“El rosa de las paredes es el contrapunto perfecto a la masculinidad de mis diseños”.
“Durante años los daneses han demostrado que son ebanistas habilísimos. Sin embargo, me encontré que había más alternativas con otros materiales naturales, como la piedra y los metales, a los que soy muy aficionado. Sentí que nos faltaba una marca lo suficientemente atrevida como para experimentar con ellos y que mantuviera nuestra identidad”, asegura. Es hiperactivo y el trabajo lo ocupa todo en su vida: además de su empresa es presentador de televisión y ha realizado proyectos de arquitectura en Dubái. En todo ello es autodidacta. “Recuerdo que de niño me regalaron unos Lego y unos coches, pero lo que me hizo más ilusión fue una casa de muñecas en la que me esmeré muchísimo para decorarla con cojines y otomanes que cosí yo mismo”. Nos conduce al enorme salón con grandes ventanales orientados a los Jardines Reales de Copenhague, “donde continuamente hago pícnics, una de las tradiciones nacionales”, señala orgulloso. En esta sala se aprecia mejor el color de las paredes, un rosa grisáceo muy suave que cambia según incide la luz sobre él, haciendo que pase del salmón al blanco. “Es el contrapunto perfecto a la masculinidad de mis diseños y creo que acentúa el carácter aristocrático del piso”. La idea de la decoración parte del showroom con el que trabaja en Nueva York, The Apartment By The Line, donde los visitantes caminan por una casa que parece habitada, pero en la que todo está a la venta. Emil hizo lo mismo aquí. No solo vive, sino que cada rincón está dedicado a mostrar a sus clientes su trabajo prático, minimalista y sofisticado, dentro de un contexto tan característico como es el suyo. El éxito de su marca ha traspasado fronteras y con orgullo presume de que forma parte de la decoración del hotel The Berkeley en Londres. A su propia colección le sumó piezas contemporáneas de Friends & Founders, textiles de Louise Roe o H&M, alfombras de Carpetvista y lámparas de DCW Éditons o Tom Dixon, además de iconos inevitables como las sillas Horminga de Arne Jacobsen. Suena el telefonillo y nos confiesa: “Antes de que llegárais llamé al Bistro Royal para que nos trajeran langosta”, y directamente tira hielo sobre la mesa de la cocina, sirve unas copas de champán y comenta que esto se acerca mucho a lo que para él es un día de playa perfecto. Sale del cuarto y reaparece en bañador. Por si no nos habíamos dado cuenta, a sus múltiples facetas hay que sumar la de showman. www.handvark.com