Casa de amigos
Los mejores talentos emergentes de Barcelona se unen en ‘Casa Bonay’, un nuevo hotel en clave casual.
E s un hotel, y también una casa, Casa Bonay. Con patio, vecinos y plantas. Con habitaciones luminosas y diseño sostenible. Sus residentes no son ruidosos, se llevan estupendamente, aunque sean muy distintos. Todos inspiran, acompañan e incluso se venden, porque son los muebles, los platos del menú o los cojines estampados que han aportado los mejores creativos. Está en Barcelona, en un barrio cuyo nombre comienza a sonar, la Dreta de l’eixample. El edificio tiene un pasado: se construyó en 1869 para la familia catalana Bonay. Casi 150 años después conserva la fachada neoclásica, la escalera señorial y los espectaculares suelos de mosaicos Nolla. En el interior, un alojamiento casual y muy amigable. “Casa Bonay fue mi proyecto de fin de carrera –explica Inés Miró-sans, su joven fundadora, que estudió Administración de Empresas–, me apasionan los hoteles y lo que les rodea: decoración, gastronomía, viajes, personas..., y poder hacer feliz >
al huésped durante su estancia”. Para vestir las 67 habitaciones, Inés reunió al equipo perfecto de interioristas, iluminadores, grafistas, artesanos..., nombres emergentes y consagrados. “Es un grupo de gente auténtica y entusiasta de Barcelona y otras partes del mundo –continúa–. Hemos intentando reflejar nuestra forma de disfrutar la vida y mostrar todo lo que nos fascina en hostelería”. Encargó la decoración a los neoyorquinos Studio Tack, los textiles a Batabasta, las lámparas a Santa & Cole, los muebles de madera a Marc Morró de AOO, las mantas a Teixidors, las plantas a Asilvestrada, los jabones a Las Lilas, la rotulación a los artistas Max & Ausias... “Somos una familia. Hay historias increíbles sobre cómo nos hemos ido conociendo; se ha creado una energía muy buena. Muchas decisiones surgieron en la reforma, fue como hacer una casa a medida”. El buen rollo se palpa en las suites, con telas tropicales, madera natural y cálidas mantas de telar. Se respira frescura hispter, muy depurada, y el bar Libertine, con suelo de garaje, sillas de mimbre y pintado en verde inglés, es el mejor ejemplo. En la parte gustativa, más colegas: el café artesanal de Satan’s Coffee Corner, los zumos de Mother y el desembarco en Barcelona del aplaudido chef Estanislao Carranzo haciendo doblete (al mediodía, sirve platos vietnamitas en Têt, que de noche se transforma en Elephant Crocodile Monkey, con un menú degustación que ya está dando mucho que hablar). No encontrarás mejor comunidad de talentos.
n Casa Bonay. Gran Via de les Corts Catalanes, 700. www.casabonay.com TEXTO ENRIC PASTOR. FOTOS: PABLO ZAMORA