AGENTE DE CAMBIO
En los años 50, René-jean Caillette revolucionó el diseño con sus piezas simples y democráticas.
Fue Louis Brulliard, redactor jefe de la revista Meubles et Décors, quien con buen ojo le animó a crear mobiliario. El joven René-jean Caillette (1919-2004) había sido hasta entonces solamente decorador, pero ya se le veían las intenciones. Al contrario que ciertos colegas, que se preocupaban más bien poco por la manera en la que se fabricaban los muebles que imaginaban para sus interiores, esto no era propio de él. “Yo sé siempre cómo serán ejecutados mis diseños”, decía rotundo en los años 40. Hijo de ebanista, y a pesar de su entorno más bien campesino (nació en la provincia de Loiret), Caillette recibió una educación artística muy temprana que le llevó a interesarse por el dibujo. De hecho, fue también un experto grabador, pasión a la que volvió al final de su carrera. Como diseñador, abrazó el emergente estilo moderno de la época y fue uno de los primeros en suprimir los detalles ornamentales: fuera los perfilados, los baños de oro y los motivos tallados. Aplicó los principios de la industria a sus pequeñas colecciones y se empeñó en usar nuevos materiales como el contrachapado, el acero inoxidable, el ratán o el plástico. Con todo ello, ayudó a cambiar la mentalidad y el gusto de la sociedad y de la profesión: impuso sus inventos técnicos y estéticos a los ebanistas artesanos de Le Faubourg
Saint-antoine, hasta ahora los decisores del buen gusto, que se habían quedado anclados en el pasado. Promovió una modernidad donde la sencillez estuviera al servicio de la funcionalidad, sin olvidar una elegancia austera y rigurosa. Prueba de ello es su silla Diamant de 1957, que le valió el Grand Prix de l’exposition Universelle de Bruxelles un año después: “Es el más puro y el más fácil de elaborar de mis diseños. Lo moldée con un pedazo