Arriesgado sincretismo en su piso milanés.
REALIZACIÓN: ORAZIO FABIO SAPIENZA
n palazzo de los años 30 y un reto: crear un contenedor para la vida contemporánea respetando al máximo la arquitectura existente. Con estas premisas, el arquitecto Hannes Peer se puso manos a la obra hace menos de un año. El apartamento ocupa la segunda planta de un edificio art déco a un tiro de piedra de la Rotonda della Besana de Milán. La joven pareja que lo compró se enamoró de este contexto histórico pero quería que “el diseño respirara rock & roll, que fuera radical”, tal y como le dijo a Peer su dueño, Valerio Leone, un prometedor diseñador de moda que colabora con pesos pesados como Dolce & Gabbana , Jil Sander, Alessandro Dell’acqua o Giambattista Valli. Él soñaba con una casa ecléctica, un ecosistema único para compartir con su prometida y musa, la modelo Nastya Shershen. El resultado no deja indiferente a nadie, al pasar al comedor, por ejemplo, es imposible no fijarse en la lámparamóvil creada ad hoc o en el colorido papel pintado de Cole & Son que se refleja sobre la mesa de cristal con base de hormigón. Todas las habitaciones están concebidas como la escena de un relato decorativo, una serie de viñetas muy ricas en texturas: alfombras de seda, metales oxidados, maderas envejecidas, superficies brillantes, cada una con su propio carácter. Esta opulencia se mezcla con una iluminación natural llena de dramatismo. Hannes Peer ha utilizado los muros originales como haría el artista alemán Gerhard Richter: superponiendo capa sobre capa, color sobre color, material sobre material en combinaciones inesperadas. Tanto en el dormitorio como en el salón, el arquitecto apostó por una intervención que contrastara con los elementos históricos, algunos de los cuales no estaban pero fueron añadidos durante la remodelación, como la chimenea o los maravillosos suelos de mármol de Carrara con divisores de latón. Situó separando ambos espacios un gran módulo de acero inoxidable que por un lado es sofá y por el otro, armarios. Además, parte de las paredes fueron picadas para mostrar el ladrillo y las otras pintadas en un blanco porcelana. Por su parte, el baño se mantuvo casi intacto, desde las teselas verdes azuladas al lavabo o el inodoro diseñados por Gio Ponti en los 50 para Ideal Standard. Sin embargo, la cocina se regeneró por completo con muebles de laca negra y azulejos de mármol Marquina. “Nos estamos convirtiendo en nómadas de nuevo, compartiendo y transformando todo –sentencia Valerio–. El hecho de que no puedas mover algo no significa que no pueda ser modificado, ni que estés atrapado en él”. Por ello, todo parece estar en constante evolución, una mezcla de pasado y futuro en la que sentirse muy libre. www.hannespeer.com