ELVIRA LINDO
La primera vez que apareció su nombre en un libro ella no era la autora. Se trataba de El muñeco de papel de Mercedes Llimona. “En la contraportada escribí Elbira, con b, lo cual hoy me produce mucha ternura”, nos cuenta Elvira Lindo (Cádiz, 1962). “Yo era una niña. En el cuento el protagonista recortaba y yo, a su vez, recorté las páginas”, recuerda la escritora de Noches sin dormir (Seix Barral), su última obra. Muchísimas mudanzas después, todavía conserva aquella fábula que descansa en las numerosas librerías (dispuestas por temas y alfabetos: una para la literatura, otra para la novela gráfica y también estantes para libros de arte, historia, biografías...) de su actual domicilio. “Me cambié no hace mucho de una casa a un piso donde el espacio es limitado y tuve que hacer una labor de selección enorme, porque además recibimos muchas novedades al ser los dos escritores (en referencia a su marido, Antonio Muñoz Molina). Eso sí, la hice con mucho cuidado, no me gusta regalarlos porque sí. Fui yo misma a escuelas de adultos, a un instituto, a centros culturales... Estuve meses en esa labor de desprenderme. Ahora solo tengo los que quiero y necesito conservar”, confiesa. En su nueva decoración se esmeró en crear rincones de lectura, donde acude “sin el móvil”, y entre los que está su preferido: “Un diván en mi dormitorio. También la cama, a mí como me gusta leer es tumbada”. La imaginación despega mejor en posición horizontal.