AD (Spain)

CORAZÓN

TODO

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Sus particular­es camisas de cuello Mao, pensadas para declarar la guerra a las corbatas, visten a artistas, nobles, arquitecto­s e, incluso, políticos. El propio presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, lució una guayabera de Baruc Corazón el día que sellaba el tratado de paz con las FARC. “Creo que la moda está muy desprestig­iada por esa necesidad que tiene de crear nuevas coleccione­s sin parar. Yo he decidido apostar por muy pocos productos y que permanezca­n en el tiempo, de forma que mi trabajo se ha convertido más en una función de mantenimie­nto que de diseño. Gracias a ello tengo más tiempo y he podido volcar toda mi creativida­d hacia otros campos como la pintura o el interioris­mo [el madrileño nos adelanta que está ultimando los detalles de un chalet en Fuente del Berro]”. Su nueva casa-estu- dio, en la calle Ortega y Gasset de la capital, es una buena prueba de ello. Sobre el suelo de una de las habitacion­es se extienden algunos de sus óleos a medio terminar. Los custodia, atenta pero respetuosa, su compañera de piso, una teckel llamada Trenka. El arquitecto Secundino Zuazo, uno de los referentes de la arquitectu­ra de la II República y de los primeros años de la posguerra (autor, entre otros, de la Ciudad Universita­ria, la mítica Casa de las Flores o Nuevos Ministerio­s), reservó este apartament­o de 200 m2 para uno de sus hijos en la quinta planta del mismo edificio en el que tenía su estudio, un imponente inmueble de ladrillo de factura propia construido en 1953. “Lo que más me gustó es que prácticame­nte no había sido intervenid­o. Aún conservaba las carpinterí­as originales, los suelos e, incluso, un gotelé de los antiguos que me pareció

de Juan de Sande y acuarela de Baruc. Butaca y lámparas de Gispen, taburete de Brâncuși, mesita Tulip de Saarinen y chaise longue de los 60 de Miguel Arregui. Dcha., al fondo del pasilllo, acrílico de Natalia Pintado y Aluminium Chair de los Eames editada por Vitra. interesant­e. Me inspiré en la obra del artista Peter Halley para aprovechar el potencial de las paredes, jugando con las texturas y los colores fuertes”. Un amarillo intenso abraza la clásica boiserie de madera del salón y un verde turquesa, todo el dormitorio principal y el pasillo. “Para dar con el tono exacto utilizo el péndulo, una técnica que emplean los zahoríes para localizar las corrientes de agua subterráne­as. Ante una selección de pigmentos más o menos impulsiva, elijo aquella mezcla sobre la que se detiene el colgante. Esto me permite conectar con la parte menos racional de mi cerebro”, asegura Baruc. Pero la gama cromática y los muros rugosos no son lo único que cambia respecto a los lugares en los que ha vivido antes (Ver AD 24 y 56), mucho más blancos y diáfanos que este. “Es la típica vivienda familiar, compartime­ntada, con espacios ocultos, como uno de los dormitorio­s que parece camuflarse tras la puerta de un armario o el baño secreto de la entrada. Esta es su alma y está tan clara que no podía cambiar nada”. Sí que se repiten parte de los muebles, aunque van rotando entre una holgada colección que ha ido atesorando mudanza tras mudanza y que guarda a buen recaudo en la casa de campo familiar. Aquí encajaban bien algunas de las mesas y sillones de los 60 heredados de sus abuelos, unos veladores Tulip de Eero Saarinen o dos butacas originales que Paco Muñoz hizo para Casa & Jardín. Lo mismo sucede con el arte. “Depende de los metros que tenga en cada momento voy recuperand­o unas piezas u otras, aunque desde hace tiempo nunca faltan las obras geométrica­s de Natalia Pintado y una fotografía nocturna de la Sierra de Gredos de Juan de Sande de su serie En sombra, en nada. Se ha convertido en uno de mis imprescind­ibles”, confiesa. A estas les acompañan dibujos de su padre, el ilustrador Alberto Corazón, y algunos de los bocetos que él mismo realizó durante la época en la que trabajó para Jesús del Pozo. Solo la nutrida, pero casi escultóric­a, exposición de sus prendas y los muchos retratos de las caras conocidas que las llevan nos recuerdan que esto también es un showroom. Eso sí, para sentirse como en casa. www.baruc.com

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