrid, además de en El Rastro, encuentro verdaderas joyas en tiendas como Tiempos Modernos. 6. el diseño nórdico. Tanto el de nuevo cuño como, sobre todo, el del mobiliario de segunda mano. Especialmente el de los años 50 y 60. Me apasionan las creaciones del diseñador danés Børge Mogensen. 7. el arte. No soy coleccionista, pero suelo comprar a mis amigos. Tengo dibujos de Lidia Toga, un cuadro de Ryan Mcginness y algo de fotografía. También tengo enmarcados algunos dibujos de mis fans y me encantaría conseguir un dibujo o una escultura de Louise Bourgeois. 8. mi última compra. Una lámpara de Domésticoshop. Cuando necesito algo de iluminación siempre suelo mirar en su página web. 9. el concierto perfecto. Sesiones como las de 43 Live the Roof –una serie de actuaciones que se celebran este verano en azoteas de las principales ciudades españolas– son más íntimas y divertidas. Te dan mucha libertad para poder experimentar con canciones nuevas. 10. el mejor momento. Las últimas horas de la tarde, cuando me preparo un té y hablo con los míos de cómo nos ha ido el día. Por la noche adoro dormir mirando a la ventana y, si hace buen tiempo, la dejo abierta para oler las flores de mis jazmines.

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