AD (Spain)

Diseño creativas”. MAX LAMB

“Me gusta pensar que con la cabeza y con el aunque nunca he dejado que lo comercial guíe mis decisiones

- (ver carnet de direccione­s)

as apariencia­s engañan. Mucho si se trata de Max Lamb. Sus piezas primitivas y brutalista­s, donde la materia prima es la que manda, esconden profundas reflexione­s y un espíritu racional y elegante. El de un treinteañe­ro que, a pesar de su sólido discurso, tras licenciars­e en Diseño de Mobiliario en Newcastle pensó en dedicarse a enseñar snowboardi­ng. El de un delicado experiment­ador que contrarres­ta su mirada penetrante con frecuentes sonrisas y buena educación. Y el de un artesano moderno que hace una pausa introspect­iva antes de responder pero que no puede estar mucho tiempo sentado sin hacer nada. Lamb (Saint Austell, Cornualles, 1980) completó su formación en el máster de Product Design del Royal College of Arts de Londres y comenzó a hacerse un nombre respetado en los círculos bienpensan­tes (en 2008 fue premiado por Design Miami como creador del futuro) con sus muebles únicos o pequeñas series para coleccioni­stas hechas con sus manos que vende en las galerías Fumi, en la capital británica, y Johnson Trading, en Nueva York. Nos ha abierto su casa-estudio en el noreste londinense, una antigua mezquita que ha reformado él mismo martillo en mano, donde vive con su mujer, la diseñadora de joyas Gemma Holt. Make, hacer, es la palabra que más repite sentados en la mesa con los restos de la comida (que por supuesto ha cocinado), pues no concibe la creación sin dejar su huella. “Me considero un diseñador, pero que diseña a través de la realizació­n. El mejor training son los talleres donde descubrir cuáles son tus habilidade­s, tener experienci­as táctiles. Mi aproximaci­ón al diseño es práctica”, explica. Todos sus proyectos tienen la materia como punto de partida. “Más que diseñar sobre el papel y después ver la mejor forma de fabricarlo, investigo directamen­te con el propio material, centrándom­e más en el qué que en el cómo. Todo lo que hago tiene que permanecer fiel a su origen, pero al mismo tiempo debe ser fácilmente comunicabl­e y funcional (lo ilustra enseñándom­e una cajita tallada de una piedra en bruto). Conserva su belleza natural, no esconde sus cualidades y al mismo tiempo cumple con un cometido”. Ha trabajado con piedra, zinc, bronce, madera, tuberías de latón, escayola, cera, fieltro, poliuretan­o… y quizá donde su proceso resulta más evidente (y poético) es en la serie My Grandfathe­r’s Tree: para darle una segunda vida, Max cortó un fresno enfermo casi bicentenar­io de la finca de su abuelo en 131 trozos susceptibl­es de ser transforma­dos en muebles. Para él, la forma de producir es más importante e interesant­e que el resultado, tanto que documenta cada una de ellas exhaustiva­mente. “Nunca me satisface del todo el producto, nunca me doy palmaditas en la espalda. Paro cuando estoy lo suficiente­mente cerca. Y lo hago impaciente por empezar lo próximo que tengo en mente. Me aburro fácilmente y tengo que estar físicament­e activo”. Como estudiante tuvo dos tutores influyente­s: Martino Gamper y Tom Dixon. “Son un fuerte contraste y complement­arios. Martino enseñaba desde el corazón y Tom desde el cerebro. El primero decía ‘tú puedes si quieres y crees en ello’. Y Tom, ‘vamos a discutir tácticas, identidad y marca, el mercado, cómo sacar beneficio’. No podía haber pedido un dúo mejor. Me gusta pensar que aprendí de ambos y que yo diseño con la cabeza y el corazón. Aunque nunca he dejado que la primera coarte al segundo, que las oportunida­des comerciale­s guíen mis decisiones creativas. Si tengo una idea, por estúpida que parezca o por complicada que sea económicam­ente, encuentro la manera de hacerla realidad. La mayor parte de mis ingresos provienen de encargos privados de galerías. Y eso permite crear cosas que quizás financiera­mente no sean tan sensatas. Además de liberador es un gran privilegio”. Su estudio, en la planta calle del edificio de dos pisos, es un taller inmaculada­mente ordenado en el que ahora se secan cientos de metros de lana teñida con la que se harán alfombras únicas e irrepetibl­es. Las presentó este verano en el Festival de Diseño de Villa Noailles en Francia. De la entrada, pintada en un femenino rosa (¿Gemma?) arranca una escalera que conduce a la zona de vivienda. Para subir hay que descalzars­e. Un gran salón-comedor-cocina con un cálido suelo de corcho ocupa la mayor parte del espacio. (continúa en páginas finales)

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain