Nos asomamos a los objetos escultóricos y extraños del diseñador italiano Vincenzo de Cotiis.
Experimental y visceral, Vincenzo de Cotiis es una rara avis en el mundo del diseño. Crea muebles esculturales, lujosos, intelectuales y orgánicos solo aptos para una minoría.
Hay algo primitivo, arqueológico y casi salvaje en sus muebles, pero también hay sutileza y poesía, porque todo en él es fruto de una medidísima ecuación entre función y escultura. “Propongo el antidiseño. Deseo distanciarme del cometido original de los objetos y, por supuesto, luchar contra lo que considero la dictadura de la simetría. Con Archeo Black, mi última colección, he investigado sobre el arte tribal africano como punto de partida, pero desde una perspectiva contemporánea”, explica el italiano Vincenzo de Cotiis (Gonzaga, 1958) sobre las piezas que componen la exposición indivual que presenta en Carpenters Workshop Gallery de Nueva York hasta el 22 de abril. En esta nueva serie muestra obras hechas a mano que, como Caravaggio, generan sus ya reconocibles claroscuros que obtiene a través del estudio de la resina, el vidrio teñido, la cerámica, los minerales y el ébano. El resultado es “una representación simbólica de la naturaleza”, continúa De Cotiis, que estudió primero Arte en Venecia antes de matricularse en Arquitectura en la Politécnica de Milán. Cada presentación es un paso más en una coherente producción estética que inició hace una década. “Para mis arquitecturas realizaba elementos a medida. Al analizarlos comprendía que tenían su propia narrativa, que funcionaban de manera independiente sin necesidad de un contexto que les diesen sentido”. Así decidió unificar todos estos prototipos bajo una misma firma, Progetto Domestico, “con la que dar al mobiliario una dimensión artística”, asegura desde su galería milanesa, inaugurada en 2004, que también alberga su estudio de arquitectura e interiorismo que fundó hace treinta años. De aquí han salido los templos de las tendencias como las tiendas Antonia o Excelsior, ambas en Milán, en lo que fuera un antiguo cine cerca del Duomo, o el hotel Straf, de un lujo seco y duro que roza lo povera, o una línea de moda experimental que bautizó como Haute y que se convirtió en marca de culto. También sus mesas, butacas o lámparas, todas únicas o producidas en series
limitadas (nunca más de diez de cada modelo) que han atraído a nombres como Rossana Orlandi, Ceccotti Collezioni o Busnelli. “Puede sonar elitista, pero nunca quise ser un creador masivo. Busco satisfacer la necesidad de algo excepcional”. En su ADN mezcla materiales lujosos e inusuales con otros reciclados que son los auténticos protagonistas. “Así logro un aspecto poco convencional. Cuando recupero objetos los despojo de su forma, con lo que también quedan inutilizados de su anterior fin. A veces no está claro lo que representan o cuesta trabajo asociarlos con algo que conozcamos. La revisión de la percepción es algo que me interesa mucho”, cuenta antes de refugiarse en uno de sus laboratios, como llama a sus dos talleres a las afueras de la capital donde se dedica a investigar. De aquí saldrá la serie que presenta en esta edición del Salone del Mobile. “Es algo nuevo que no puedo desvelar”, concluye misterioso. Agudicemos los sentidos. www.decotiis.it