OITOEMPONTO El dúo francoportugués quiere una primavera maximalista, bicolor y con guiños setenteros.
1. TOQUE SOFISTICADO. Para armonizar, unifica paredes y accesorios con los infalibles blanco y negro. 2. RITMO DISCO. Los 70 vuelven en primavera con piezas retrofuturistas brillantes y cómodas y cabinets con motivos geométricos de la época. 3. HORAS DE LUZ. Apuesta por lámparas de mesa que combinen materiales nobles y, en los grandes espacios, chandeliers con referencias a los de Murano. 4. EN LA JUNGLA. Deja que papagallos o jirafas, en escala y de bronce, llenen las habitaciones, también loros con cresta de coral. 5. GRAN ESCALA. Todo cambia al incorporar enormes obras de arte metálicas o una pieza en gran formato al estilo de las pinturas de Rauschenberg. 6. QUITA Y PON. Esconde los cojines, abre las ventanas y mete plantas. 7. DESCANSO VISUAL. Un gran sofá crudo calma los espacios más ajetreados. www.oitoemponto.com
Apuesta por grandes piezas metálicas y sofisticación en blanco y negro Un gran sofá crudo calma los espacios más ajetreados
fascinada por los libros, Charlotte Macaux Perelman ha convertido las estanterías en el principal fetiche de sus proyectos. “Me ayudan a estructurar y definir el espacio. Por ejemplo, en este piso de París envuelven el vestíbulo de entrada. Me gustó la idea de convertir una zona de paso en un lugar donde realmente tienes una razón para estar”, explica esta interiorista francesa que comenzó su carrera trabajando para Philippe Starck. “Es un hombre muy abierto, lleno de humor y completamente asombroso”, recuerda. Tras colaborar en la realización de hoteles como el Sanderson de Londres, pasó a dirigir el departamento de diseño del empresario hostelero André Balazs para, en 2005, abrir su propio estudio. Su primer proyecto en solitario fue la renovación del Royalton Hotel de Nueva York. Hoy tiene despachos tanto en esa ciudad como en París y es la codirectora artística de Hermès Maison, Puiforcat y Saint-louis junto con su amigo Alexis Fabry. La sobriedad, la sencillez y el amor por los materiales nobles que plasma en estas firmas caracterizan también la ejecución de este apartamento decimonónico de 230 m2 cerca del Parc Monceau perteneciente a un periodista, su pareja y sus tres hijos. Sus 12 ventanas, con impresionantes vistas sobre los tejados de la ciudad, bañan de claridad todo el interior. “Te sientes como si estuvieras en las nubes”, dice ella. Cuando lo vio por primera vez, no había sido intervenido desde mediados de los años 40. Había un montón de puertas acristaladas y chimeneas y numerosas alfombras cubrían los suelos de parquet. Sin embargo, no había ningún detalle arquitectónico especialmente notable. Por eso, dieron a Macaux Perelman libertad absoluta para actuar. “Sentí que podía eliminar lo que yo quisiera”. Y así fue, pintó la mayoría de las habitaciones de blanco y en lugar de una cornisa tradicional optó por instalar una suave curva entre paredes y techos. “Es un detalle minimalista que aporta elegancia. Atrapa la luz de una manera increíble y relajante”, detalla. La distribución era otra de sus preocupaciones: la cocina estaba confinada en la parte trasera, había demasiados compartimentos, dos baños sin ventanas y un pasillo retorcido. Para la nueva planta, la interiorista apostó por unos ejes fuertes y claros, sin recovecos, y por unos fogones integrados en el comedor que se separan del salón únicamente por unos paneles deslizantes de madera. En el dormitorio principal, diseñó un amplio aseo en suite. Antes de trasladarse a la Ciudad de la Luz, esta familia había vivido en varios lofts de Nueva York y aunque amaban lo diáfano, anhelaban un poco de privacidad. “Sentían que ya era hora de poder lavarse el pelo tranquilamente, sin necesidad de hacerlo rodeados de gente”, bromea la decoradora. Afortunadamente aquí es posible, eso sí, con mucha amplitud. www.studio-cmp.com