Creado “He espontáneamente y como la sentía. No tenía un concepto, sino el estímulo de probar”. esta casa
Pietro Russo
la pensé como el laboratorio de un artesano. Me gusta cocinar, de hecho fui cocinero, y compartirlo con mis amigos. En el baño, que recuerda al de un tren, hice el lavabo, la ducha y las baldosas”, explica. En su dormitorio, decapó con cuidado la pared y encontró varios estratos de finales de los 40 y 50, decoraciones clásicas de flores, hasta llegar “a esta especie de tapiz o mapa geográfico”. En el comedor, usando el mismo proceso, creó un elefante rosa, un símbolo de la maternidad para Pietro: “Desdramatiza la austeridad del bloque de la cocina, crudo y gris, y la mesa con cuñas de madera de enfrente recuerda a un circo ecuestre”. Con respecto al mobiliario, construyó la mayoría a medida coordinándolo con el espacio y le añadió objetos en desuso a los que ha cambiado su función, como las raquetas que hacen las veces de estantes. “Aquí me he dejado llevar. Como el escritor Jack Kerouac, he construido esta casa espontáneamente y como la sentía. No he usado el ordenador, hacía bocetos pero no tenía un concepto sino el estímulo de probar, de transformar y de crearlo todo yo, para mí, no para ningún cliente. No lo he tratado solo como mi hogar, sino como un enfoque libre. Ha sido un gimnasio físico y mental”. De todo ello ha surgido un estilo exquisitamente povera, ascético y sintético. También ha querido darle un valor a las cosas humildes, como el menaje de segunda mano o los grifos de plástico del baño que compró en un Bricocenter. Pietro tiene su propia colección de muebles y objetos, que autoedita artesanalmente, pero también diseña para marcas como Dante-goods And Bads, Baxter o Gallotti & Radice, y acaba de terminar un interior en París. “Busco la elegancia equilibrada, no el lujo”, afirma. Dicho y hecho. www.pietrorusso.com